Diciembre 27, 2024

El petróleo de Venezuela es el blanco de Estados Unidos

Estados Unidos (EU) se propuso derribar al gobierno legítimo de Nicolás Maduro con la técnica del “Golpe Suave”, basada en la apariencia de “no violencia”, un arma política teorizada desde el siglo pasado por el estadounidense Gene Sharp (1), y llevada a lo político-militar por Robert Helvey, coronel (r) del ejército de EU, a través de la Albert Einstein Institution, que utiliza post-morten el nombre del científico pacifista.

 

El dúo Sharp/Helvey, cuyos entrenamientos generan gran violencia bajo una apariencia “no violenta”, resulta poco conocido para el grueso público, aunque en un documental (2) alardean de sus experiencias de injerencia “no violenta”, que incluyen lucha armada, en Birmania, Serbia, China (hubo un intento de Helvey  y su ayudante Bruce Jenkins de “asesorar” en la Plaza Tian’anmen, en Pekín, 1989, pero fueron expulsados de esa nación), Serbia, Lituania y ahora Ucrania y Venezuela.

 

EU persigue en Venezuela dos botines, uno político y otro económico: derribar a Nicolás Maduro y hacerse del petróleo, que motoriza la historia política venezolana del último siglo. La metrópolis está irritada porque Venezuela le vende cada vez menos combustible, mientras aumenta sus exportaciones a China, India, Latinoamérica y el Caribe. Según la agencia Blomberg (2-2-2014), “las ventas de energía de Venezuela a los Estados Unidos se encaminan a los niveles más bajos en 28 años”. (3)

La estrategia Sharp/Helvey requiere la caja de resonancia mundial de los grandes medios informativos, una auténtica cortina de hierro (pero mediática) que controla la mente de gran parte de la audiencia, incluso de sectores democráticos y progresistas, en nombre de la “libertad” y “la democracia”, mientras se ejecuta todo lo contrario en los procesos de derribar gobiernos hostiles para Washington. La “no violencia-violenta” suele ser el preámbulo de una guerra, que al comienzo muestra la imagen mediática de una “revolución de colores” o una “primavera”. Este es un cuento de nunca acabar que se repite sistémicamente en diferentes lugares del planeta. El neo-colonialismo estadounidense configura un poder mundial, político, militar y mediático compartido con Europa occidental.

 

Manuales Sharp-Helvey & CIA

Lo que está ocurriendo hoy en Venezuela no es casual, ni responde únicamente a la dinámica de la lucha de clases interna, o sólo a la iniciativa de los sectores fascistas de la burguesía y clase media alta local, sino a estrategias “no-violentas” largamente elaboradas por el gobierno de EU, pensadas en el siglo pasado y reiteradamente experimentadas y “mejoradas” en diferentes países para derribar gobiernos, por ejemplo el financiamiento y entrenamiento del movimiento Optor de Serbia en 1998, la “revolución  naranja” de Ucrania en 2004 (y el golpe de estado en curso hoy en 2014), además de los esfuerzos por la desestabilización en Venezuela.

 

En Ucrania hoy actúan “organizaciones fuertemente vinculadas a redes de ONGs de propaganda de EU resueltas a «extender la democracia por el mundo» en sintonía con la ideología neoconservadora de supremacía del mundo occidental”, escribieron el historiador Jon Kortazar Billelabeitia y otros nueve autores (4). “Suelen ser organizaciones que basan su lucha en la «no-violencia» según el manual del teórico Gene Sharp. El mismo Sharp admite que este tipo de lucha es más eficaz y «vendible» que el tradicional golpe de Estado militar -es más atractivo ver a jóvenes agitando banderas que a militares sacando tanques a la calle- , y remacha que «nuestra función es hacer abiertamente lo que la CIA hacía encubiertamente». En efecto, la misión de estas «organizaciones de colores» es pretender cambiar por medios no-convencionales el Gobierno o la política de países soberanos e incómodos a EEUU”.

 

Desde el primer manual de Sharp, «La política de la acción no violenta» (1973), la “no violencia” no excluye el destrozo de los “pilares” que sustentan al gobierno víctima, con énfasis en instituciones y bienes del Estado. Helvey, ex combatiente de Vietnam, “descubrió” a Sharp en Harvard University hacia 1983, cuando se desempeñó un año como investigador del ejército mientras su maestro impartía el Programa Sanciones No Violentas en el Centro de Asuntos Internacionales de esa universidad. El programa Sharp interesó a la OTAN para resistir una eventual “invasión roja” del Pacto de Varsovia –la fenecida alianza militar de los “países comunistas”– a Europa Occidental, proclamada como amenaza por EU cuando gobernaba Ronald Reagan, quien re-calentó al máximo la “guerra fría”.

Mientras Sharp decía “Combatimos con armas psicológicas, armas sociales, armas económicas y armas políticas”, Helvey llevó a la práctica sus teorías y sistematizó tácticas para derribar cualquier gobierno: “Estos pilares sostienen al gobierno igual que mis dedos sostienen este libro: la policía, las comunidades, las instituciones religiosas, los trabajadores, lo que sea; cada organización. Y a medida que se van debilitando y empiezan a derrumbarse el gobierno se derrumbará cuando los pilares estén rotos. Lo ideal es que esos pilares no queden destruidos sino que sean traspasados al movimiento democrático”. (1)

 

La cuestión petrolera

EEUU siente que “perdió” a Venezuela, más o menos como a Cuba, nación que ocupó militarmente en dos períodos (1898/1902 y 1906/1909), mantuvo su injerencia hasta la Revolución (1959), aún conserva la base de Guantánamo y fracasó en abril 1961 con la invasión de Playa Girón. A Venezuela la controló política y económicamente sin necesidad de invadirla, desde que emergió la explotación de petróleo –a comienzos del siglo 20– hasta el advenimiento de la Revolución Bolivariana liderada por Hugo Chávez desde 1998 y continuada hoy por Nicolás Maduro. Estas pérdidas de control e influencia le duelen tanto como una amputación a la política imperial neo-colonial. Hieren el “amor propio” y el “destino manifiesto” que sustenta la clase dominante del país del norte.

Por casi un siglo, el petróleo y los gobiernos venezolanos fueron manejados por EEUU. “Todas las grandes conmociones políticas y golpes de Estado estuvieron relacionadas con el petróleo: no es posible explicar la historia política de Venezuela sin el petróleo”, me dijo Arévalo Méndez, embajador de Venezuela en Chile, en una conversación reciente. Varios gobiernos fueron derribados incluso por pequeños cambios en la política petrolera, aunque ésta globalmente siguiera favoreciendo los intereses de las compañías energéticas de EU, o por tímidas declaraciones de intención de no renovar ciertas concesiones. “Así como el petróleo, los “petrodólares” tampoco eran de Venezuela, ni siquiera tras la nacionalización de 1976; ahora los estamos recuperando”, dijo Méndez.

El fracasado golpe de 2002 paralizó la industria petrolera y puso al descubierto que ciertas actividades de Petróleos de Venezuela (PDVSA) aún eran controladas por empresas de servicio estadounidenses, por ejemplo las que manejaban el software de las operaciones de almacenado y embarque, y la corporación petrolera estatal todavía estaba sometida a una mafia de ejecutivos que respondía más al interés de Washington que al de Venezuela.

 

Hoy Venezuela está recuperando sus “petrodólares” con nuevas políticas de manejo de divisas para evitar su fuga ilegal, explicó el Embajador. Y Blomberg advirtió el 2 de febrero que “las exportaciones de crudo y productos del petróleo a los EE.UU. promediaron 792.000 barriles por día en los primeros once meses de 2013. Sería el ritmo anual más bajo desde 1985, de acuerdo con los datos que publicó ayer [1-2-2014] el sitio web de la Administración de Información de Energía de los EEUU”.

Las ventas más bajas en 28 años obligan a las refinerías de la Costa del Golfo –adecuadas al petróleo liviano local y venezolano– a satisfacer la creciente demanda interna aumentado “al nivel más alto en un cuarto de siglo la explotación de las rocas de esquisto”, o sea, el petróleo súper pesado que se extrae de formaciones bituminosas, cuyo procesamiento es más oneroso. En otras palabras, sólo el 30% de la producción petrolera venezolana se está enviando a EEUU mientras crece la demanda desde otras latitudes. En diciembre 2013 se  produjeron 2,45 millones de barriles diarios, según Bloomberg. La producción en 2014 alcanzaría a 4 millones de barriles/día, según anunció PDVSA a mediados de 2013.

 

Las crecientes exportaciones a China, India y a otros países son criticadas como “malos negocios” por la prensa internacional especializada, que coadyuva a la matriz ideológica-mediática de que nada es mejor que someterse al sagrado control estadounidense, sinónimo de “libertad y democracia”. “Venezuela pierde al venderle crudo a China, que es un mercado en el que obtiene menos cantidad de dinero”, dijo John Auers, vicepresidente sénior de Turner Mason Co., consultora de este sector industrial, en una entrevista telefónica desde Dallas con Blomberg. “Lo hacen a pesar de sí mismos, ya que no le quieren vender a EU”. Además, esas ventas duelen e irritan a la superpotencia neo-colonial, que ya ha mostrado cómo acentúa su pre-disposición “natural” a la guerra cuando se trata de apoderarse del petróleo de otros países, como demostró recientemente en Irak y Libia, honrando su “destino manifiesto” de imponer en a todo el orbe su particular concepto de “libertad y democracia”.

Utilización del nombre de Albert Einstein

En 1983 Sharp fundó en Boston su fachada ideológica, la Albert Einstein Institution, que le permitió aplicar sus modelos en situaciones concretas con dinero de los contribuyentes estadounidenses, reveló un acucioso reporte del periodista y escritor francés Thierry Meyssan, publicado en enero 2005 en la Red Voltaire. (5)

 

Meyssan recordó hace casi 10 años que en 1985 Sharp publicó en Londres Making Europe Unconquerable: The Potential of Civilian-based Deterrence and Defense (Construyendo una Europa invencible: el potencial basado en la disuasión y defensa civil), cuya segunda edición (6) lleva un prefacio de George Kennan, teorizador considerado “el Padre de la Guerra Fría”, aunque años más tarde fue dejado de lado y olvidado por el gobierno estadounidense porque cambió de opinión y concluyó que ya no existía “el peligro de expansión soviética”. En 1987, la asociación de Sharp fue financiada por el Instituto de EU para la Paz, que acogió seminarios para instruir a sus aliados en defensa basada en desobediencia civil.

La pregunta es “¿por qué aparece el nombre de Albert Einstein como si hubiera respaldado las andanzas de Sharp, Helvey & CIA?”. Meyssan lo explicó así en 2005: “Se trata de un nombre no sospechoso. El primer libro de Gene Sharp sobre los métodos de Gandhi comenzó con un prefacio firmado por Albert Einstein, aunque el libro fue escrito en 1960, cinco años después de la muerte del genio. Por lo tanto, Albert Einstein no escribió nada para el trabajo de Sharp. Todo lo que Sharp hizo fue reproducir un artículo sobre la no violencia escrito por el científico”.

El general Edward B. Atkeson, más tarde experto del CSIS (sigla en inglés del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales) y gerente de la Asociación de Antiguos Oficiales de Inteligencia (AFIO), fue integrado al instituto, con el visto bueno del ejército y la CIA, adscrito al aparato encubierto de interferencia estadounidense en asuntos de los estados aliados. Así, explotando la moralidad de los medios de acción “no-violentos”, se evitaron debates sobre la legitimidad de esas acciones. La no-violencia era aceptada como buena por sí misma y, siendo parte integral de la democracia, facilitaba el disfraz de acciones encubiertas que intrínsecamente no son democráticas, escribió Meyssan.

 

Cuando la CIA advirtió lo útil que podría ser la Albert Einstein Institution introdujo en el juego al coronel Robert Helvey, veterano de Vietnam, experto en acciones clandestinas y ex decano de la Escuela de Formación de Agregados Militares de las Embajadas. En 1988, “Bob” Helvey viajó a Birmania para aplicar allí las elucubraciones de Gene Sharp adiestrando a la oposición en estrategias no violentas de crítica a la junta militar más cruel del mundo, pero sin cuestionar el sistema. Helvey, que ya había estado en Birmania como agregado militar (1983-1985), pudo identificar a los opositores “buenos” y a los opositores “malos” para Washington en un momento crítico: la verdadera oposición, encabezada por la señora Aung San Suu Kyi, fue etiquetada como amenaza para el régimen pro-estadounidense. La líder, quien sustentaba una política no-violenta verdadera, pasó 15 años encarcelada o en arresto domiciliario. Sólo en 2012 pudo ir a Oslo a recoger el Premio Nobel de la Paz que le fue otorgado en 1991.

 

El trabajo de «Bob» fue fácil. Desde que fue agregado militar en Rangún (1983-85) todo el mundo sabía que ayudó a estructurar la dictadura. En su doble juego, el coronel Helvey dirigió simultáneamente una acción clásica de apoyo militar a la resistencia de la etnia Karen: proporcionó armas para controlar a una guerrilla limitada que le servía a Washington para poder mantener a la junta militar bajo presión.

 

Esta vez “Bob” no utilizó la expresión “no-violencia” porque no le agradó al general Bo Mya, jefe del ejército Karen y presidente de la Unión Nacional Karen, según un relato de propaganda del propio Helvey en el Peace Magazine que es una caja de resonancia del instituto (7). En definitiva, Helvey consiguió que el desconfiado general Bo Mya aceptara “desafío político” en reemplazo de “no-violencia”. Para venderle las ideas de Sharp utilizó el mismo cuento de “los pilares” que deben derrumbarse con la violencia de la acción “no-violenta”. Según su propio relato, “Tomé un pequeño plato en la mano y lo levanté con tres dedos. Le dije: ‘Mis dedos son los pilares de apoyo. ¡Observe qué le ocurre a la placa cuando se socavan sus pilares’! Se dejó convencer. Entonces le expliqué cómo, con esa comprensión teórica, se podría socavar deliberadamente estos pilares de apoyo y capacitar a la gente para resistir y desafiar” (6). Pero no contó cuánto dinero gastó EU en esta débil guerrilla opositora, más bien simbólica, controlada por la CIA para manejar mejor a un gobierno también controlado por Washington.

 

Recuento de fechorías “no violentas” descritas por Thierry Meyssan

En 1989, Sharp comenzó a asesorar a movimientos anticomunistas. Participó en la creación de la Alianza Democrática de Birmania, una coalición de notables anticomunistas que rápidamente se unió a la dictadura militar.

Por esa fecha asesoró al Partido Democrático Progresista de Taiwán, que favoreció la independencia de la isla de China.

También unificó la oposición tibetana bajo el Dalai Lama.

Trató de formar un grupo disidente de la OLP con “nacionalistas palestinos que detendrían el terrorismo”, que fueron entrenados en secreto en la embajada estadounidense en Tel Aviv con apoyo del coronel Reuven Gal, director de la división de Acción Psicológica de las fuerzas armadas israelíes.

En junio de 1989, con su ayudante Bruce Jenkins, Robedrt Helvey fue a Beijing, dos semanas antes de los acontecimientos de Tiananmen, pero ambos fueron expulsados por las autoridades chinas.

En febrero de 1990, la Albert Einstein Institution organizó una Conferencia sobre las Sanciones No Violentas que reunió a 185 expertos de 16 países, dirigida por los coroneles Robert Helvey y Reuven Gal, en el inicio de una cruzada anticomunista internacional en pro de la acción no violenta.

Thomas Schelling, economista, académico y consultor de la CIA, se incorporó al Consejo de Administración de la Institución cuyo presupuesto fue reforzado por el Instituto Republicano Internacional (IRI), una de las cuatro ramas de la National Endowment para la Democracia (NED/CIA).

En octubre de 1990, Sharp y su equipo entrenaron en Suecia a varios políticos lituanos en la organización de una resistencia popular contra el Ejército Rojo.

En mayo de 1991, cuando estalló la crisis y Gorbachov desplegó sus fuerzas especiales, Sharp fue el asesor de Sajudis, partido separatista (Perestroika Initiative Group) y se mantuvo cerca del líder conservador Vytautas Landsbergis.

En junio de 1992, Audrius Butkevicius, ministro de defensa de la Lituania independiente, organizó un simposio para agradecer el papel de la Albert Einstein Institution en la independencia de los países bálticos.

En 1998, la Albert Einstein proporcionó asistencia ideológica y técnica a Otpor («Resistencia»), un grupo opositor de Slobodan Milosevic, con un presupuesto de 25 millones de dólares reconocidos por Helvey. (7)

Al mismo tiempo, intervino en la provincia de Kosovo para entrenar el LDK de Ibrahim Rugova, pero resultó inútil para Washington durante la guerra de Kosovo.

Otpor se convirtió rápidamente en una opción para derrocar en Serbia a Slobodan Milosevic, muy popular por resistir a la OTAN.

Helvey entrenó líderes de Otpor en seminarios en el hotel Hilton de Budapest (el dinero no era un problema para derrocar al último gobierno comunista de Europa), en una operación a cargo del agente Paul B. McCarthy, discretamente instalado en el hotel Moskva de Belgrado hasta la renuncia de Milosevic, en octubre de 2000. El Instituto Republicano Internacional (IRI), del partido homónimo, contribuyó a los gastos, que por lo menos ascendieron a 25 millones de dólares admitidos por Helvey (7).

En septiembre de 2002, Sharp capacitó en La Haya a miembros del Consejo Nacional Irakí, quienes se preparaban para regresar a Irak con el ejército estadounidense.

En septiembre de 2003, la Albert Einstein Institution asesoró a la oposición de Georgia para cuestionar los resultados electorales y forzar la renuncia de Eduard Shevardnadze con las manifestaciones de la «Revolución de las Rosas».

Después del fracaso del golpe organizado por la CIA en Venezuela, en abril de 2002, el Departamento de Estado contrató a la Albert Einstein Institution para asesorar a los derechistas de cara al referéndum revocatorio contra el presidente Hugo Chávez.

Sharp y su equipo adiestraron a los dirigentes de Súmate en las manifestaciones de agosto de 2004 y luego instruyeron a la derecha para cuestionar los resultados electorales y exigir la renuncia del Presidente. Se las arreglaron para llevar a la burguesía a la calle, pero el gobierno popular de Chávez fue más fuerte y en definitiva, los observadores internacionales no tuvieron más remedio que reconocer la victoria de Hugo Chávez.

Sharp falló en Bielorrusia y Zimbabwe porque no pudieron reclutar y entrenar oportunamente la cantidad necesaria de manifestantes.

En la «Revolución Naranja», en noviembre de 2004, aparece de nuevo al coronel Robert Helvey en Kiev (Ucrania).

Por último, la Albert Einstein Institution comenzó a entrenar a los agitadores iraníes. Etcétera…

 

*) Ernesto Carmona, periodista y escritor chileno.

Referencias:

1) Video (7,5’) de Karen Méndez “Del Gorilismo al Golpe Suave” en http://www.youtube.com/watch?v=8Hm_fsH3oWs

2) Cómo empezar una revolución:

http://www.youtube.com/watch?v=L_m_W50Pzls   

3) http://www.elmostradormercados.cl/bloomberg/las-ventas-de-petroleo-de-venezuela-a-ee-uu-caen-a-nivel-mas-bajo-en-28-anos-muestran-el-costo-de-china/

4) Los otros co-autores son Asier Blas; Axier Lopez; Beatriz Esteban; Ibai Trebiño; Joseba Agudo; Marikarmen Albizu; Nerea Garro; Ruben Sánchez Bakaikoa y Xabier De Miguel, militantes internacionalistas. http://www.tercerainformacion.es/spip.php?article63438

5) Thierry Meyssan, 4-1-2005: The Albert Einstein Institution: non-violence according to the CIA

http://www.voltairenet.org/article30032.html

6) Making Europe Unconquerable: The Potential of Civilian-based Deterrence and Defense. Taylor & Francis Publishing House, Londres, 1985. La segunda edición incluye un prefacio de George F. Kennan, Ballinger Publishing House, Massachusetts, 1986.

7) Entrevista a Robert Helvey de Metta Spencer, Revista Paz, enero-marzo 2008 , página 12

http://peacemagazine.org/archive/v24n1p12.htm

 

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