Septiembre 25, 2024

Bin Laden: ¿Por qué ejecutarlo ahora?

binladen120

binladen120Su aliado y vencedor de la Guerra Fría lo proyectó al liderazgo. Juntos combatieron al oso soviético en Afganistán cuando el Gobierno pro Moscú les abrió las puertas de las escuelas a las mujeres afganas.

 

 

 

En ese entonces, para Ronald Reagan, Bin Laden era un “combatiente de la libertad”. Cuando las tropas de EE.UU ocuparon su “tierra santa” para atacar Irak, decidió agredirlos y humillarlos de manera terrorista como nunca nadie lo había hecho antes. Desde ahí fue el enemigo público n1, responsable del asesinato de  tres mil civiles norteamericanos e inmigrantes; lo persiguieron, los amenazó y lo ubicaron; lo mantuvieron cercado durante un tiempo y en estricto secreto con la ayuda del ISI pakistaní y cuando estaba políticamente derrotado en su propio territorio de influencia, maquiavélicamente, fue ejecutado.

 

¿Por qué ahora?

 

Múltiples factores se entrelazan en la ejecución de Osama Bin Laden. Algunos de ellos sobresalen. El académico canadiense Michel Chossudovsky afirmó que se trataba de una campaña de relaciones públicas de la Casa Blanca y acusó a la Radio de Estado canadiense de ocultar información acerca del control, que según él, ejercía la CIA sobre los servicios secretos pakistaníes. Minutos antes otro académico norteamericano, ex asesor de la administración Clinton, también se refirió en las ondas al rol clave del ISI (servicios de inteligencia pakistaníes). Esta vez el analista insistía en la división interna del Ejército y del establishment pakistaní: un sector lo protegía y el otro habría entregado al carismático líder islámico.

 

 ¿Conjeturas?

 

Dejemos de lado la hipótesis de que todo es un tongo irreal, una especie de simulacro, ficción pura.

 

Si los datos son verídicos, Washington disponía desde hacía tiempo de la información necesaria sobre el lugar donde se encontraba el líder de Al Qaida. A sólo 50 Km al norte de Islamabad. De ser cierto, la residencia ocupada por Bin Laden estaba próxima de una Academia Militar. Es el elemento que le da fuerza a  la tesis de que el hombre más buscado del planeta estuvo protegido por un sector de oficiales pro islamistas radicales (salafista) con ramificaciones talibanas. Cabe señalar que su base de operaciones o escondite denota la debilidad de las estructuras de Al Qaida, al no contar con apoyos leales, indefectibles y seguros.

 

Barak Obama se traía algo entre la manga en la comida de los corresponsales de prensa de la Casa Blanca hace un par de días. Allí se rió de las aseveraciones del magnate mediático y candidato a la presidencia Donald Trump quien afirma que Obama no es estadounidense. Obama preguntó con sorna: ¿Hemos trucado los primeros pasos sobre la luna?, ¿Qué pasó en Roswell? (lugar donde habrían aterrizado extraterrestres y detenidos por el Ejército norteamericano según los aficionados de los OVNIS).

 

En esa reunión Barak Obama, precavido, le salió al paso a los incrédulos. Y además preparó el terreno al sorpresivo anuncio del domingo. Fui yo el que estuvo todo el tiempo detrás de la ejecución de nuestro enemigo fue el mensaje del Presidente. Y esto es un resultado concreto. En tiempos de campaña electoral el Comandante en Jefe impone la realidad y la efectividad del poder en un mundo caótico.

 

Reafirmar el poder de vida y muerte sobre los sujetos en tiempos turbulentos es la manera más fácil e impactante de ejercer el poder.

 

Los EE.UU no han resuelto nada en Oriente Medio. Todo se les complica. Las rebeliones en Oriente Medio lo tomaron por sorpresa, sin políticas claras hacia las rebeliones democráticas ciudadanas. Fueron fuerzas sociales las que actuaron.

 

Los déspotas árabes para apernarse en el poder se han presentado ante las potencias occidentales como un muro de contención ante al fundamentalismo islámico y la Guerra Santa o Jihad de Al Qaida. El argumento se les cayó cuando no fue un grupito bien adiestrado de jihadistas los que expulsaron a Ben Alí en Túnez ni a Mubarak en Egipto. Tampoco son los salafistas de Al Qaida los baleados en Siria o Yemen, o por las tropas de Bahreïn con el apoyo de Arabia Saudita, el aliado estratégico de EE.UU en el Golfo. Fue a Al Qaida que Gadafi acusó de estar detrás de las primeras revueltas antes que las potencias occidentales se aprovecharan de la situación para pudrirla, intervenir sedientos de petróleo y asesinar impunemente a familiares del líder Libio, que de socio se transformó en paria.

 

La ejecución ocurre cuando todo indica que el proyecto de Al Qaida fracasó. Los jóvenes árabes se rebelaron exigiendo libertad, reformas democráticas y trabajo. Fue con los métodos más tradicionales de la acción política colectiva que en Oriente medio las fuerzas sociales están cambiando el paisaje político. Sin asesinatos ni terrorismo. Mientras Bin Laden, aislado no dirigió ninguna revuelta ni sus consigna fueron coreadas por nadie.

 

¿Habrán calculado los estrategas estadounidenses que si no hay verdaderos cambios la frustración puede conducir a transformar, gracias a ellos, a Bin Laden en un héroe ejemplar que humilló al Imperio?

 

Por el momento, si bien el futuro del movimiento de las revoluciones democráticas es incierto, éstas se sitúan en las antípodas del tipo de accionar conspirativo de los fundamentalistas de Al Qaida financiados y apoyados en última instancia por sectores suníes ligados a las castas petroleras de Arabia Saudita.

 

La jugada política de Obama en un tablero internacional donde los otros actores perciben a EE.UU en pérdida de hegemonía y potencia tiene una significación doméstica evidente y en el plano de la psicología de masas tiene por objetivo demostrar que Washington sigue siendo un actor importante en el mundo árabe para reanudar el proceso de paz y el reconocimiento de Palestina en la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre.

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