Chernobil es hoy una ciudad abandonada, que fue evacuada en 1986, debido al desastroso accidente nuclear que se verificó en la planta de energía. Antes de entonces era casi completamente desconocida, por lo menos a escala mundial.
Está en Ucrania, cerca de la frontera con Bielorrusia, colocada 14.5 kilómetros al noroeste del distrito de Raion, aunque esta población no era precisamente la residencia de los trabajadores de la planta nuclear, pues para este objeto fue construida la ciudad de Prypiat, que era más grande y estaba más cerca, y ésta sí constituía el verdadero hogar de los obreros de la planta. Cuando se presentó el accidente, la administración se transfirió a la población vecina de Kiev Raion. Antes de este infortunado suceso, la población ascendía a unos 14 mil residentes.
Esa ciudad apareció por primera vez, con el nombre de Chernobil, en 1193. Era una villa de la corona del gran ducado de Lituania en el siglo XIII. La provincia que comprendía Chernobil fue transferida al reinado de Polonia en 1566 y anexada posteriormente al gran imperio ruso, en 1793. Antes del siglo XX fue habitada por campesinos ucranianos, y algunos polacos, así como una relativamente grande cantidad de judíos.
Chernobil tiene una rica historia religiosa. Hubo algún forcejeo entre las iglesias cristiana ortodoxa, cuyos seguidores fueron forzados a convertirse a la Iglesia griega católica para posteriormente retornar al culto ortodoxo oriental.
En la segunda mitad del siglo XVIII, Chernobil devino en uno de los centros más importantes del judaísmo hasídico, el que hasta nuestros días conserva una posición de mucha importancia en la nueva Jerusalén, donde se conserva el culto de los hasidi muertos, que fue fundado por el rabino Menachem Nachum, a quien hasta la fecha se le profesa una adoración muy especial, y en la sinagoga que existe de los hasidi en Jerusalén el culto se desarrolla alrededor de la silla que fue del rabino Menachem, que fue traída por partes a Israel por los observantes del culto.
En la Primera Guerra Mundial la villa fue ocupada, y en la siguiente guerra civil fue atacada por los bolcheviques (bolschvikis), término que significa únicamente mayoría, y que proviene de la rivalidad que surgió en Londres entre Lenin y Trotsky respecto de los editoriales de Iskra, el órgano clandestino que mantuvo la chispa de la revolucion en la Rusia de los zares, y que, como se ha dicho, se editaba en la capital brtánica.
Luego Chernobil fue un centro cultural y religioso muy importante, además de haber sido en la historia mundial lo que es actualmente, el sitio donde ocurrió uno de los dos más serios accidentes nucleares que ha venido a poner en duda, en todo el mundo, la posibilidad universal de que sea la energía nuclear la que en el futuro muy próximo ofrezca una verdadera alternativa al uso de los combustibles fósiles, para la generación de la energía hacia los años 2030 y 2050.
El otro caso es el acaecido en Japón. En ese industrioso país, donde la naturaleza o su destino, como quiera verse, no le proveyó ni de acero ni de carbón ni de petróleo ni de gas, y sin embargo, el espíritu de trabajo y de lucha de sus habitantes ha hecho que construyan uno de los países más industrializados del mundo moderno. Cuando estaban ya a punto de resolver su abastecimiento de combustibles fósiles, trayéndolos por el extremo norte de su gran isla, provenientes de Sakhalin 5, el formidable proyecto que es ya una realidad llevada a cabo por los rusos en una asociación admirable con las más grandes empresas petroleras del mundo, sucedió uno de los desastres más grandes de todos los tiempos, el terremoto que generó un tsunami, que produjo graves filtraciones de combustible nuclear, de tres de los núcleos de los reactores, que tiene en jaque por segunda vez en la historia moderna a la generación de energía eléctrica por la vía nuclear, como una alternativa limpia para abastecer las necesidades del mundo de mediados del este siglo XXI, como alternativa a la vista ya, para sustituir el combustible fósil, el petróleo o el gas, resolviendo de un tajo la gran paradoja del siglo, que plantea la necesidad imperiosa de generar tanta energia como haga falta para satisfacer las gigantescas necesidades crecientes de la población de este planeta. Pero hay que generarla sin dañar a la población.
Es cierto que el continente europeo está resolviendo de esta manera, buena parte de sus necesidades de energía. No todas sus necesidades, por cierto, aunque hay países, como Francia, que generan 80 de la energía que consumen, pero no hay que pasar por alto que ni Francia ni los demás países europeos están ubicados en zonas sísmicas, en primer lugar, y luego, ninguno de ellos ha hecho público cuál es la solución que ha encontrado para deshacerse de los residuos nucleares sin perjudicar a terceros países adonde vayan a dar después de producir la electricidad necesaria.
Las causas de los accidentes en Chernobil, en 1986, y en Fukushima, en Japón, en este marzo, fueron ciertamente diferentes, y también serán diferentes las consecuencias. Pero las características de zona sísmica y de vulnerabilidad a los fenómenos propios del mar, como es el caso de los tsunamis, no podrán ignorarse ni simplemente soslayarse, desde Fukushima en adelante, ni podrán dejar de considerarse como una variable determinante para la toma de decisiones respecto de la posibilidad de establecer y accionar una planta nuclear así nada más, sin considerar en un muy serio análisis las posibilidades que ocurran terremotos capaces de producir tsunamis, hasta donde la investigación científica puede prever. Como también hay que dejar muy claramente definido cómo y dónde se llevará al cabo la disposición de los residuos de los combustibles nucleares.