El próximo 27 de febrero se cumplirán cuatro años desde el terremoto y tsunami que afectó a nuestro país. Una serie de organizaciones han convocado a una marcha y acto cultural en la Plaza Independencia de Concepción a partir de las 18 horas.
La actividad finalizará en uno de los lugares más afectados, no precisamente por el terremoto, sino por la presión de intereses inmobiliarios sobre los terrenos de pobladores: la población Aurora de Chile.
Reproducimos a continuación una nota de Ignacio Celis, de Concepción a pie:
“Desde el terremoto del 2010, el 27 de febrero se ha convertido en una fecha especial. No sólo por el recogimiento y la nostalgia de quienes de una u otra forma fueron afectados/as, sino que también porque ha permitido visibilizar la precariedad de las políticas urbanas en Chile. Desde la vivienda, pasando por el barrio, población, hasta la ciudad y la región, se ha podido contrastar la realidad que el Gobierno ha representado -el de una reconstrucción exitosa, feliz, emprendedora- con la experiencia de vida de quienes han sido afectados directa o indirectamente. Ejemplo de esto son quienes ya a varios años siguen sin una solución por sus casas destruidas o los edificios inmobiliarios que no han sido demolidos y dejados abandonados por las empresas constructoras, las cientos de toneladas de escombros que fueron arrojadas al olvido en los campos o en las poblaciones más segregadas de la ciudad.
Pero eso no es todo. En nombre del terremoto se ha dado rienda suelta a la especulación inmobiliaria y se han podido acelerar proyectos de inversión de las grandes empresas traducidas en puentes, carreteras, industrias, que apropiándose del ‘interés nacional’ han profundizado su intervención en el territorio. Se planificaron y crearon nuevas poblaciones segregadas alejadas de los puestos de trabajo, se crearon viviendas de pésima calidad, se desorganizaron las políticas habitacionales, se ha subsidiado de manera indirecta a las inmobiliarias. Se planificaron y crearon carreteras y puentes en nombre del progreso y la calidad de vida de la ciudadanía, cuando en realidad, son nuevos incentivos para fomentar a que la industria -por ejemplo la forestal y papeleras- se expanda, pues ahora tendrán nuevas rutas comerciales que podrán ocupar con camiones que se conectan a los puertos.
El 27 de febrero puede transformarse en un momento de reflexión y crítica a las políticas urbanas. El derecho a la ciudad, al habitar y a la vivienda digna. Derechos que no están de moda, que no son titulares de los grandes medios de comunicación y -seamos honestos- tampoco de las grandes movilizaciones sociales de los últimos años, pero que sin embargo nos afectan a diario en nuestro cotidiano, donde de manera subterránea se está consolidando un modo capitalista de producir ciudad. El primer punto de alienación de un habitante de la ciudad es la ciudad capitalista misma. Al no darnos cuenta de las formas de producción de una ciudad capitalista las dejamos pasar por alto y las reforzamos si no proponemos nuevas formas de habitar y vivir. Desde una vivienda hasta la construcción de grandes autopistas industriales. El problema no es puntual, sino generalizado.”