Madrid.- El escritor Pablo Simonetti presentó su última novela en Madrid, ‘La soberbia juventud’ (Alfaguara) donde reflexiona sobre la juventud y la búsqueda de la propia identidad. El autor muestra en sus páginas la nostalgia y la tristeza por aquella etapa perdida, y asimismo da un repaso a la clase alta chilena criticando su fuerte componente clasista, sus códigos de actuación y su sistema de discriminación “montado como uno de pertenencia, con códigos pasados de generación en generación que hacen que se reconozcan entre sí, y van dejando fuera a todo aquel que no responda”, critica Simonetti.
La novela ‘La soberbia juventud’ trata de Felipe Selden, un hombre joven que atrae a la mayoría de las personas de su entorno. Sin embargo, las exigencias familiares y sociales, sumadas a su inmadurez, lo llevan a tomar decisiones que lo alejan de la felicidad. Dentro de la historia aparece un narrador desde las alturas, Tomás Vergara, “que conoce bien ese mundo conservador, al cual no pertenece ni le interesa ser parte”, explica Simonetti.
La carrera de Pablo Simonetti, Ingeniero civil de profesión, ha sido meteórica: obtuvo el primer premio en el ‘Concurso de Cuentos Paula’, con el más afamado de sus relatos, ‘Santa Lucía’. Este y otros cuentos se reúnen en ‘Vidas vulnerables’ (1999). En 2004 publica su primera novela, ‘Madre que estás en los cielos’, traducida a cinco idiomas y una de las tres más vendidas en Chile de los últimos diez años. En 2007 presenta su novela más popular, ‘La razón de los amantes’, y en 2009 ‘La barrera del pudor’, publicada en América Latina y España.
EurolatinpressCultura.com pudo conversar en Madrid con el escritor y director de la Fundación Iguales que lucha por la diversidad.
-¿Con ‘La Soberbia Juventud’ querías mostrar el proceso interno que viviste en tu juventud?
Yo tuve que bregar mucho para establecer de manera plena mi identidad y mi vocación literaria, y que mi vida se constituyera en torno a estas. Sin duda, todas mis obras tienen la formación de la identidad como su centro. ‘La soberbia’ … también tiene un narrador, Tomas Vergara, que comparte muchas cosas conmigo y en la percepción de que ya no somos jóvenes y que somos vulnerables. Esto lo experimente antes y escribí este libro para desplegar ese sentimiento que ya tenía conmigo y mostrar que no era un hombre joven.
-¿Qué hechas de menos de esa época llamada juventud?
-La novela tiene esa mirada dual sobre la juventud y también la mirada dual sobre la perspectiva que tiene la madurez sobre la juventud. Ésta es magnifica, envidiable, es soberbia y al mismo tiempo es arrogante, no se da cuenta de la consecuencia de sus actos. Ahora, tengo menos energías que antes. Tengo conciencia de una energía que es ilimitada. Cuando me acuesto tarde me cuesta levantarme. Hay una dosificación de la pasión, de que es lo que nos interesa, a quienes queremos en nuestra vida. Enfocamos nuestras fuerzas vitales hacia esos lugares que tenemos definidos. La juventud se entrega omnipotentemente a tantos emprendimientos y tantas personas. Ahora, con la madurez, no es así… A mí me paso como presidente de la Fundación Iguales y seguir siendo el escritor que soy. Me costó mucho llevar las cosas al mismo tiempo. Ahora que soy sólo director y no estoy en la contingencia diaria de la política lo que me da más tiempo para realizar otros menesteres.
-¿Felipe Selden tiene mucho de Pablo Simonetti?
-En algunas cosas. Por ejemplo, no me costó mucho reconocer mi sexualidad. Yo sabía que era homosexual desde los 12 años. Lo que es difícil es asumir públicamente por que mi familia era católica de origen italiano. Y a ellos les costó mas que a mí. Fue un proceso difícil pero lo tenía claro al igual que Felipe. En ese sentido somos parecidos pero somos diferentes a la vez. El reconoce su condición en otra época. Por ejemplo, mi madre consideraba que yo estaba enfermo, un gran amigo me dijo que yo quedaría excluido del mundo, y le daba pena. Los augurios eran bastantes funestos para mí. Ahora los gays pueden trabajar tranquilamente pero antes era pecado, una enfermedad. En Chile la Sodomía era un crimen hasta 1998. La carga social era muy distinta para Felipe que para mí.
-Has comentado en algunos medios que hay más diversidad en Chile, ¿pero acaba de morir un chico gay tras recibir una golpiza?
Sí, es una pena. Las golpizas a personas homosexuales o LGTB (lesbianas, gays, transsexuales, bisexuales) ocurren hace mucho tiempo en Chile pero ahora están más documentadas y antes no se conocían ni habían datos por parte de la policía ni habían organizaciones que defendieran los derechos de este colectivo. La violencia homofóbica ha existido en Chile siempre pero ahora nos horroriza porque los medios informan sobre ello. Hemos avanzado. Ahora cuando el móvil de un asesinato es discriminatorio son más duras las penas de cárcel, hasta cinco años y más. Eso sí, resulta difícil demostrarlo. Por ello también hay que educar a las policías de que hay un móvil discriminatorio. Todavía la policía levanta la situación con bastante simpleza. Hay que decirles que si hubo discriminación se debe investigar a fondo.
-¿Cuanto más trabajo hace falta en Chile para que se acepte la diversidad?
Las organizaciones estamos desarrollando un área dentro del Estado, que será una institución a favor de la diversidad, y en contra la discriminación. Y eso es una trabajo largo. Pero en 20 años más vamos a tener que seguir trabajando contra la homofobia aunque tengamos matrimonio igualitario, etc. Chile esta hoy en día en mucho mejor pie para atacar la homofobia que lo que estaba antes. La violencia contra transexuales es muy dura aún pero hoy tenemos organizaciones que trabajan contra la violencia y eso cambiará el panorama.
-¿Cuando se aprobará en Chile el matrimonio homosexual?
Yo prefiero decir matrimonio igualitario y espero que le saquen el apellido. En mi opinión en tres años se aprobará. Es un proceso político donde hay mucha oposición de los conservadores pero cuando el 50 + 1 de los chilenos estén a favor , los políticos votarán a favor.
-Nos sorprende que en la novela los personajes de clase alta siempre se pregunten cosas como ¿en que colegio estudiaste o en que universidad estudiaste o donde vives?
Yo estudié en el colegio Luis Campino, de clase media, y viví esa especie de discriminación sutiles. La forma de hablar y esas preguntas ¿dónde veraneas?, ¿a que Universidad fuiste?, etc. La clase alta es muy graciosa porque se huelen como los perros. Es un sistema complejo de discriminación. Pero esta discriminación lo extendería a todos los espacios conservadores desde la clase alta hasta la clase baja. Por ejemplo, los códigos evangélicos en los niveles populares. Son códigos secretos que se pasan de generación en generación. Para mí, es un mal conservador el creer que pertenecer es equivalente a discriminar.
-¿En tu opinión la Iglesia Católica y la religión son un atraso para Chile y las sociedades del mundo?
En Chile, la Iglesia Católica en temas de moral sexual ha sido un factor de retraso, especialmente en cuanto al avance de esta leyes de diversidad. Sin embargo, a partir del 2010 desde que se conocieron y se destaparon los casos de abusos sexuales, dentro de la institución, ese panorama cambio totalmente. Hoy día la Iglesia, sin duda, sigue siendo un participante de la discusión política chilena de estos temas pero no tiene poder de veto ni relevancia que tenía antes. Hoy es un agente más de la conversación. Hay un consenso social y político total en la sociedad de que la iglesia no tiene derecho ni puede dar clases de como debemos vivir nuestra vida sexual porque no ha tenido la capacidad de mantener una coherencia y han incurrido en crímenes atroces.
-¿Los poderes políticos siguen teniendo a la Iglesia Católica como un soporte ideológico?
-No, por ejemplo, la democracia cristiana que tiene 23 diputados recientemente elegidos, hay 11 que están a favor del régimen igualitario. Eso lo dice que la Iglesia no puede ya mantener su nivel de censura frente a ciertos temas.
Fuente: http://www.eurolatinpresscultura.com/component/content/article/53-en-portada/1498–pablo-simonetti-la-clase-alta-chilena-se-huele-como-los-perros