Diciembre 27, 2024

Marcel Punk

Y llegaste queriendo representar los vientos de la primavera chilena 2011, adjudicándote la vocería de esos miles de estudiantes que derrumbaban el modelo en las calles a punta de marcha y barricada. Irrumpiste en el escenario político con la rabia de Sex Pistols, escupiendo a nuevas mayorías y alianzas derechistas. Rompiste guitarras en el escenario presidencial y entonaste certeros diagnósticos económicos, en lírica marxista, pero con la voz gastada y gutural de Sid Vicious.

Cada vez que te veía en escena, no podía dejar de comparar tu mirada fija en el vacío, con la de un adolescente punk con tendencia autodestructiva. Estoy convencido que tu aventura presidencial, fue tu suicidio en vida. Una vía de escape a tus tormentos y fantasmas. Lo hiciste a propósito, pues bien sabías la acogida que iba a tener tu interpretación de Anarkia in the U.K. en medio de la tranquilidad sumisa del barrio chilensis. Asustaste a las viejas , molestaste a los regetoneros y en vez de despertar conciencias, despertaste a las guaguas y sus jóvenes madres salieron, y te empapelaron a chuchadas.

 

Sin embargo, tu estridente y acoplado discurso rabioso, convocó y enamoró a los incrédulos de la política. Tu canción punki hizo sentido al metalero de la cuadra, convenció al vecino lector de novelas antiguas, encendió a la bella y furiosa poeta, despertó al viejo trotskista de la fotocopiadora y hasta motivó al neonazi ahora converso al estatismo- ecologista. De a poco fuiste captando un público que comenzaba a corear y bailar en “pogo” tu mensaje. Es más, aquellos “extraños del barrio” se organizaron y formaron un movimiento que le disputaría la junta de vecino a los viejos del statu quo barrial. Un movimiento que se la prometía a los tradicionales vecinos:” llegaremos con mohicanos y guitarras eléctricas a cambiar la fomedad del vecindario”.

 

Y es que Marcel, tu promesa de que todos llegaríamos a la Moneda, asustó un poquito. Ya sabes, la Moneda está llena de fantasmas y es un lugar que siempre ha estado custodiado por esos cancerberos de uniforme. Esos perros cancerberos que suelen hacerse los dormidos, pero en realidad, duermen con un ojo abierto. Por eso cuando anunciaste que en 2 minutos llamarías a plebiscito para convocar una asamblea constituyente, que en 4 minutos disolverías el parlamento y en 5 expropiarías a las mineras extranjeras, no pude dejar de imaginar a todos en la Moneda, parapetados , armados de molotov, piedras y esperando el fatídico arribo de los F-16. Quizás tú también esperabas ese momento y te soñabas, al igual que Allende, salvando el alma antes que la ciudad.

 

Entonces tu canción punketa dio vida a una nueva tribu política, una tribu a la que definirías ideológicamente más allá de izquierdas y derechas. Por lo mismo es que algunos te molestaban y trataban de “mesías”. Pero que importaba, ahí aparecías respondiéndoles con la furia Punk, tratándoles de traidores, cobardes, vendidos e ignorantes. Incluso ya daba lo mismo denostar a los líderes estudiantiles del 2011, total, esa primavera revolucionaria ahora llevaba tu nombre y ellos no estaban contigo, estaban con Bachelet. Pura traición.

 

Fue así como te fuiste armando de enemigos y hasta la izquierda histórica, esa que se jugara el pellejo en dictadura, te comenzaba a mirar con preocupación. Mal que mal, te pusiste su roja camiseta. Y la preocupación de los históricos era entendible: cuando joven abogaste por la caída de Allende y mientras ellos eran torturados por la CNI, tú ejercías cómodamente como economista en el laboratorio del neoliberalismo. Pero para ti eso era pasado y los errores de juventud los cometemos todos. Ese pasado se borraba con el contestatario mohicano verde que adornaba tu cabeza. La rabia Punk no acepta juicios ni cuestionamientos. Los estados de ánimo no aceptan críticas. Menos en ese momento en que 50 mil seguidores fueron a presenciar tu concierto final previo a la elección. En ese momento pensabas que habías llegado para quedarte, ungiéndote como líder de una nueva realidad.

 

Y en ese momento pensaste en Nietzsche y te propusiste generar una transvaloración que bajara del pedestal de lo “bueno” al hombre mediocre, a ese sumiso cordero reformista .Pensaste en romper los cercos culturales del criadero de hombres mansos, para dejar en libertad al animal rapaz. Esto último lo detecté con tu propuesta de abolir zoológicos, leí tu mensaje oculto.

 

Pero las elecciones se ganan con votos y la realidad te cayó en toneladas. Los vecinos del barrio chilensis te dieron un escuálido 2.8% (184.966 mil votos). Los vecinos prefirieron el regetón “bonero” de la dueña de casa simpática y querendona. Los vecinos no quisieron tu propuesta punk. Y es que el vecindario parece gustoso con su tranquilidad dominguera, aceptando que la vida es gradualmente dura. El barrio no quiere cambios bruscos que le puedan alterar su rutina e interrumpir su siesta.

 

Esa baja votación te dejó desecho, si hasta saliste a decir que el vecindario no estaba preparado para ti. Que los pobres vecinos no entendían las bondades de tus acoples punk. Pero en fin, tus seguidores te defendieron en toda, se hicieron fanáticos de tu palabra. De hecho ya se organizan para sabotear a la nueva presidenta de la junta de vecino y hasta te ayudarán a juntar las lucas que no recibirás de vuelta producto de la baja votación obtenida.

 

Y Marcel, aún no sé si tu candidatura ha sido un aporte o un retroceso para ese posicionamiento de vida llamado izquierda. Aún no sé si a tus leales seguidores les dejarás motivados y repolitizados para integrarse de manera permanente a procesos de largo aliento, o por el contrario, les dejarás más automarginados que antes.

 

Por ahora te veo, guitarra en mano, partir a las montañas de Zaratustra para reflexionar sobre la vida y naturaleza del actual sujeto chileno. Veamos cómo te va. Veamos si terminas, al igual que el cura Pizarro, Max Neef, Hirsch y Arrate, devorado por el león del olvido, o si en 3 años más regresas a la ciudad para comunicarnos el fruto de tu nuevo conocimiento. Buen viaje Marcel Punk.

 

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