Enero 3, 2025

Infiltrados por la derecha

cut-logo120

cut-logo120Una cosa así sólo sucede en un país que se ha construido bajo la inspiración de la Constitución de 1980, perfeccionada por la Concertación y agudizada por el gobierno de Sebastián Piñera. El Congreso de la Central Unitaria de Trabajadores ha rechazado, por la gran mayoría de los asistentes las votaciones universales para elegir a sus dirigentes.

 

 

 

 

¿Lo habrá infiltrado la UDI?

 

Qué cosa más rara que de los congresales mediante una arrasadora mayoría se hayan decidido por mantener la insanía de permitir que la más básica de las conductas democráticas, votar, sea alejada como una peste, una mala costumbre, como agarrarse la bragueta, o meterse los dedos en la fosas nasales.

 

De haber asistido trabajadores a ese Congreso, quizás esa deformación extraña que ganó por tan extenso margen no hubiera pasado.

 

Como recordarán algunos chilenos, las elecciones tal como se conocen en Chile, fue uno pocos efectos que tuvo el alejamiento de la dictadura, aquel lejano año 1989. Muchos pensaron que las organizaciones que habían hecho tanto por el retorno democrático, por un efecto dominó, integrarían a sus conductas los más altos índices democrático posibles. Pero no fue así.

 

Aún después de veintidós años, la central Unitaria de Trabajadores no puede convocar a sus representados a elecciones libres, democráticas, universales informadas, para que sean los trabajadores los que elijan a sus dirigentes.

 

Increíble.

 

Algo muy raro sucede. Y debería preocupar de sobremanera a quienes han hecho esfuerzos importantes por constituir ejercicios de izquierda. Algo tendrán que decir respecto de este escándalo.

 

Las enormes dificultades con que han tropezado los reiterados intentos de sectores de la izquierda para alzar una propuesta que supere la lastimosa situación de lo que fue, hace muchos años, una heroica y altanera izquierda, tiene que ver con la falta de democracia de las organizaciones que deben jugar un rol en un proyecto democrático alternativo al que vivimos.

 

Es necesaria una mínima coherencia entre fines y medios. Organizaciones autoritarias no pueden, nadie les creería, levantar consignas democráticas. Organismos secuestrados como la CUT están impedidos de reclamar por transparencia, participación y democracia.

 

Provoca una explicable frustración conocer la argumentación para oponerse a las elecciones universales de la Central: las estructuras no son las adecuadas. Lo que podría ser un buen chiste, es una realidad de las más serias

 

Que 715 votos de entre los participantes se hubieren inclinado por rechazar el voto universal, es decir, directo, sin intermediarios, y que sólo 32 lo apoyaran, habla que algo grave está pasando. O quienes votaron son infiltrados de la UDI. Resulta inconcebible que dirigentes de los trabajadores opten por retrotraer el movimiento sindical a los tiempos de la dictadura, la que también tenía aversión a esas manifestaciones democráticas, y esgrimía argumentos parecidos.

 

Algo huele mal. A juzgar por esa votación, los trabajadores prefieren una autocracia,  a una democracia. Retazos monárquicos, a costumbres republicanas. Y para cualquier proyecto democratizador, de esos que andan rondando en las cabezas de mucha gente de izquierda, una conducta así, no sirve.

 

No podría existir una propuesta de sociedad construida sobre principios que superen la hegemonía del neoliberalismo triunfante, si ese proceso no es impulsado y conducido por los trabajadores. La fuerza del pueblo radica en el grado de organización de los trabajadores en sus sindicatos y centrales, siempre y cuando hablemos de organizaciones democráticas, decentes, limpias y despojadas de rémoras autocráticas.

 

Estos días deberían ser de explicable pesimismo, si es posible más, para quienes han invitado a distintos eventos de la izquierda sonámbula. En la próxima sesión tendrán que aceptar que la cosa no está para luchas democráticas en la CUT, si es real lo que dicen las informaciones, que lo que se llama el movimiento obrero, prefiere mantenerse disponible para un par de iluminados que piensen por todos ellos.

 

Esto, claro está, de creer que esos 715 votos realmente representan el sentir de los trabajadores y no de los arreglines, cachañas, malabares, bicicletas, mariguancias, prestidigitaciones, transas o permutas de las que se sabe. Y de las que se suponen, conversadas animadamente en comedores exclusivos de restaurantes de clase mundial.   

 

 

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