Noviembre 25, 2024

En defensa de Escalona

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 escalona_facebookNunca pensé que tendría que defender lo indefendible, aportarle argumentos a un apóstata, a un converso que de lustrarle las botas al “leninismo” pasó a arrodillarse ante el “guía espiritual” que lo trajo de regreso a la santa iglesia católica. Esa en la que –gracias a media docena de padres nuestros– es fácil obtener el perdón antes de seguir pecando.

 

Hay quién le ha acusado de stalinismo, pasando por alto que el padrecito de los pueblos –siguiendo en ello el ejemplo de los sátrapas rusos– fue grande en la infamia, en la simulación, en la mentira, en la traición y hasta en el crimen: si para Stalin un par de muertos era una desgracia, cinco o diez millones era una estadística. Escalona es pequeño, minúsculo, no da para tanto. Habría que tener muy mala leche para cargarle lo que es incapaz de hacer. Vender los principios pase, pero nunca tuvo la ocasión de masacrar a todo un comité central. No digo que no tuviese ganas, pero no se puede juzgar a nadie por sus intenciones sino por sus obras.


Por otra parte, contrariamente a la imagen que hace de Stalin un tipo rústico, inculto e iletrado, el georgiano leía todo lo que le caía entre las manos y llegó a acumular una sólida cultura. Simon Sabag-Montefiore, autor de una erudita biografía en tres volúmenes, afirma que Iosif Vissarionovitch Djougashvili siempre aprovechó la estúpida arrogancia de quienes lo creían asopado. Su inteligencia, o lo que en él tomó el lugar de la inteligencia, le hizo capaz de derrotar a decenas de brillantes intelectuales que se creyeron infinitamente superiores al que consideraron siempre un segundón. En sus años mozos Stalin escribía poesía… y no de la mala.


Por contraste, la biblioteca de Escalona no va más allá de algunos números de Condorito, y su reducida capacidad neuronal sufre de la aguda ausencia de sinapsis activas. Lejos de derrotar a ningún brillante intelectual, se cae ante un Andrade, una Bachelet, y dos o tres maniobreros de poca monta. Peor aun, se retira de mala leche, mostrándole a quién pueda ver su rostro desencajado que la bilis lo está envenenando. Si se llega a morder la lengua… habría que llevarle a la unidad de tratamiento de enfermedades tóxicas.


Pero como dice el insondable Maître Jacques Vergès –que fungió de abogado de Klaus Barbie, el nazi que encabezó la Gestapo en Lyon– si uno es demócrata y cree en la justicia sabe que hasta las peores basuras del género humano no pueden ser juzgadas sin defensa. De otro modo nos pareceríamos a ellos, a la bazofia.


Mi estrategia de defensa tiene que ver con los llamados “chivos expiatorios” o “cabezas de turco”, que son aquellos pobres tipos sobre quienes se aplica injustamente una acusación o condena para impedir que los auténticos responsables sean juzgados.


¡Objeción, Su Señoría! Nadie en su sano juicio puede decir que a Escalona se le ha acusado injustamente. Objeción aceptada.


Pero el resto de la argumentación queda en pie. De lo que se trata es de ofrecernos un chivo expiatorio, un cabeza de turco, con el fin de hacer pasar piola a los otros, e impedir que como auténticos responsables sean juzgados junto a Escalona.


El acomodo con el capitalismo, con los herederos civiles de Pinochet, con los grandes empresarios, con los poderosos, con los (como decía antes Escalona) explotadores, no fue la exclusividad de un tipo cuya trayectoria plana hace difícil comprender que escalase tanto sin la complicidad de muchos que escondían la cara.


Un modo muy sencillo de zafarse, consiste en encontrar un culpable ofrecido al linchamiento público. Ninguno de los dirigentes del PS llegó ayer, ni cayó con la última lluvia. Todos, y todas, han participado alegremente del cogobierno con la derecha dura, del pillaje de lo que quedaba, de la depredación de lo que es nuestro, del abuso, de la expoliación de la inmensa mayoría de la población, del lucro en la Educación y en la Salud, del conocido método del “pelotazo”, ese que permite enriquecerse sin causa aparente.


El chivo expiatorio tiene la ventaja de generar muchas “vírgenes”, de dar por terminado el asunto, y de permitir seguir en lo mismo como si nada.


En eso está la prensa, la Tele, el comando (denominación militar donde las hubiere…) de Bachelet, y algunos ilusos. Ahora se puede pasar a las cosas serias, al circo de las primarias. En un universo de 120 diputados y 40 senadores, media docena de shows sirven para hacer olvidar lo esencial: el pueblo de Chile sigue alejado de lo que le concierne. Otros deciden quién mangonea y hasta cuando.


Si hubiese que hacer algún paralelo con el stalinismo… parece más pertinente referirse a los procesos amañados de Moscú de los años 1936-1938. Método expeditivo, permitía deshacerse de todos aquellos que molestaban, cargándoles las propias faltas, errores, traiciones, crímenes y sabotajes. El implacable procurador Andrei Y. Vychinski –el Fouquier-Tinville ruso– hacía el trabajo sucio.


Por el momento las penas pronunciadas por la eminente comisión política del PS –pactadas con el comando de la candidata– se resumen a una suerte de muerte civil. ¿Pero quién sabe qué se les va a ocurrir si llegan de nuevo al poder?

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