Diciembre 27, 2024

A ver, a ver, ¿Y por qué votará por Parisi? ¿A VER?

Lo más decaído del ya periclitado mundillo del pequeño burgués chilensis, que desgraciadamente se extiende a lo largo y ancho de villas y departamentos con muebles barnizados, empleada doméstica y automóvil Great Wall –o en el mejor de los casos, “versión desde”– espera con ANSIAS que gane el tercero en las encuestas. SÍ: PariSI. Es que él es tan sensual. Parece adonis, yo lo veo y me tengo que acomodar los calzoncillos, sentencia un profesor de matemáticas y su Chevrolet Corsa. Al fin y al cabo votar por Parisi no es tan antiestético como votar por Evelyn, ni tan más de lo mismo como inclinarse por Bachelet, ni mucho menos tan comunista como endilgarle el voto a Marcel Claude. Uno perfectamente podría hacerle propaganda a Parisi y decir, así nada más, decir: yo me indigno y me rebelo contra la privatización de la semilla. Ya está.

 

Porque Parisi debería llamarse Parece; todo en él es intermedio, gris, ni de día ni de noche, ni de allá ni de acá, ni fu, ni mucho menos fa. Una situación sosa, pero ¡Qué bonita!

 

O sea, uno puede emprender y abrir el negocio, obtener un crédito para la casita con mansarda, conseguir las cartas de recomendación para meter al hijito salvaje al Cumbres, votar por Parisi y quedar bien con los colegas que inauguran temporada de quincho en la caja Mediterránea de Chicureo. O si no, también es posible celebrar algún cumpleaños en la azotea del Hotel W. O pasar una buena y muy ebria tarde de cara al mundo que transmite Chilevisión y que centellea en el Flat Screen de 900 pulgadas. Y con todo eso, sobra moral para reclamar contra el sistema de AFP (que no se entiende) o pasar una buena y muy ebria tarde junto a los amigos en torno a la grasa de la parrilla, el vino y las jabas de cerveza.

 

Resulta que Parisi es lo mejor porque es el economista del pueblo. Esto, a menudo, se vocifera con al cerro San Cristóbal a las espaldas y el correspondiente alud de cuentas impagas.

 

¿Y qué le promete Parisi a esta gente? A ver, ¿qué?

 

Según dicen… O al parecer…

¡¡Yo Prometo!!

 

¡¡Basta de desigualdad!! Eso prometo. Yo creo en un Chile más justo, más equitativo, más recto, yo creo en un Chile incorruptible donde únicamente reine la igualdad tipo Dehesa con toques étnicos. Yo creo en un Chile donde las familias vulnerables puedan comprar en el Mall y no solamente quedarse pegadas como lapas en las alegres vitrinas. Porque en mis años he aprendido algo, sí, he aprendido: la desigualdad es desigual. Hoy día, es decir, hoy, Chile quiere ser algo más justo, que haya más equidad, que haya más ajedrez, que haya más tema, donde tú y yo, mujer, hombre, hombre pájaro, hombre con arreglo a fines, hombre huemul, sí, a ti te hablo mujer gallina, mujer a saber, mujer semiótica, mujer de blancas pantorrillas, tú y yo, lisiado, lisiada, selkman, chono, jorobado, ¡tuerto! ¡sordo! ¡mudo! a todos ustedes digo: iguales. No hay diferencias entre tú y yo mujer que soba la masa para fabricar pan, mujer que arranca la mierda del niñito grasiento, sí, el menor, el que golpea a sus compañeritos, buuu, eso muy malo es, niños grasientos que golpean a sus compañeritos: eso no quiero en mi gobierno. Sin embargo, de igual manera hay que limpiarle sus cacas, no puedes estarte arisca ante la mirada suplicante de un niño en el que recae todo el futuro de un país. Aunque probablemente el niño de mirada suplicante tenga un futuro asegurado en el hampa, (jejeje) mujer, madre de ese niño, tú y yo: iguales.

 

Basta de Corrupción. Mi gobierno: sin corrupción. Así nada más. Todos los vicios quedarán en el interior del Casino, todos los vueltos de almacenes no entregados serán recuperados y malhechores perseguidos y castigados serán. Todo aquel que se anote un pan de levadura, jurel, pienso y maicena en la libreta y no pague, ese, ese será azotado en la plaza ante la vista y paciencia de los enemigos íntimos. Basta de corrupción y de abusos. Basta de quemar a la compañera prostituta con cigarros, basta de la fea corrupción cuando se brama encima de la futura madre emprendedora, muuuu, muuuu, muuuu. Ella trabaja, y sin embargo, debe aguantar la corrupción. Mi gobierno: sin corrupción.

 

Basta de intolerancia. En mi gobierno no habrá discriminación en contra de ninguna minoría, especialmente los musulmanes, nooooo, eso no va a ocurrir. Ya congregué a una curia de expertos quienes me entregaron un proyecto de proyecto de proyecto de ley sobre construcción de mezquitas sustentablemente orgánicas, para que la amplísima mayoría musulmana tenga donde hacer sus menjunjes. Basta de intolerancia en contra de la fea, gorda y harapienta que es víctima de persecución en el Distrito de Lujo de Parque Arauco cuando lo único que ella quiere es animarse un poquito con la impresión global que entregan los zapatos y las carteras, que ha de ganarse porque aquí se viene a trabajar, el colmo de la sinvergüencería, o sea, que los niños de mi país vean impedido su sueño de ser concertistas de piano y así animar una gozosa Schubertiada. En mi gobierno esa mujer podrá mirar de todo y su hijo no solo podrá ser pianista, sino el mismísimo Schubert, no, hay que tolerar: él será el dueño de las empresas Schubert. Intolerancia: fuchi, no te quiero cerca, arruinas mi teñido reciente. Basta de intolerancia para con el invertido. Él no tiene la culpa de lo que es, pero vamos, también hay que tolerar las bromas pesadas para con el invertido, si hablamos de democracia e igualdad e intolerancia hay que dar espacio a los bromistas. A veces uno se ríe también, especialmente cuando es Alvarito Salas el que escupe chistes. ¡El Rey del chiste rápido! Ahí lo tienen: futuro ministro. Pero basta de intolerancia, a pesar de que eso del desvío únicamente se da en hombres, no obstante eso, basta. Y también basta de intolerancia cuando se hable del mapuche. Flojo, alcohólico, cerdo, evangélico, depravado y vicioso, sí, pero la Gallina que cacarea es la que pone el huevo. Así que ¡Basta!

 

Ustedes ya me conocen. De resentido no tengo nada, aunque no me dieran el máximo puesto en la Universidad, aunque no sea dueño de AFP.

 

Basta de machismo. El machismo no embellece, todo lo contrario: el machismo afea. Hablo desde la experiencia sensible. Yo no soy nada machista y miren mis largas piernas, mi rostro exfoliado y mis pies limados. Mujeres violentadas, ustedes podrán tomar la píldora, así que no tengan miedo, MIEDO DE MIRARLO A ÉL, cuando ÉL no quiera usar el condón porque no se van a quedar embarazadas y así no tendrán un dulce bebito, el cual podría embellecer sus vidas, aunque no lo deseen, ¿saben?. Hijos no deseados en mi gobierno no quiero, mujer que no quiera hijos: bienvenida. Encima que el colorista vestido primaveral se desluce con la barriga mofletuda, y yo sé que la mujer chilena es esbelta gracias a la gimnasia y a la vida sana. Encima no se peina, ciento por ciento antimachista.

 

Votar es amar y distinto de lucrar así que ¡vota por mí!”

 

O algo por ahí iba la cosa…

anibal.venegas@gmail.com

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