El valor de Felipe Berríos consiste en llamar al “pan pan y al vino vino”. En una sociedad como la chilena, cuyos dueños son peores que los fariseos del Evangelio, y a Jesús se le hubiera ocurrido nacer y vivir en Santiago, es seguro de que hubiera roto más de alguno de los escaparates de los “mercaderes”, convertidos en los dueños de Chile.
Un ateo y comunista como Pier Paolo Pasolini ha hecho la mejor película sobre Cristo hasta ahora conocida, titulada El evangelio según San Mateo que, todavía, incomoda a muchas beatas bigotudas. El Padre Felipe Berríos es muy incómodo para la casta que domina Chile, pues no duda en decir la verdad sin ningún eufemismo. Cuando se refirió a la “cota mil” para denunciar el clasismo de las universidades privadas – en especial las del Opus Dei y de los Legionarios de Cristo y los colegios particulares para ricos – los católicos “bien pensantes” sólo querían que se fuera este curita, de una vez por todas y los dejara hacer la caridad en “Un techo para Chile” y limpiarles los piojos a los ancianos del hogar de Cristo, o más fácil, no verlos nunca y más bien enviarles un cheque por mes. Siguiendo al Padre Berríos, podemos decir que los bancos chupan la sangre de los clientes.
Los “señores” de Chile, que creen que la caridad reemplaza a la justicia, celebraron la partida de tábano a Ruanda (África), que siempre les golpeaba la conciencia, pero gracias a la tecnología de los medios de comunicación Felipe Berríos aparece, en gloria y majestad, diciendo verdades ineludibles, que estaban dormidas o escondidas en este Chile clasista, y en una Iglesia – como él afirma – dominada por una jerarquía de Obispos que no ejercen ningún liderazgo y que más bien son funcionarios del Vaticano y, además, no se atreven a denunciar las realidades cotidianas por sí mismos, sino siempre recurren a la cita papal para tomar decisiones. Con razón, pregunta el sacerdote Berríos, “cuántos católicos pueden nombrar a cinco Obispos chilenos”.
Berríos denuncia que determinados grupos y movimientos religiosos le han hecho un daño tremendo a la élite chilena, “que los han llevado a preocuparse de ritos sin contenido y viven llenos de miedo, buscando la salvación que Dios se la da gratuita con ´buenas acciones´… Hacen buenas acciones entre comillas, porque cuando tocan sus intereses económicos, dejan de hacer buenas acciones”.
Más abajo afirma: “La Iglesia ha lucrado. El lucro de la Iglesia ha sido creerse dueña de la salvación y lucrar con eso”.
Refiriéndose a la sociedad de mercado declara lo siguiente: “El mercado no es malo, pero si no le pones contrapeso y lo dejas completamente en libertad, como ha ocurrido en Chile y en gran parte del mundo, es como dejar suelto un animal salvaje…Creo que la mayoría de la gente está creyendo en el dios del consumo, y eso produce un vacío enorme. Dicen que creen en Jesucristo, pero en el fondo nuestro dios se ha transformado en el dios del consumo, representado en Navidad por el Viejo Pascuero”.
Cuando dirige su pensamiento a los jóvenes dice que “hemos presentado un Dios tan rasca, tan insípido, que es más bien una moralina, así que los chiquillos prescinden de Él”. “Los adultos tenemos miedo de producir cambios porque todavía mantenemos los traumas del golpe y otras cosas. Pero ellos no tienen esos traumas”.
Berríos está muy contento que Giorgio Jackson y Camila Vallejo, entre otros jóvenes, estén en la política “esta cosa de cambio hay que transformarla en movimientos políticos, para que sean reales los cambios”.
Con mucha razón, también critica a los colegios católicos, que son excluyentes, pues según él, debiera estar abierto a todos: creyentes o no creyentes, ricos y pobres: a veces “se discrimina por la manera de pensar, por estatus económicos, la condición sexual y el tipo de matrimonio”.
Según Berríos, Juan Pablo II hizo un gran daño al eliminar una iglesia viva y pujante, que tenía una rica red de comunidades cristianas populares, inspiradas en la teología de la liberación – pudo tener errores, pero desarrolló una rica doctrina, inspirada en la opción por los pobres y contenida en el Concilio Vaticano II -. Hay una frase genial que aún recuerdo, de un cura y teólogo amigo, recientemente fallecido, Ronaldo Muñoz; su especialidad era la cristología y hablaba de la irrupción de los pobres en la Iglesia. Al parecer, esta misma iglesia de los pobres hoy secuestrada por la curia y “el Banco Vaticano” ha alejado a los pobres para dejarse penetrar por los financistas y los ginecólogos.
En el Chile de hoy, dominado por el pragmatismo de una casta en decadencia, la entrevista al Padre Berríos, en el programa El informante, viene a traer una ráfaga de aire fresco, en un país dominado por la mediocridad, miseria y consumismo de una casta empresarial, cuyo único afán es el lucro y el atesoramiento de riqueza, que ha logrado eliminar los sueños de vigilia, que son imprescindibles para emprender el cambio y abrir las puertas y ventanas que permitan entrar el aire – que, hasta ahora, se ha tornado tóxico – y que permitan la irrupción de movimientos que sean capaces de convertir la rebelión social en una revolución política.
Rafael Luis Gumucio Rivas