Los serios desaguisados en las estadísticas del INE y que comprometen la confiabilidad en sus indicadores han sido denunciados por varios parlamentarios y ha dado pie a severas críticas en medios internacionales. Como se sabe, los datos cuantitativos obtenidos por métodos estadísticos sirven de base para cualquier forma de planificación de políticas públicas a nivel nacional y es una referencia obligada a nivel mundial para estudios de inversiones, cuestiones demográficas y muchas otras.
Las negligencias del INE parecieran inaugurar un nuevo paradigma en nuestro país. Pareciera que dejamos atrás el universo de certezas para adentrarnos en un universo cuántico, regido por el “Principio de Incertidumbre” propuesto por el físico alemán Werner Heinsenberg en 1927 uno de cuyos axiomas señala que la medida termina perturbando el sistema de medición. Esto hace imposible determinar datos exactos respecto de alguna realidad.
De este modo, todos los antecedentes sobre pobreza, IPC o cualquier otro debemos entenderlos, en el mejor de los casos, como una vaga aproximación. El actual gobierno chileno, inspirado en su nueva “epistemología cuántica”, no puede ofrecer al mundo datos exactos sino más bien paradójicas incertidumbres alejadas por completo del añejo determinismo con que trabajan los organismos internacionales. Tal es el caso del Censo 2012 que no ha sido capaz de entregar un valor exacto para el número de habitantes del país.
Más allá de los vértigos que nos ofrece esta nueva concepción estadística, lo cierto es que estamos ante una crisis de credibilidad que compromete a un organismo estatal encargado de entregar indicadores confiables a la comunidad nacional e internacional. Esto se suma a la polémica de las autoridades de gobierno con la CEPAL en torno a la encuesta Casen que mide, precisamente, el número de pobres en el país. Todo ello genera un clima adverso en organismos especializados.
Como tantas veces se ha dicho, podemos discrepar en la interpretación de los datos, pero no es admisible cuestionar la fiabilidad de los datos mismos. Esto hace indispensable hacer las correcciones técnicas al más breve plazo de todos los procedimientos para garantizar la calidad y confiabilidad de los antecedentes ofrecidos por el INE, único modo de restituir las confianzas de la comunidad dentro y fuera de Chile. Lo que está en juego es, ni más ni menos, nuestra imagen de país serio y creíble en la arena regional e internacional. En el mundo de hoy, no podemos darnos el lujo de ofrecer una silueta difusa, inexacta, “aproximadamente Chile”, fruto del astigmatismo del Instituto Nacional de Estadísticas.
Investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. ELAP. Universidad ARCIS