Cuando un millonario pronuncia la palabra Chile más de dos veces consecutivas, es que se está refiriendo a sus intereses económicos. Ellos tienen una encantadora manera para amañar el idioma y engrupir al gilerío que aún le compra, que no son pocos.
Del mismo modo, cuando
El lenguaje del gran comercio y la banca ofrece créditos imbatibles y tasas favorables, pero lo que hacen en realidad es aumentar los grados de dependencia con esos bancos y casas comerciales, al extremo que fulanito pasa a ser un rehén de por vida de sus deudas. Casi de su propiedad.
Libertad es lo que tienen los estudiantes para elegir entre centenares de universidades, también libres para enseñar lo que quieran sin la intervención de ninguna autoridad, y es esa libertad la que pierden cuando deben pagar por lagos años abultadas cuentas. Pero cuando esos mismos estudiantes enojados protestan por las estafas de esas casas de estudio, ocupando para el efecto su libertad de expresión y de manifestación, pasan a ser activistas que alteran el orden público.
Cuando un mapuche defiende a su familia de las hordas que aterrorizan sus miserias, es un terrorista. Y, como buen Estado de derecho que se precie, se disponen para él las penas del infierno. Pero cuando un Carabinero de Chile mata por la espalada a un joven mapuche, lo que hizo se nombra como violencia innecesaria o cuasidelito de algo que no se sabe bien qué, pero que lo deja en libertad e impunidad vergonzosa.
Que algunos ambientalistas y comunidades de personas rechacen la construcción de centrales a carbón que lo envenenan todo, es, en el lenguaje torcido de los poderosos, oponerse al desarrollo. Cuando el Ministro de Hacienda se refiere a los altos índices de crecimiento, le falta decir que ese número mide lo que los ricos siguen ganado y que no tiene nada que ver con la gente usuaria, por ejemplo, del Transantiago o de los policlínicos.
Carabineros no apalea, humilla, maltrata, ofende o agrede. Carabineros hace respetar el Estado de derecho. La ex Intendenta Van Rysselberghe, no mintió con descaro, sólo inventó historias. Karadima no es un degenerado, es apenas un sacerdote que cometió un error humano como el que más, y secreto pontificio se llama el encubrimiento que hizo la curia de sus delitos.
Por flexibilidad laboral se entiende en el retorcido idioma de los mentirosos de siempre, la consagración del abuso con los trabajadores atrapados en pagar un crédito que paga otro crédito que también paga otro.
Para los defensores del sistema binominal, esa trampa se llama estabilidad del sistema político. Libertad de enseñanza en
Centro derecha se autodenominan los que apoyaron la dictadura y Coalición por el Cambio el par de partidos de esa derecha que no intenta cambiar nada.
Libertad de expresión es sinónimo de asfixia económica a los medios de comunicación que no están de acuerdo con algo, parte o todo. Militares procesados por derechos humanos llama la prensa de derecha, es decir casi toda, a los criminales que residen en esos hoteles que el abuso del idioma los hace llamar cárceles.
Pero este uso chamullento de las palabras no es nuevo. Encuentro de dos culturas se sigue llamando a la invasión europea de este continente que tuvo como resultado el mayor genocidio de la historia de la humanidad, con millones de muertos.
Pacificación de
Y pronunciamiento militar se sigue llamando a la orden de degüello dada un día martes once a los militares de Chile, y como transición se nombra al tiempo que se ha ocupado en la estabilización de un sistema económico y la continuación de un sistema político, ambos originados en la dictadura.