Ahora resulta que Ariel Sharon, el criminal de guerra modélico del sionismo –que tiene tantos–, fue un prohombre del pacífico Estado judío. Un abuelito bonachón aunque un poco indisciplinado. El secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, emocionado, subrayó su contribución a la paz cuando era primer ministro e hizo saber a la familia Sharon y a Israel: Nuestra nación comparte su pérdida y honra la memoria de Ariel Sharon.
Mensaje uniforme desde que falleciera el general, clonado por todo el ejército mediático del Pentágono (la abrumadora mayoría de las televisoras, diarios, revistas y páginas web corporativas de Occidente).
Otra es la realidad. Muy joven, Sharon integró la organización terrorista Haganah rumbo a la guerra de 1948 y según el periodista israelí Dimi Reider participó en el ataque a aldeas árabes y luego fue llamado, nada menos que por el entonces premier David Ben Gurion, a encabezar la unidad 101 del ejército, dedicada a dar golpes de castigo principalmente contra campos de refugiados y civiles palestinos. Es conocida su autoría en la masacre de la aldea de Qibya, que costó la vida a 69 palestinos, la mayoría mujeres y niños en 1953. Apodado el buldózer de Gaza, envió esos equipos a demoler cientos de casas en el campo de refugiados palestinos de Jabaliya en la década de los los 70. (http://972mag.com/former-israeli-prime-minister-ariel-sharon-dies-at-85/84878/).
Como ministro de Defensa lanzó la primera y sangrienta guerra contra Líbano, donde favoreció la matanza de cientos de palestinos en los campos de Sabra y Shatila en 1982 por sus aliados de la Falange libanesa. La comisión MacBride de la ONU encontró a Israel responsable del hecho e incluso una comisión israelí estableció la responsabilidad personal de Sharon por ignorar el peligro de derramamiento de sangre y venganza existente.
A él se le reconoce también la promoción a la fuerza de cientos de asentamientos ilegales de colonos judíos en tierras palestinas y la construcción del muro de la infamia, levantado para desalojar a los palestinos de las mejores tierras, arrebatarles el agua y desmembrar la ínfima porción de territorio que les queda. Presentó la evacuación de Gaza como un hecho de paz cuando lo que hizo después fue cercarla militarmente y convertirla en una prisión al aire libre a la vez que torpedeaba cualquier eventual salida política al conflicto con Palestina.
¿Para qué seguir? El ejército mediático del Pentágono escamotea constantemente los hechos no convenientes a la visión del mundo que difunde combinándolo con las medias verdades y la mentira llana. Un caso escandaloso es el del descafeinamiento durante años del líder antiapartheid Nelson Mandela, llevado hasta el extremo en su reciente fallecimiento.
Nunca se dijo por los medios dominantes que Mandela fue militante desde muy joven del Partido Comunista Sudafricano del que llegó a ser miembro de su Comité Central ni se difundieron sus declaraciones reconociendo a esa formación como el mejor aliado que tuvo el Congreso Nacional Africano (CNA) en su lucha contra el apartheid. Tampoco se dio importancia a que después de agotar las posibilidades de la lucha pacífica y constatar la brutal represión contra ella, fundó y fue el comandante en jefe de la Lanza de la Nación, brazo armado del CNA, muy activo hasta el fin del apartheid. No se dijo durante los funerales de Mandela que la mayoría de los países occidentales, cuyos líderes acudieron entonces a Sudáfrica en manada para la foto, lo catalogaron como terrorista y fueron los sostenes del apartheid hasta última hora, los que le suministraron el armamento más moderno, incluyendo entre 10 y 12 bombas nucleares entregados por Israel a Pretoria a petición de Estados Unidos.
Mucho menos han reconocido esos medios la decisiva influencia de Cuba en el fin del apartheid al partirle el espinazo al ejército sudafricano en la batalla de Cuito Cuanavale y posteriores acciones. Así lo dijo Mandela en Cuba: ¡La derrota del ejército racista en Cuito Cuanavale hizo posible que hoy yo pueda estar aquí con ustedes! (www.juventudrebelde.cu/internacionales/2010-07-17/discurso-de-nelson-mandela-el-26-de-julio-de-1991/
Tampoco se preguntaron por qué Raúl Castro fue uno de los seis oradores en las honras fúnebres de Mandela y ocultaron que fue presentado así: “Ahora recibiremos un mensaje de una pequeña isla, una isla cuyo pueblo nos liberó… el pueblo de Cuba”. (http://nationalinterest.org/commentary/why-south-africa-loves-cuba).
Twitter: @aguerraguerra