Gutenberg Martínez e Ignacio Walker, dirigente y presidente de la Democracia Cristiana respectivamente, volvieron a arremeter contra el PC aduciendo materias de derechos humanos en Cuba y posiciones de los comunistas ante regímenes como los de Cuba, Venezuela y otros continentes como Corea del Norte. Pudiendo ser un disparo al propio pie si se indagan los relacionamientos internacionales y actuaciones nacionales de los democratacristianos y si se observa que al final provocaron que la Presidenta Electa tuviera que salir al debate creando una situación de tensión con ella.
Lo primero que pareció quedar claro es que tanto Martínez como Walker intentaron pautear a Bachelet respecto a lo que debe hacer con el PC en su futuro gobierno e incluso en materia de política exterior.
El “Gute” declaró a Radio Cooperativa que “si no hubiera precisiones necesarias por parte del Partido Comunista (en materia de derechos humanos en Cuba), si las cosas simplemente fueran tal cual son hasta el momento, creo que una incorporación al gabinete (de los comunistas) sería un error”. Y añadió que “Cuba es una espina permanente en esa materia y creo que son precisiones muy relevantes”. En tanto el presidente del PDC dijo en Radio Agricultura que “para la Democracia Cristiana una cosa es ser oposición y otra cosa es conformar un gobierno conjunto con un partido cuyo referente es el régimen castrista, de los hermanos Castro, o el chavismo en Venezuela”.
Eso provocó que de inmediato reaccionara la propia Michelle Bachelet, colocando un freno a esas apreciaciones, obligada a meterse a una polémica no deseada, instalada por los dirigentes del PDC. “El gabinete es atribución exclusiva de la Presidenta electa y yo voy a cumplir a cabalidad esa atribución. Seré yo quien defina quiénes serán las y los que conformen un futuro gabinete de mi gobierno”. Un claro rechazo al pauteo que quisieron hacer el ex diputado DC y el actual presidente de esa colectividad.
Sabiendo las intenciones tácitas contenidas en los dichos de ambos personeros del PDC, el presidente del Partido Socialista, Osvaldo Andrade, declaró ante la prensa que las declaraciones “me parecen desafortunadas, espero que no sea un intento de, por esa vía y por la prensa, pautear al futuro gobierno, desde ese punto de vista me parece un error importante”. El secretario general del Partido Comunista, Lautaro Carmona, indicó que “incidir o instruir a Michelle Bachelet (en la conformación de su gabinete) es estar cometiendo un error político”.
Se sabe que las declaraciones causaron molestia en el Comando de la Presidenta electa porque se abrió un flanco de emplazamiento a Bachelet y una polémica que se considera extemporánea.
Por lo demás, es conocido en los círculos políticos que Martínez y Walker pertenecen al ala conservadora del PDC y que desde hace años vienen levantando una postura anti-Cuba establecida por la Internacional Demócrata Cristiana, por la Organización Demócrata Cristiana de América (OCDA) –que presidió el “Gute”- y por la Fundación Adenauer, cuyos voceros varias veces han cuestionado las relaciones con el gobierno cubano y venezolano. Ese papel lo cumplió la esposa del “Gute”, la senadora Soledad Alvear, cuando era Ministra de Relaciones Exteriores.
También la actitud de los personeros DC provocó malestar en la coalición gobernante y el diputado socialista, Fidel Espinoza, dijo que “estas declaraciones son atentatorias al principio de unidad que hemos tenido y que debe primar en la Nueva Mayoría”. Jorge Pizarro, alto personero de la DC indicó que “no me gustaría que veten a la DC sabiendo que tenemos algunas diferencias con otros partidos y no me gustaría tampoco vetar a otros porque piensen distinto a nosotros”.
Hay otro tema y es que mientras Gutenberg Martínez e Ignacio Walker quieren sacar al pizarrón al PC por los derechos humanos en Cuba y las coincidencias con el proceso bolivariano en Venezuela, la propia Democracia Cristiana no parece tener intenciones de salir a la pizarra a explicar ciertas historias y ciertas decisiones que la involucran con gobiernos acusados de crímenes de lesa humanidad, violación sistemática de los derechos humanos y de establecer políticas antidemocráticas.
La propia Michelle Bachelet no dejó de mencionar a horas de las declaraciones del “Gute”, que “en España era impensable pensar en un gobierno de coalición entre el Partido Popular y el PSOE, y digo esto porque el PP tenía excelentes relaciones con la DC y se sentían como que eran del mismo ámbito”.
En efecto, la DC tiene y tuvo muy buenos vínculos con partidos y gobiernos de la derecha en Europa y América Latina, varios de los cuales fueron y son acusados de serios problemas en derechos humanos y sociales.
El PP hoy es cuestionado en España por haber llevado al país a una grave crisis social y económica y el domingo pasado miles de españolas y españoles salieron a la calle a protestar contra la llamada “ley mordaza”, una especie de “ley Hinzpeter”, con la que el gobierno del PP quiere tener atribuciones para reprimir y frenar a los movimientos sociales y alternativos.
En México, personeros de la DC chilena priorizaron sus relaciones con el derechista Partido Acción Nacional, cuyos dos gobiernos fueron criticados por una fallida “guerra contra el narcotráfico” que dejó más de 60 mil muertos, una inoperancia contra el crimen organizado y varias carpetas pendientes por cientos de acusaciones de violaciones a los derechos humanos, incluida la muerte de periodistas y dirigentes indígenas.
En la historia de la DC no sólo está el apoyo de gran parte de su directiva al golpe de Estado en Chile en 1973, sino su compromiso hasta con envío de asesores, con el régimen salvadoreño de José Napoléon Duarte, acusado su gobierno de la muerte de más de 20 mil salvadoreños.
Hay varios ejemplos de la participación de la DC chilena en la desestabilización y ataques al gobierno de Cuba, lo que se mantiene como una política permanente.
Por eso, seguramente estas no son ni serán las últimas declaraciones de Gutenberg Martínez e Ignacio Walker emplazando al Partido Comunista y a Michelle Bachelet en estas materias, omitiendo lo que podrían sus propias cuentas en materia de derechos humanos y respaldo a gobiernos represivos.-