Esta semana los ministros de Sebastián Piñera marcaron tendencia en las redes sociales gracias a una foto “selfie” tomada como auto-despedida del “gobierno de los mejores”. Por supuesto esta no fue una idea original de los tecnócratas piñeristas, sino que una copia al “selfie” realizado hace poco por un grupo de populares actores gringos en plena premiación de los Oscar.
La foto de los ministros de Piñera devela en plenitud lo que fue el gobierno de los últimos 4 años: Un egoísta y ególatra niño solitario que quiso hacerlas todas con tal de ganarse el afecto de su entorno. No importó traicionar ideología ni partidos. Había que buscar esa auto- foto perfecta que enamorara a los seguidores de redes sociales y ganara millones de “Me gusta”. Por eso se cerró el penal cordillera, se habló de cómplices pasivos de la dictadura, se paralizó la construcción de una termoeléctrica y se comenzó a reventar la burbuja sagrada en que se refugiaban lucro y empresarios. Que importaba la UDI o la tradición derechista, al poco fotogénico Piñera le interesaba el “selfie” político que lograra ganar el corazón del nuevo Chile. Pero a pesar de sus intentos, no lo consiguió.
¿Y qué es un “selfie”? El selfie es una fotografía que alguien se hace a sí mismo normalmente con un Smartphone y que luego es subida a las redes sociales. El uso en la red de este neologismo se incrementó en un 17.000% durante el pasado año y coronó a “selfie” como la palabra del 2013. El estallido de esta nueva forma de autorretratarse adquirió fuerza cuando emblemáticos líderes mundiales como Barack Obama (hizo uno en pleno funeral de Mandela), David Cameron y el Papa Francisco subieron sus propios selfies.
Lo cierto es que este inofensivo fenómeno deja en evidencia la exagerada necesidad de los individuos actuales por mostrarnos a nosotros mismos. La irrupción de las redes sociales y la hiper conexión, junto con democratizar y espiar la información global, ha amplificado el narcicismo y las ganas de hacerse notar para demostrar que se tiene una vida maravillosa. Desde el famoso rock star, al devoto y consecuente militante de mil causas. Cada uno busca el momento preciso para lanzar el selfie perfecto, ya sea desde el gimnasio o la barricada.
Hoy vivimos en un mundo donde todos queremos entrar en escena, ya nadie quiere quedar como mero espectador. Tal como lo plantea Baudrillard “El espectáculo se torna participativo, interactivo ¿se trata de su apogeo, o de su final? Cuando todos se hacen actores ya no hay acción, ya no hay escena, muere el espectáculo como tal. Es el fin de la ilusión estética”.
Y es que la ilusión estética de la epopeya, la poesía, las metáforas y las viejas cartas de amor, hoy no son más que inmediatas imágenes virtuales. Todo lo que tanto trabajo dio separar, sexuar, trascender y metamorfosear, se ha tornado pura confusión debido a la excesiva proximidad del acontecimiento y su difusión en tiempo real. Tal como lo canta la publicidad “El futuro es ahora y tú eres el protagonista”.
El Chile actual tendrá el desafío de intentar cambios estructurales en medio de una generación “selfie”. Una sociedad extremadamente narcisa, ansiosa y poco resistente a la frustración. Ya vimos como en la última presidencial la izquierda extra nueva mayoría se dejó engañar por la especulación virtual y a punta de selfies tuiteros creyó rozar la revolución. Hoy vemos como la Nueva Mayoría en 100 días pretende enmendar el país neoliberal que construyera en 20 años y en un sólo selfie tuitero mostrarlo como señal de conversión.
Hablar de cambios estructurales, es hablar de procesos y los procesos no se resumen en una auto- foto para la historia. Tampoco terminan en un solo gobierno. Dificilmente en los próximos 8 años logremos tomarnos “selfies” en plena sesión de una asamblea constituyente. Lo más probable es que los cambios estructurales tengan que lidiar comunicacionalmente con desempleo, delincuencia o con una nueva guerra mundial.
Así como nosotros, los que aspiramos a cambios estructurales, exigimos un Chile distinto AHORA, otro gran número de compatriotas exigirá su cuarto de libra, AHORA . Eso lo sabe la derecha y por lo mismo operará desde lo cultural, su gran legado. Un legado de “problemas reales de la gente”, esos que se pueden “selfiar” y subir instantáneamente.
Los cambios estructurales tienen que sostenerse sobre un proceso cultural que vaya abriendo camino a la concreción en un mediano y largo plazo. Por lo mismo es que en este proceso debiera primar el bien superior por sobre la mezquindad ansiosa del lote o la figura. Y lo más importante, entender y dimensionar el momento histórico que nos toca vivir, en medio de una política virtual, una economía virtual y una historia virtual ´que han llegado para confundir desde su ilusorio selfie del YO autorrealizado .