La actual generación de jóvenes españoles es la que posee más títulos académicos en toda la historia de ese país, en consecuencia, podríamos colegir que España, en la actualidad, es uno de las naciones europeas de mayor capital cultural, sin embargo, un alto porcentaje de los jóvenes no cuenta con más salida que emigrar al exterior. Si esta juventud tuviera trabajo en Alemania, el problema estaría solucionado en favor de la política de austeridad de la Canciller, Ángela Merkel, pero, para empezar, hay una barrera en el idiomática y cultural. Algunos de ellos piensan en emigrar a América Latina, por la facilidad del idioma e idiosincrasia.
En el último trimestre, la cifra del desempleo español a 6.600.000 cesantes, que equivale a un 27% de la población en edad de trabajar. El paro juvenil llegó al 57%, es decir, seis de cada diez jóvenes no tiene trabajo y, lo peor, según el informe del gobierno español, es que no ninguna esperanza de creación de puestos de trabajo hasta el año 2016, que se supone, España podría crecer a más de un 2%, cifra mínima necesaria para reducir el 25% estructural de desempleo. El próximo año, en 2014, tal vez el país podría crecer un 0,5%, si antes no ocurre un desastre en el entorno europeo. En 2015, en el mejor de los casos, esta cifra podría llegar a un 1%. Este juego de cifras es puramente pirotecnia, pues la verdad es que los españoles están condenados, hoy por hoy, a la cesantía, y no se vislumbran horizontes de esperanza a corto y mediano plazo.
La cesantía no corresponde solamente a las frías cifras, también está a la vista una destrucción del tejido social y familiar: muchos jóvenes se ven obligados a volver a vivir con sus padres o bien, no pueden abandonar el hogar, quién sabe hasta cuándo; ni pensar en formar una familia. Gran parte de la antigua clase media española ya no tiene dinero, ni siquiera, para alimentarse y, agotado el subsidio estatal, no les queda más que acudir a los comedores populares de Cáritas o de otras instituciones caritativas.
Una gran parte de la población ha perdido sus casas de manos de los Bancos, y otras, se han visto obligadas a venderlas a precios irrisorios. Los desalojados judicialmente se han organizado para defenderse de la llegada de los receptores judiciales y de la irrupción violenta por parte de guardias civiles y de los descerrajadores. Es tan dramática la situación que algunos de los ciudadanos a quienes se les ha despojado de sus viviendas han optado por el suicidio, como medida extrema.
Aquellos que pertenecen a la clase media más empobrecida se han visto obligados a alimentarse con sobras encontradas en los tachos de basura. Avergonzadas las autoridades, tuvieron que dictar una ordenanza para impedir que los hambrientos ciudadanos recurrieran es estos extremos de indigencia y de pérdida de dignidad.
Es difícil prever hasta cuándo el pueblo español soportará la destrucción paulatina de su tejido social, y de constatar que no se vislumbra ninguna posibilidad de solución mientras continúe en el poder el corrupto e ineficaz duopolio, el Partido Popular y el PSOE.
El Partido Popular, de derecha, heredero del franquismo, se ha hecho famoso por su corrupción, especialmente en las Comunidades Autónomas donde gobiernan y, actualmente, en el gobierno nacional. Los ciudadanos no pueden pretextar que desconocían esta tendencia mafiosa del P.P. cuando votaron, en masa, por Mariano Rajoy, pues ya se conocían los escándalos generados en la Comunidad Autónoma de Valencia, por ejemplo. Desgraciadamente, los ciudadanos están condenados a soportar al inútil y anti popular gobierno de Rajoy, pues tiene mayoría parlamentaria y se hace imposible un voto de censura, por consiguiente, de no ocurrir una revuelta ciudadana, el presente gobierno terminará su período, habiendo destruido su país y arruinado a sus ciudadanos.
Después del fracaso de José Luis Rodríguez Zapatero, uno de los gobernantes socialdemócratas más ineficientes, el Partido Socialista Obrero Español, que servilmente siguió las órdenes de la democratacristiana Ángela Merkel, comenzando el camino al “eurosuicidio”, ahora, en la oposición, ha tomado posiciones progresistas acusando, a través de su líder, Alfredo Pérez Rubalcaba, al Presidente del gobierno, Mariano Rajoy, de ser el culpable de la existencia de más de seis millones de parados, y de aplicar políticas de austeridad y recortes, impuestos por el gobierno alemán, el Banco Europeo y el Fondo Monetario Internacional.
Es difícil creer que los arrepentidos socialistas, una vez en un posible futuro gobierno, puedan atreverse al rechazo de las políticas de austeridad impuestas por la “troika”. La socialdemocracia ha probado, en todos los países de Europa, que la ideología neoliberal los ha infiltrado en sus cuadros directivos, llevando a cabo políticas de austeridad, que atentan contra la economía de los países donde los partidos socialdemócratas han estado en el gobierno.
Lo único que resta en la política española se refiere a las protestas de los movimientos sociales – el 15M, los Indignados – que lamentablemente, carecen, hoy por hoy, de un correlato político y de una forma de organización coherente, que permita atacar el poder en crisis que detenta el duopolio. El pueblo español, en la Segunda República y en la guerra civil, dio muestras de heroísmo, creatividad y de un alto nivel de dignidad y de sentido del honor. Es triste constatar que, a pesar de las manifestaciones populares que rodean el Congreso con expresiones tales como “no nos representan” y otras más fuertes, no puedan expulsar a la casta política corrupta, que se ha apropiado del gobierno de La Moncloa y las Cortes.
Los jóvenes, entre tanto, ven destruirse sus esperanzas y marchan hacia el “eurosuicidio”, pintoresco término usado por el líder del PSOE.
Rafael Luis Gumucio Rivas
28/04/2013