Puede ser un error político pensar en ‘el pueblo’ cuando se dirigen mensajes de propuesta política o de argumentación de actos de un gobierno.
Es común entender el pueblo como un conjunto de personas que forman un bloque social, político, económico. Como algo inalterable, de una pieza.
La práctica puede mostrar que esa forma de comunicación es más negativa que positiva. Es débil.
¿El pueblo de la Unión Soviética destruyó el socialismo real pensando que la solución a sus exigencias la tenían empresarios?
En Cuba hay quejas por el mal comportamiento social de adultos y escolares en buses, en la calle. ¿Es el pueblo cubano?
¿El pueblo venezolano dio una votación claramente mayoritaria a Chávez y el mismo pueblo abandonó en casi un millón de sufragios al mismo programa seis meses después?
¿Es posible reconocer qué es el pueblo norteamericano o chino?
Parece más realista pensar en construir los mensajes como comunicación a personas diversas, cambiantes, con ideas arraigadas.
Convencer con explicaciones amplias, flexibles, nunca indiferenciadas.
Es cierto que en determinados momentos una mayoría fuerte de hombres, mujeres, viejos, jóvenes, adhiere con fuerza a una línea de acción, pero no dejan de ser individuos.
Mejor que hablar al pueblo es comunicarse con las personas, con los grupos sociales.
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Rómulo Pardo Silva
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