El Rally Dakar llega a Sudamérica NO para ayudar a potenciar nuestras economías ni dinamizar nuestro turismo. El Rally Dakar llega a Chile NO porque el desierto de Atacama sea la gran panacea ni Valparaíso la joya del pacífico. El Rally Dakar llega luego de haber sido renegado por Paris y expulsado desde África.
Antes de aterrizar en Sudamérica, el Rally Dakar se corría en el continente africano y además tenía a la ciudad de Paris incluida en su nombre. Sin embargo los muertos que el Rally fue dejando a su paso (63 registra hasta ahora) y las numerosas denuncias de organizaciones sociales, políticas y ambientalistas, lograron el desprestigio de esta competencia en Europa y África, obligando a cambiar el recorrido en numerosas oportunidades e incluso sacar el nombre de la capital francesa de la misma.
El año 2005 surgió desde Francia una denuncia realizada por 24 organizaciones no gubernamentales que suscribieron un manifiesto pidiendo la supresión del rally. Allí sostienen que el Rally Dakar se trata de “un rodeo publicitario en el continente de la pobreza”. Desde ese momento el desprestigio del rally en Europa terminó por restarle legitimidad y aprobación ciudadana. Hoy hablar del Rally Dakar en el viejo continente, es similar a hablar de la caza de animales o de energía nuclear.
Fue así como el Rally Dakar comenzó ya no sólo ha recibir funas simbólicas y escritas, también fue victima de atentados armados en la selva y desiertos africanos. Estos atentados correspondieron a motivos políticos, pero también al hartazgo de la población del continente negro con el enorme daño ecológico que el rally dejaba a su pasar.
Y es que el daño ambiental que deja el rally es considerable, pues los pesados vehículos utilizan superficies donde reside fauna, flora y sitios arqueológicos de gran valor patrimonial y simbólico para etnias y comunidades locales. De hecho el Colegio de Arqueólogos de Chile denunció que desde la llegada del Rally a Chile, han sido destruidos unos 250 sitios documentados.
Hoy los países OCDE, salvo Chile, no reciben al Rally Dakar, pues estos países, salvo Chile, cuando depredan lo hacen hacia fuera y porque sus políticas internas son extremadamente conservacionistas. A propósito de esto último viene bien recordar una columna publicada el año 2008 en el diario Clarín de Argentina y que decía “la opción del rally en Sudamérica es por la buena rentabilidad, cero rigor ambiental y funcionarios con reputación de coimeros. Argentina y Chile, son dos países con reconocida distracción ambiental y nulo combate a la corrupción y encima el cholulismo del poder y de los medios le facilita al rally conseguir subsidios, de manera que buena parte del enorme costo lo terminan pagando los contribuyentes depredados”.
Cuanta razón tiene la columna del diario bonaerense. Para esta versión 2014 del rally, el gobierno regional de Valparaíso aprobó 728 millones de pesos FNDR para financiar la final del Dakar en la ciudad puerto, mientras que el ministerio del medio ambiente no desarrolló un estudio de impacto ambiental riguroso respecto a los costos que genera el rally al medio ambiente nacional. Por el contrario, el Presidente Piñera y su Ministro del Deporte Gabriel Ruiz Tagle, exhibieron la realización del Dakar como un logro más de su gobierno.
El Rally Dakar es el ejemplo perfecto de cómo Chile aborda su modelo productivo: Dinero fácil, cortoplacista, importado, depredador, prepotente y sucio.
El Rally Dakar es como esas brutas y desmedidas actividades automovilísticas a las que gusta de asistir Homero Simpson, y nosotros la recibimos con los brazos abiertos, sintiendo que se trata de un privilegio exclusivo de países del primer mundo. Pero no, el Rally Dakar en nuestro territorio no hace más que develarnos como tercer mundistas ignorantes, chabacanos y aspiracionales de un país que aún se sostiene gracias a materias primas y explotación extranjera.