Colombia es uno de los países potencialmente más ricos de América del Sur y el único, en esta región, que tiene acceso a los dos océanos – Atlántico y Pacífico -. Su riqueza petrolera es enorme y con reservas aún inexploradas – considérese que el precio del oro negro puede llegar a niveles insospechados, en el caso de que Estados Unidos intervenga en la guerra civil de Siria y, lo que es peor, desestabilice toda esa zona -. Colombia es un país conocido por la producción agrícola, preferencialmente del café y las flores y de frutas debido a la variedad de climas que posee. La cordillera de los Andes penetra en el país dividida en tres cadenas montañosas que, a diferencia de la chilena, sus montañas son verdes, de intrincada vegetación y, a veces, plantaciones de diversos productos agrícolas, como el maíz, la yuca, la papaya y otras.
La riqueza económica de Colombia, considerado uno de los países de mayor crecimiento económico en la actualidad, contrasta con la destrucción del Estado, del sistema político y, sobre todo, de la convivencia social. En toda su historia, el país ha sido traspasado por sucesivas guerras civiles: en primer lugar, entre liberales y conservadores, luego, al aleve asesinato de Jorge Eliécer Gaitán y el “Bogotazo” le sucedió la rebelión armada de los campesinos dirigido sucesivamente por líderes populares, entre ellos Guadalupe – se ve en Guadalupe años 50, una obra de teatro – y más tarde, por Manuel Marulanda Vélez, ya como jefe de la guerrilla de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia).
A partir de 1957, con la caída del dictador Gustavo Rojas Pinilla – el único tirano en la Colombia del siglo XX – se repartieron la presidencia de la república, en períodos alternados, los liberales y conservadores, en un pacto denominado el “Frente Nacional” – Alberto Lleras Camargo, liberal, (1958-1962); Guillermo León Valencia, conservador, (1962-1966); Carlos Lleras Restrepo, liberal, (1966-1970), Misael Pastrana Borrero, conservador, (1970-1974). Mediante este acuerdo, se mantuvo el poder absoluto de La oligarquía y del sistema económico de las multinacionales, postergando la necesaria reforma agraria, y lo que es peor, instaurando una pseudo democracia, bastante fantasioso y sui generis.
En este período de la historia, el Estado colombiano fue destruido y considerado inviable a causa del combate entre la guerrilla y los diversos gobiernos que se sucedieron, la delincuencia, el narcotráfico y, más tarde, la creación y acción de los grupos paramilitares, de corte fascista, que tomaban venganza contra los campesinos, víctimas principales de esta guerra de “todos contra todos”, – en Chile es conocido Pablo Escobar Gaviria, como narcotraficante a gran nivel, a través de una teleserie, en efecto este personaje fue el dueño de Colombia durante varios años -.
Colombia es un caso interesante para Chile en el aspecto político, pues convocó a una Asamblea Constituyente, (1991), presionada por el voto estudiantil, cuyo lema rezaba: “todavía podemos salvar Colombia”. La Corte Suprema aprobó el triunfo de la “séptima papeleta” y llamó a una asamblea nacional constituyente, en que participaron todos los partidos políticos y algunos movimientos guerrilleros, entre ellos el M-19, cuyo resultado fue una Constitución muy avanzada, incluidas instituciones de democracia directa, como plebiscitos revocatorios – está en proceso de aplicarse al alcalde de Bogotá -; otro aspecto fundamental de la nueva Constitución es el hecho de que los ciudadanos colombianos, por ningún motivo, pierden su nacionalidad al adquirir otra y que, además, dese casi 25 años, los colombianos pueden votar también si residen en el extranjero.
El gobierno de Álvaro Uribe Vélez fue, en extremo represivo y estaba muy relacionado con el paramilitarismo. Aplicó el famoso programa de “Seguridad Democrática” y el “Plan Colombia, destinados a combatir, fundamentalmente, a los grupos guerrilleros. También consiguió reformar la Constitución para hacerse reelegir por un período más y, al intentar un tercero, fue negado por la Corte Suprema. Hay numerosas acusaciones de violación a los derechos humanos durante su mandato, entre ellas la de los “falsos positivos”, que resultaron ser campesinos asesinados por las fuerzas policiales, que recibían un premio en dinero por cada asesinato.
El actual Presidente, Juan Manuel Santos, ha sido un mandatario de derecha moderado – si se le compara con el fascismo de Uribe – un político que ha emprendido el diálogo con la guerrilla – actualmente en La Habana – y que provoca la ira constante del antiguo gobernante Uribe, que instiga a los sectores más reaccionarios de Colombia para lograr su apoyo en la guerra a muerte contra las FARC .
Pienso que esta estúpida guerra entre narcotraficantes, guerrilleros, paramilitares y gobierno estaban encubriendo el verdadero drama colombiano que es la pobreza de los campesinos , los desplazados, llegan a las ciudades a engrosar las filas del desempleo – la marginalidad del barrio Ciudad Bolívar – un ejemplo de miseria, abandono y desigualdad como hay muchos sectores en Colombia, especialmente en las veredas – son claras manifestaciones de una desigualdad inaceptable entre ricos y pobres, entre gamonales y campesinos.
Ahora vemos la crisis en toda su crudeza, manifestado en el paro cafetero, que lleva casi dos semanas y que los huelguistas quieren llevar este paro hasta las últimas consecuencias, con el agravante de los millones de dólares perdidos y, sobretodo, el desabastecimiento de las ciudades y la pérdida de las cosechas – incluso se ha hecho necesario derramar la leche y votar otros productos -.
Uno de los punto principales de esta rebelión es el bajo precio del café, junto a la considerable baja del precio de los productos agrícolas, como consecuencia de los Tratados de Libre Comercio – incluso, algunos reclaman que el café ecuatoriano lo venden más barato que el colombiano -.
El paro de ha extendido desde el eje cafetero hasta Huila y Tolima pasando, posteriormente, a Pasto, frontera con Ecuador, sin considerar el centro del país _ Cundinamarca y Boyacá -. La estrategia, que les ha dado buenos resultados, es el corte de carreteras y caminos – la de Tunja-Bogotá, por ejemplo -. Lo interesante de este prolongado paro es el renacer de un movimiento social que despierta esperanza del surgimiento de movimientos sociales que buscan provocar un cambio en este martirizado país, víctima del crimen y la violencia, generados por varios frentes.
Rafael Luis Gumucio Rivas
27/08/2013