La derecha, a sabiendas de que era minoría, impuso desde la dictadura una serie de normas constitucionales para mantener el sartén por el mango. Veinte años más tarde, se quedó solo con el mango, a pesar de una campaña del terror para conservarlo, que sigue para dividir a la coalición gobernante, hasta ahora sin lograrlo.
Durante ese período, sin embargo, la derecha se alió a concertacionistas. Eugenio Tironi, por ejemplo, declaró que lo que se ha hecho hasta ahora es obra de los chilenos, que no puede dejarse en el pasado, adoptar un modelo de la OCDE y prometer un porvenir brillante, como lo estaría haciendo el actual gobierno.
El problema es que la derecha y los Tironis parecen no saber que el mundo cambió. El fundamentalismo del mercado naufraga; el capitalismo de Estado crece; el fin de la historia se diluyó junto con el momento unipolar; la desigualdad pasó a ser el centro de la política; el popularísimo reconstructor de la Iglesia Católica, y que llega mucho más lejos, el Papa Francisco, denuncia la dictadura de una economía sin rostro, y el economista Piketty, quien critica con la historia el capitalismo patrimonial dominante, es un sorprendente fenómeno político, mediático y editorial.
David Gallagher se sumó en El Mercurio a los engaños de la derecha respecto a la reforma tributaria. Dijo que sube la tasa a las empresas a 35 %. Le agregó los 10 puntos porcentuales que se retienen durante el año tributario de sus presuntas utilidades, pero que se imputan al pago del impuesto. En resumen, es un adelanto, y no un pago adicional.
Como si fuera poco, al compararla con la norteamericana, que es de 39,1 %, agregó que gracias a exenciones y rebajas la tasa promedio efectiva de EE.UU. es de 12,6 %. Lo que no dice es que a esa cifra llegó una investigación del Senado norteamericano sobre evasión de impuestos por las grandes multinacionales, y que se trata de resquicios y elusiones.
El presidente de la Comisión que pidió la investigación (demócrata) comentó: nos da pruebas evidentes, por si fueran necesarias, que el conjunto de nuestras empresas más rentables no paga su parte justa de los impuestos. El jefe de la minoría republicana agregó: estaríamos mejor con una ley que eliminara las elusiones, lo que nos permitiría bajar las tasas.
Lo que Gallagher también olvidó es que a esa tasa federal se le pueden agregar una estatal, del 12 %, y una local, del 3 %.
Y ocultó algo todavía más importante. Los impuestos norteamericanos no son integrados, una excepción oligárquica chilena, que permite a los empresarios descontar de sus impuestos personales los que pagan sus empresas. En EE.UU. y en el mundo en general, en cambio, ambos pagan impuestos separados. La empresa por todas sus utilidades devengadas (el FUT es otro chilenismo oligárquico) y sus dueños y accionistas, como personas distintas, por todos sus ingresos, también los que reciben de sus empresas y acciones, con una tasa máxima en el caso de las personas naturales, sumadas las federales, estales y locales, de 55,9 %.
Una clase media fantasma
Y por supuesto El Mercurio sigue insistiendo que gracias a un progreso económico continuo, que habría comenzado con la dictadura, somos ahora un país dominado por la clase media. Con todo no nos informa que nueve deciles, es decir, el 90 % de las familias chilenas, tiene un ingreso inferior a la línea de pobreza de los Estados Unidos.
Por su parte, nuestro 7 % más rico, el ABC1, está debidamente protegido por una educación privada de alto precio y solo de una relativa mejor calidad que el resto, debido a que la selección la hace la cuna, pero que asegura a los hijos de los ricos el monopolio de una falsa meritocracia.
Curiosamente Foxley también habla de clase media vulnerable, seis millones de personas, y no sé en que decil de ingreso ubicarlos, supongo que bajo la línea de pobreza norteamericana ya que no caben en el más alto.
Y, aunque es DC, al parecer no sabe que en los países con economía social de mercado una minoría ciudadana vive en inmuebles de su propiedad: Suiza, 38,4 %, y Alemania, 41 %. En cambio, en los con economías libremercadistas, ocurre justamente lo contrario, Irlanda, 81,4 %, y España, 83,2 %.
No es que suizos y alemanes ocupen viviendas sociales, arriendan propiedades del sector público, por lo general municipales. Ahorrar en bienes raíces, por lo demás, es una actividad precapitalista y poco productiva que no deberíamos estimular. Por esa misma razón, las familias alemanas, a pesar de que su país es más rico, tienen patrimonios más bajos que los griegos. Y el capitalismo patrimonial, como lo demostró con la historia Piketty, es autodestructivo.
En memoria de Eduardo Frei Montalva
Tampoco se mencionan los consejos de Alejandro Wermer, director para el Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional, relativas a la desaceleración de las economías latinoamericanas.
Aconseja a la región fomentar las fuentes internas de crecimiento, una economía más diversificada, el aumento de la productividad y la competencia interna. Aumento del gasto público, pero con disciplina. Para eso deberíamos centrarnos en inversiones en educación e infraestructura, es decir, en partes vitales del programa de gobierno de Bachelet.
Respecto de Chile dice que estamos muy bien posicionados para enfrentar ese ambiente negativo, que tenemos un debate muy importante sobre el gasto educativo y que la respuesta ha sido una propuesta fiscal totalmente sostenible. En un periodo de cinco años incrementaremos la recaudación en tres puntos porcentuales del PIB: dos puntos para educación y otro para mejorar la balanza fiscal.
A ello se opone nuestra derecha, ahora reforzada por el economicismo, representado hasta por algunos que fueron ministros de Hacienda concertacionistas, a pesar de que esa ideología está de capa caída en Occidente.
Es de esperar que el Senado esté a la altura de las circunstancias, y que le agregue a la reforma tributaria la proposición de Piketty, un impuesto al patrimonio de los más ricos, que sería un verdadero homenaje a la memoria de Eduardo Frei Montalva, quien tuvo la audacia de establecerlo durante su gobierno, en uno de nuestros frustrados intentos de desbancar a la oligarquía.
Estoy optimista: La Gloria del Evangelio
Estoy optimista. La avaricia y la codicia están en retirada en el mundo entero, No tienen más sostén que la denunciada oligarquía del 1 % de la población más rica, más sus servidores, desde el sismo financiero del 2008. Y condenadas por todas las religiones, incluidas las no bíblicas, como el budismo y el hinduísmo, que renacen en tiempos de crisis como los actuales.
El popularísimo Papa Francisco, en su exhortación apostólica La Gloria del Evangelio, expresa el clamor popular al denunciar la “dictadura de una economía sin rostro” y repudiar “la economía de la exclusión”; “la nueva idolatría del dinero”; “un dinero que gobierna en vez de servir”, y “la inequidad que genera la violencia”.
Es de esperar que en este contexto, la derecha chilena se quede también en el Senado solo con el mango.