Diciembre 27, 2024

Uruguay: Fumar marihuana sin temores

Uruguay, un país chiquitito que en el mapa casi no se ve, es el primer país del mundo en legalizar la marihuana y en asumir el control de todo el proceso de producción y venta del cannabis. La regulación de la producción de marihuana refuerza la agenda progresista del gobierno de José “Pepe” Mujica, que recientemente también legalizó el aborto y el matrimonio igualitario.

Uruguay ha estado bajo una fuerte presión para no legalizar la marihuana. Sus vecinos, Brasil y Argentina, y la Junta Internacional de Control de Narcóticos de Naciones Unidas, lo ven como una violación a las obligaciones de los tratados internacionales. Internamente, los partidos tradicionales se opusieron tenazmente, con el argumento de que la ley disparará el consumo de drogas más duras. Sin embargo, la legalización comenzó a regir el 6 de mayo.

 

Después de ser por años teatro principal de la guerra contra las drogas, Latinoamérica se está convirtiendo en el epicentro de una búsqueda de nuevas alternativas. En la Cumbre de las Américas de 2012, en Cartagena, Colombia, el presidente anfitrión, Juan Manuel Santos, y el de Guatemala, Otto Pérez Molina, llamaron a un debate regional sobre la legalización y la despenalización de las drogas. En los años posteriores, las iniciativas de despenalización han ganado fuerza en Colombia, Ecuador y México.

 

Al contrario de Brasil y otros muchos países latinoamericanos, Uruguay comenzó la discusión sobre el tema hace casi una década. Desde 1915 hasta los años de la ofensiva neoliberal, la producción y comercialización del alcohol y las bebidas alcohólicas (whisky, caña, ron, cognac, grappa) era monopolio del Estado, y sus dividendos iban a mantener la salud pública. Es lo que se intentará hacer ahora con lo que deje la comercialización de la marihuana. Ya a principios del siglo XX, Uruguay era un Estado laico donde la mujer podía optar por el divorcio y la prostitución estaba reglamentada.

 

LAS ADICCIONES DE MUJICA

El propio presidente fue el mejor defensor de la normativa en favor de la marihuana en su característico tono campechano y con su cuota de picardía. Fue desbaratando personalmente una por una las objeciones de sus adversarios. Enfatizó que “la única adicción saludable que hay (…) es la del amor. Todas las demás son una plaga, pero tienen diferencias de grado… Hace muchos años que sabemos que el tabaco es malo, que mata; que el alcohol por consiguiente. Sin embargo, seguimos fumando y seguimos chupando. Y con la marihuana… no creo que ninguna adicción sea buena. Es mala, es venenosa. Pero más venenoso es ocultarlo, entonces nosotros vamos por el otro camino”, agregó.

No existe ningún clima de permisividad con la aprobación de la ley. Mujica defendió la autorización de consumir 30 gramos de marihuana por persona argumentando que será posible identificar al consumidor al tener cada cigarrillo legal una composición molecular, un código único. Por el contrario, vaticinó que “si lo tenemos perseguido y clandestino, y lo criminalizamos, se lo entregamos precisamente al narcotráfico”.

 

Alguien deberá explicar cómo un “viejo” de 78 años pasó a convertirse en el ídolo de los jóvenes.

El presidente uruguayo reconoció que el país y sus ciudadanos no están totalmente preparados para una decisión de estas características, si bien reivindicó el derecho a la experimentación social para justificar la legalización de la marihuana. “No puedes lograr soluciones si siempre haces lo mismo y estás fracasando. Lo cual no quiere decir que tengamos la piedra filosofal”, admitió.

 

MILTON FRIEDMAN, IDEOLOGO

Mujica, un ex guerrillero tupamaro que se convirtió en 2010 en presidente de Uruguay, insistió en que la “ideología” detrás de la idea-proyecto se basó en planteamientos del economista neoliberal Milton Friedman, con quien no está de acuerdo en nada, salvo en su defensa de la legalización de las drogas. Su análisis del mercado y de la política del gobierno estadounidense con respecto a las drogas “es lo que a mí me inspiró que hay que cambiar”, señaló. Mujica habló del negocio capitalista que hay detrás de la marihuana. “Habiendo una demanda aparece quien la cubre… un empresario de alto riesgo que se la juega y utiliza todos los métodos, todos los caminos, porque tiene asegurada una tasa de ganancias enorme por la vía represiva que se impone”, explicó, tras denunciar que “la plata se hace en Estados Unidos, la plata gruesa, el mercado grueso”, pero que América Latina paga por los muertos.

 

Para golpear al narcotráfico hay que arrebatarle el mercado”, enfatizó. Para Mujica se trató de una decisión política que “no es bonita pero que se toma para no regalar a la gente al narcotráfico… Con los métodos del narcotráfico cualquier cosa vale. Se está fracasando con la vía represiva. ¿No tiene que haber represión? Sí, tiene. Pero hay que graduar la cosa, como los domadores que ponen la comida en una mano y el látigo en la otra. No estamos sacando de la clandestinidad a los jóvenes que entran a consumir y no se sabe dónde salen. Hay que tener audacia y buscar caminos nuevos”, sentenció.

Y con cifras en la mano, sostuvo que el país enfrenta una guerra desigual: solo los presos por posesión y consumo de marihuana le cuestan al país más de 30 millones de dólares. En Uruguay hay más muertos por el narcotráfico (80 en 2013, por ajuste de cuentas entre bandas) que por drogadicción (apenas tres por sobredosis). “Entonces, ¿qué es lo peor, la droga o el narcotráfico?”, pregunta Mujica.

 

Aunque la norma está vigente desde mediados de diciembre, habrá que esperar a la reglamentación para determinar cómo se otorgarán las licencias para plantar, qué variedades de la droga se producirán y otros aspectos de la legislación. “Yo reivindico el derecho a la experimentación social. No es agarrar a la gente de conejo de Indias: es introducirse en el laboratorio real de una sociedad, con medidas distintas”, explicó Mujica.

 

MAS ALLA DEL “PORRO”

La legalización del cannabis irá acompañada de una política de educación sobre el consumo de drogas. Según la ley, los mayores de 18 años podrán tener acceso a la droga mediante el autocultivo, clubes de consumidores o comprándola en farmacias, en todos los casos con límites y previo registro ante el Estado. Las autoridades han adelantado que la venta estará limitada a los residentes en el país. La norma permitirá al Estado regular la importación, producción, distribución y venta de cannabis en el país, esperando desincentivar el narcotráfico y administrar el consumo.

 

El gobierno uruguayo analiza utilizar marihuana en el tratamiento terapéutico de enfermedades y en adictos a drogas más fuertes. En el marco de la regulación de la ley que legalizó en diciembre la producción y venta del cannabis en Uruguay, el Ministerio de Salud Pública (MSP) trabaja en lo referente al uso medicinal de la marihuana en enfermedades neurológicas degenerativas, en cuidados paliativos y el tratamiento del dolor en los momentos finales de la vida, así como en su uso para disminuir el consumo de otras drogas, como la pasta base de cocaína.

 

El primer efecto de la ley fue la legalización del autocultivo, pero para que se inicie la plantación y venta legal es necesario esperar a la reglamentación de la norma, que definirá cómo se otorgarán las licencias para plantar o los tipos de cannabis a utilizar. Se produciría marihuana mediante licencias a privados, pero al comienzo, por una cuestión de seguridad, en invernaderos ubicados en predios militares.

 

Lo cierto es que decenas de empresarios manifestaron interés en plantar marihuana, apostando a calidad y precio para combatir el mercado negro. Se planea permitir la plantación -que se licitará a privados, residentes en el país y bajo control estatal- de cuatro a seis variedades de cannabis para brindarle distintas alternativas a los consumidores, que se estiman en unos 120.000, pero las asociaciones de consumidores sostienen rondan los 200.000, en un universo de 3,2 millones de habitantes.

 

Uruguay se puso así a la vanguardia del debate sobre la legalización de las drogas blandas, apoyado por ex mandatarios latinoamericanos como el mexicano Vicente Fox, el chileno Ricardo Lagos y el brasileño Fernando Henrique Cardoso. Claro, ninguno de ellos se animó a recorrer este camino ni pagar el costo político, cuando eran presidentes…

 

ARAM AHARONIAN

En Montevideo

 

Publicado en “Punto Final”, edición Nº 804, 16 de mayo, 2014

 

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