Los Socialistas Allendistas han procurado ser consecuentes con el legado de Allende. Durante años y en solitario se opusieron en el PS al modelo neoliberal y a las privatizaciones impulsadas por los gobiernos de la Concertación (empresas de agua, código minero, concesiones etc.) insistiendo en el rechazo a la desnacionalización progresiva del cobre.
Presagiando la mutación que se iniciaba, después de su Congreso de Unidad, se opusieron el ingreso del PS a la Internacional socialdemócrata conocida como Internacional Socialista, postulando en contraposición, un socialismo de izquierda y autónomo frente a las concepciones socialdemócratas y comunistas.Un socialismo con un claro carácter revolucionario, internacionalista y antimperialista articulado con las antiguas y nuevas fuerzas izquierda de América Latina y el Caribe que se agrupan hoy en Foro de Sao Paulo.
En contradicción con quienes desde la nueva élite socialista sostenían desde el gobierno que los EE.UU eran ahora aliados estratégicos, insistieron en el rechazo al imperialismo, condenaron las brutales agresiones e invasiones a Afganistán e Irak y la represión de Israel hacia el pueblo palestino e impulsaron el reconocimiento de la RASD en solidaridad con el pueblo saharaui. Condenaron el bloqueo contra Cuba, insistieron en la integración vecinal y latinoamericana, la participación de Chile en el Movimiento de los No Alineados y denunciaron la brutal agresión al proceso bolivariano rechazando la postura del gobierno de Lagos frente al golpe contra el presidente Hugo Chávez el 2002.
Rechazaron el ALCA promovido por los gobiernos de Frei y Lagos (en la Comisión política del PS) votaron en minoría en contra del TLC de Chile con los EE.UU, señalando que aquello establecía un único y forzado modelo de desarrollo expoliador de nuestra soberanía económica, oponiéndose también a los TLC impulsados por los gobiernos Concertacionistas por considerarlos instrumentos de dependencia y de externalización a favor de los grandes grupos económicos y financieros del país.
Bregaron durante años en solitario en contra de la orientación económica neoliberal a la cual parecía concurrir placenteramente la nueva élite del PS durante los gobiernos de Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet. En cada evento partidario presentaban resoluciones de rechazo a las políticas económicas y monetarias neoliberales contraproponiendo medidas y soluciones que nunca fueron escuchadas ni recogidas por los gobiernos Concertacionistas.
Como corriente de izquierda marxista en minoría- producto del control cupular, la desmovilización y el derrumbe ideológico -en cada uno de los controlados Congresos partidarios, insistían en la necesidad de retomar una política anticapitalista y una Asamblea Constituyente modificando las alianzas para construir la unidad del pueblo y la izquierda para refundar una democracia participativa y soberana rompiendo así la herencia pinochetista. Para lograr aquello, había que superar la Concertación construyendo alianzas sociales, políticas y culturales más amplias con la izquierda social y política excluida del sistema para cambiar el rumbo neoliberal de Chile.
En las relaciones internacionales asumieron el legado de los fundadores del socialismo chileno con posturas claramente antiimperialistas y a favor de la integración latinoamericana. Por ello, desplegaron en los reducidos espacios a los que tenían acceso iniciativas y alianzas internacionales para luchar desde el sur por un mundo multipolar y otro mundo posible frente a la globalización neoliberal dominante.
Solidarizaron con la Cuba revolucionaria frente al criminal bloqueo y su derecho a la autodeterminación. Respaldaron activamente las Asambleas Constituyentes en Venezuela, Ecuador y Bolivia como vías de transformación y democratización soberana y se identificaron con los nuevos procesos políticos y sociales antineoliberales que encabezaron los pueblos liderados por Hugo Chávez, Lula Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega, Lugo, Funes con el FMLN y Pepe Mujica.
Con Brasil, fueron desde sus inicios partidarios del Partido de los Trabajadores y de Lula en tiempos en que las elites socialdemócratas de su partido controlaban la política internacional y (los que luego se convertirían en fervientes partidarios de Lula cuando advirtieron que podía ganar) respaldaban entusiastamente al poder de turno y su continuidad, es decir, respaldaban a sus amigos “progresistas” José Serra y los “tucanes” del PSDB del ex Presidente Fernando Enrique Cardoso.
Como izquierda en el PS, lucharon durante años en condiciones adversas al interior de un partido diezmado y paralizado .Su cúpula oficialista los marginó sistemáticamente de toda relación con los espacios de decisión real (salvo social desde su propia fuerza) desde donde influir con sus ideas y propuestas.
Así, la cúpula del oficialismo socialista- los caricaturizó y los excluyó sistemáticamente coincidiendo con los medios de comunicación mercuriales del pensamiento único y con la derecha económica, política y empresarial al caracterizarlos como lo hizo el senador Escalona de “fracasados, testimoniales y marginales”.
Los Allendistas se opusieron frontalmente -pero sin éxito- al lobby y a la relación entre el poder del dinero y del interés privado, que afectó durante los últimos veinte años el alma misma de la cupula socialista e hizo mutar el ADN de aquel partido. Hoy lleva ese nombre pero dejó, en lo esencial, de ser el partido popular de los trabajadores manuales e intelectuales que fundaran Grove, Matte y Allende.
Finalmente, los socialistas allendistas se rindieron ante la evidencia de la imposibilidad de recuperar el PS para la izquierda el que al decir de Carlos Altamirano, ex Secretario General del PS de Allende: “Y lo concreto es que el Partido Socialista ha abjurado de su pasado: hoy sigue dócilmente la estela del Consenso de Washington (como le llaman algunos) o del modelo neoliberal (como le llamamos nosotros)”.Bloqueados en un controlado pseudo Congreso termal, excluyente y cupular, efectuado el 2008 durante el gobierno de Bachelet e impedidos de competir con mínimas condiciones democráticas para socializar sus tesis de cambio de fondo de la política del socialismo, tomaron la decisión de abandonar el PS constituyendo el Movimiento del Socialismo Allendista impulsando una candidatura presidencial socialista alternativa al candidato oficial del PS de la Concertación para propiciar la unidad de la izquierda basada en un programa antineoliberal y de lucha contra la exclusión.
Probablemente el mayor error cometido fue asumir por demasiado tiempo una mal entendida disciplina partidaria exigiendo que se cumplieran los acuerdos de Congresos y Plenos partidarios los que fueron sistemáticamente desconocidos e incumplidos por las nuevas elites socialistas en los gobiernos Concertacionistas.
El fantasma de la división socialista post 73 y el peso de una mal entendida herencia izquierdista sobre la unidad en torno al instrumento partidario justificó más allá de lo razonable la idea de dar “la lucha por dentro” desgastándolos en una lucha estéril y bloqueada estructuralmente lo que postergó el despliegue de una fuerza socialista de izquierda fuera de las fronteras del Partido Socialista, transformado durante los años Concertación en un clásico partido socialdemócrata de cuño europeo neoliberal ajeno a su inspiración fundacional.
Durante ese largo periodo muchos socialistas de izquierda abandonaron la orgánica de manera individual y las distintas corrientes de izquierda que se fueron constituyendo no estuvieron a la altura producto de la falta de unidad y dispersión sumada a la dificultad de no tener parlamentarios propios y vocerías alternativas.
Hoy a 80 años de la fundación del Partido Socialista surgido como necesidad histórica de las y los trabajadores manuales e intelectuales por la construcción de una fuerza socialista, antiimperialista, democrática, autónoma y revolucionaria, el Movimiento del Socialismo Allendista levanta las banderas del Socialismo del Siglo XXI como vía Allendista al Socialismo y en la actual coyuntura y busca impulsar una alternativa antineoliberal al duopolio Alianza Derecha y Concertación, basado en la confluencia de fuerzas progresistas y de izquierda, movimientos regionales, sociales y ciudadanos en torno a una Asamblea Constituyente para una nueva Constitución que refunde una nueva República, para proyectar el socialismo y el Allendismo como necesidad y respuesta histórica en el Chile del siglo XXI.
Esteban Silva Cuadra
19 de abril de 2013