El 27F fue para muchos simplemente la remoción de los cimientos de un derecho justo a la vivienda, a la ciudad, a habitar sitios que son patrimoniales (en el sentido de una construcción familiar histórica), lugares de identidad colectiva y a la pertenencia. En pos de un avance salvaje de las constructoras e inmobiliarias avaladas por el gobierno que está de despedida.
Muchos de los que circulan por las ciudades pasan siendo, o queriendo, ser ignorantes de lo que hay detrás del boom inmobiliario. Están sujetos a la idea de desarrollo y progreso, sustentado por las enormes torres que poseen pequeños departamentos a precios enormes. O bien, villas con casas de iguales características a lo largo de todo el país. La idea es cumplir el sueño del lugar propio.
A pesar de esta ilusión que poseen muchos, existe otro grupo de personas que luchan. Que saben lo que es pertenecer a un lugar, lo que es haber generado un patrimonio y un lugar identitario. O bien, lo que es haber conseguido dicho sueño a pulso, pero que fue destruido por el terremoto y más que él: por las autoridades, seguido por los intereses económicos que mueve el sistema inmobiliario.
Claramente se dirá que es una situación burda, por las cifras que ha entregado el Gobierno y que no hay fórmula de demostrar lo contrario. No obstante, hay tres casos emblemáticos en la región del BíoBío que son una muestra de lo que ocurre a nivel nacional, replicándose de diversas maneras, porque el tema de trasfondo acá es cómo el sistema económico aliado al sistema político se han enriquecido de forma abrumante, con una nula proyección de país a todo nivel.
Villa Futuro: la erradicación forzada
Si hay que empezar por un caso, sin duda este es uno de lo más emblemáticos, siendo el ícono de la discrepancia de la reconstrucción: manipulaciones, engaños, manejos de poder y presiones por parte de organismos públicos en un lugar que no fue terremoteado.
Este conjunto de edificios se ubica en la comuna de Chiguayante, a 30 minutos de Concepción. Emplazada a orillas del río BíoBío. Son viviendas sociales entregadas en 1994 bajo el gobierno del presidente Eduardo Frei – que hasta el 27/F eran integrados por 1.320 familias en 48 pares de 2 edificios- perteneciendo en un principio a la comuna penquista. En ese tiempo el rio tenía un carácter improductivo y no había proyección de desarrollo en el borde costero, pero los tiempos cambian y las oportunidades también.
Cuando ocurrió el terremoto Chiguayante ya era comuna autónoma, por lo que los planes territoriales habían cambiado y ahora había un especial interés en el río.
Es aquí cuando comienza lo paradójico del caso de los pobladores de Villa Futuro como damnificados. Según un primer informe, se aseguraba que del conjunto de edificios, sólo el Block 453 estaba inhabitable, por lo que sus vecinos se organizaron inmediatamente exigiendo respuesta a sus problemáticas habitacionales. Por el temor de las réplicas, se levantó un campamento de media-aguas básicas con capacidad suficiente para recibir al 90% de los habitantes. Además se presenta la oportunidad de mejorar el estilo de vivienda (la original tenía 36 mts2), optando por tener una doble vida: Departamento/Media Agua.
Debido al tamaño del asentamiento y a las demandas de soluciones es el momento en que aparecen las autoridades. Y también, un segundo informe del Sernageomin advierte que se debía re-ubicar a los vecinos por el daño estructural de sus viviendas. Pasamos así de un edificio con daño a toda Villa Futuro.
Sebastián Piñera, presidente de la nación, promete otro estudio que consiste en reparar los departamentos y si no se pudiera, construir nuevos edificios. Aparece, también la mano que mece la cuna en todas las historias de la reconstrucción local: la intendenta Jacqueline van Rysselberghe, como salvadora prometiendo que habrá nuevas viviendas. Por su parte, el municipio de Chiguayante encarga un tercer informe de Evaluación de Edificaciones, el que dice que los edificios son HABITABLES.
Otros actores son el SERVIU, que ofreció un protocolo de acuerdo, el cual firmaron algunos vecinos y dio pie a la división en la orgánica de la demanda habitacional. Acá se ofrecía un subsidio correspondiente a 580 U.F que se debe utilizar para la adquisición de un inmueble a plazo de un año. Sin embargo, con la habilidad del ilusionista, la entidad les pasó un cheque al día, con el cual se podía cobrar diez millones de pesos de inmediato. Cheques que a la postre se perdieron, pues nunca se encontrarían viviendas a ese precio y además, los /as pobladores/as al verse con esa cantidad de dinero lo invirtieron en otras cosas.
Con el pasar del tiempo, la gente desmanteló sus casas esperando por las promesas. Luego se suma que llegaron al lugar personas ajenas a tomar los departamentos vacíos, muchos de los cuales eran delincuentes. Agravando la situación en la que ya vivían los vecinos que resisten a los engaños y a las presiones.
El último antecedente, pero no menos vital, es que existe un proyecto de 140 millones de dólares aprobado por el SEIA (Servicio de Estudio de Impacto Ambiental) que pretende unir las comunas de Hualqui y Concepción, pasando por Chiguayante, en una carretera que bordeará el río Biobío. Y que según el estudio “el proyecto permitirá incorporar a la comuna amplios terrenos para urbanizaciones residenciales destinadas a las población de ingresos medios y altos, lo que implica un mejoramiento de las características socio-económicas de la comuna, un incremento en la superficie de área verdes y un potencial estímulo para el desarrollo de proyectos inmobiliarios”[1].
Hoy en día Villa Futuro tiene un terrible aspecto de abandono. A cuatro años del terremoto este lugar está en una batalla por la vivienda justa y digna.
Aurora de Chile: la reconstrucción como pretexto de negocio
La población Aurora de Chile se erige como una urbanización llena de identidad, construida a pulso por sus primeros habitantes, ya hace más de 80 años. Tiene esa historia tradicional de la industrialización en nuestro país. Personas sin terreno, muchos emigrados del campo, rellenan el río BíoBío que en ese tiempo no era – y por mucho tiempo – considerado parte de los planes urbanos de Concepción. Ubicada en la ribera norte, de ella surgen barrios aliados: Pedro del Río y Pedro de Valdivia.
Los pobladores de la Aurora pasaron los embates del terremoto, sus antiguas y más modernas construcciones resistieron en la medida que pudieron, pero no sufrieron el gran azote de otras localidades de la región. Sin embargo, la amenaza que tienen hoy parte de la reconstrucción: de alguna forma los grupos de poder que ya la tenían en la mira, se dieron cuenta del valor que tenía el río en el Concepción post-bicentenario. El problema nació con el puente mecano que el entonces ministro Rabinet llamó “que vale callampa”.
El antiguo Puente Viejo no resistió y cayó. Ante la emergencia se planteó el mecano el cual posee otra proyección vial hoy en construcción: el puente Chacabuco. Que amenaza pasar por encima del lugar para ser enlazado directamente con la ciudad. A la par de ello comenzó a sitiarse el lugar: se construye el Mall Plaza Miradador BíoBío (Costanera), se planea un proyecto emblemático de Teatro Regional (Teatro Pencopolitano) frente a la población (la cual sería el estacionamiento de dicho emplazamiento cultural) y se construye un memorial de dos mill millones de pesos, que burla las condiciones en que se encuentran los vecinos[2].
A lo anterior se suma un proyecto inmobiliario que se emplazará encima de Aurora de Chile, proyecto de Emilio Amstrong (UDI), ex-postulante a alcalde por Concepción, y cercano del clan Van Rysselberghe.
¿Cómo ocurrió si fue sólo un puente? Respuesta fácil: una situación similar a la de Villa Futuro, una oportunidad de negocios, terrenos de bajo costo que luego tendrán gran plusvalía. El método, el mismo ocupado en todas las estafas de la reconstrucción: tristemente el poder político aliado al poder económico, en este caso inmobiliario. Papeles truqueados, malas licitaciones, manipulaciones, promesas falsas y finalmente presión[3].
En la retina está aún el caso, en que el senador Navarro denuncia a la ex-intendenta Jacqueline Van Rysselberghe, cuando ésta en una reunión le ofreció a los vecinos hacerlos pasar por terremoteados, a fin de que obtuvieran una vivienda digna. Una acción llena de irregularidades y por la que pierde el cargo en la región del BíoBío.
La erradicación de esta población, donde los vecinos poseen casas de 50 hasta 100 mts2, evidencia un claro proceso de gentrificación en la ciudad, transformación urbana que brindará terrenos disponibles para realizar negocios inmobiliarios de mayor plusvalía. Y donde la población original es desplazada hacia nuevos hogares en sitios periféricos de la ciudad.
Llico: Una muestra de los errores de gestión pública
Lo que ocurrió en Llico está directamente relacionado con el terremoto y maremoto. Localidad costera ubicada a 32 kilómetros de Arauco. Por sus características, el mar irrumpió en las casas de los habitantes dejándolos gravemente afectados. A la fecha ya llevan 4 años viviendo en medias-aguas, muestra de la pésima gestión de los organismos públicos en materia de reconstrucción.
Las soluciones habitacionales para ellos fue licitada y adjudicada a la empresa Constructora Maule. Las obras actualmente se encuentran paralizadas, pues los vecinos denunciaron graves fallas estructurales. Es evidente: no hay una urbanización cercana, en invierno las cubre el barro, enchufes cerca de llaves de agua potable, entre otras. A ello se suma el engorroso proceso por el que han pasado para postular a viviendas.
El informe técnico desarrollado por la I. Municipalidad de Arauco, deja en evidencia lo grave de la situación, que hasta el propio alcalde de la comuna, Mauricio Alarcón G, optó por paralizar las obras y poner una denuncia en Contraloría. Obviamente, las personas de Llico se sienten abandonadas solo por ser una comuna pequeña y distante del centro urbano. En un caso que estuvo ausente de planificación y supervisión por parte del sistema público, ese mismo que ofreció una reconstrucción digna y justa para todos.
Una excusa para el desconcierto
Si bien el terremoto y el posterior proceso de reconstrucción son el tema que se conmemora hoy en día, a casi cuatro años, el 27F es solamente la punta de lanza de las demandas ciudadanas. Pues como se lee, el gobierno de Sebastián Piñera y quizás en el futuro de Michele Bachelet, no se tuvo ninguna visión sobre el tema de vivienda ciudadana. Tampoco idea de cómo planificar un barrio o ciudad. Los damnificados simplemente por pertenecer a una clase social obrera o llamada baja, se les relegó a la periferia en la ciudad; y a los campesinos se les alejó de sus tierras y se les llevó a los pueblos. Continuando con la segregación y evidenciando un proceso de transfomación urbana denominado gentrificación, que puede tener lugar bajo distintas formas pero se produce principalmente con base en la situación de la vivienda con el desplazamiento de las clases populares.
¿Qué clase de ciudad es la que se planea? ¿Cómo se respetan los derechos a la vivienda? Se habla de patrimonio e identidad nacional, local, etc. No obstante, vemos que esto está relegado a un simple crucigrama mercantil. En Chile prima la ganancia, avalada por el poder estatal y el sistema político regente, cuya esfera de visión es el presente, el futuro es para sus hijos y cómo ellos puedan continuar este esquema, en un país enfermo y explotado.
Esta no es una celebración, es un recuerdo vivido, que invita a todos a ver más allá de un proceso fallido y maquillado, que no corresponde a la realidad no sólo de los pobladores, sino que de los obreros, profesionales, de los que deben el crédito, de los que pagan por vivir, de las amas de casa, de las mujeres que trabajan y no tienen derecho a la maternidad, de nuestro ambiente explotado por la mineras, de nuestra alimentación, en fin, por hacer valer nuestros derechos como ciudadanos a un país íntegro y respetuoso. La marcha que habrá del 27F es por todas las demandas de los habitantes de este país.
[1] Los datos han sido tomados del estudio e investigación de “Ciudadanía y Territorio” Observatorio de Vivienda y políticas públicas. Que se ha encargado fiscalizar el proceso de reconstrucción. http://www.cyto.cl/
[2] De los textos y publicaciones de RED CONSTRUYAMOS: