Llueve sobre mojado en Buenos Aires. Mientras no terminan las secuelas de la diluviana inundación que remeció mortalmente a La Plata producto del cambio climático y de la ineficacia e indolencia de los gobiernos nacional, provincial y de la Capital Federal, la Fundación Libertad reunió a lo más graneado de la inteligencia ultraliberal de Hispanoamérica para celebrar su cuarto de siglo en Argentina entre el 8 y 12 de abril.
Cuando las encuestas de la Universidad Católica de Argentina, empleando la misma insuficiente y mañosa metodología del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), arrojaron que en el país hay 12 millones de pobres y 3 millones de indigentes, aumenta el desprecio de las grandes mayorías por las expresiones partidistas de los administradores del Estado en todos sus escalones. Si el actual Ejecutivo nacional se derrumba entre pugnas internas que no le importan a nadie, lo mismo ocurre con el radicalismo y la derecha más explícita. Es el sistema político el que está en la mira del argentino medio y empobrecido: una democracia sin pueblo que mal encubre la tiranía del capital en su fase del despojo, el ajuste y la hegemonía de su momento financiero. Una democracia de baja intensidad y con representaciones políticas de los intereses de fracciones corporativas de la burguesía transnacional caracterizadas por su discurso doble, cortoplacismo, consistencia corrupta, concesionista, carentes ‘por naturaleza’ de proyecto propio y leal a la fórmula de reducción del gasto público y derechos sociales y políticos + programas sociales cada vez más acotados.
En la división internacional de la acumulación capitalista organizada por los imperialismos centrales y una audaz arremetida del capitalismo chino y su expansión, la plataforma geoeconómica argentina tambalea sobre la exportación primario agrominera y del sector servicios, con resabios de la industria textil, alimenticia y del montaje automotriz. Esto es, una geoeconomía dependiente de los polos imperialistas bursátiles, la demanda de commodities, la financiarización y la deuda, y la subsecuente destrucción ambiental y de trabajo (el salario representa el 1,8 % del PIB), y la intensificación de la explotación del trabajo asalariado.
Sus expresiones culturales, como un todo en las relaciones sociales de clase y poder, permanecen ancladas en el patriarcado, componentes abyectos de racismo, la elitización de los bienes culturales, el analfabetismo funcional, la exclusión ampliada de la población morena, indígena y de los migrantes fronterizos; y la infantilización política de la sociedad.
El descontento aún no tiene cauce. Todavía se escriben las primeras líneas de una futura alternativa política donde el movimiento real anticapitalista sitúe a los trabajadores y el pueblo como protagonista de las transformaciones de acuerdo a sus intereses históricos. Gran parte de la propia izquierda autoproclamada como ‘revolucionaria’, dentro y fuera de la institucionalidad de los que mandan, por abajo y por arriba, se mantiene fragmentada, y sus innumerables banderas de referencia, oscurecen, confunden y distancian a las fuerzas sociales convocadas a cambiar la vida. Muchas de sus manifestaciones orgánicas reducen su estrategia a la táctica de la lucha electoral. Como si el solo acceso a la democracia representativa fuera el objetivo que subordinara al movimiento social, sustituyendo el proyecto creativo y la hazaña multidimensional para hacerse del poder y posteriormente, según los tiempos de la lucha de clases regional y mundial, caminar hacia la disolución del Estado y no lo contrario. Dicen lo que no hacen y piensan lo que callan. Sus conductas orgánicas resultan atávicamente verticalistas, como si fueran agrupaciones subversivas de combate, clandestinas, al borde de una revolución social, cuando en la realidad se limitan a estructuras de propaganda y agitación, presentistas, cuyas formas y contenidos sólo persiguen su reafirmación identitaria y la fijación de diferencias con otros empeños hermanos. La unidad y politización de los que luchan, como tarea necesaria, es postergada por la agenda del poder, la ausencia del análisis concreto de la realidad concreta, y de la crítica y autocrítica democráticamente producida por sus propios militantes; el economicismo y la miopía.
VARGAS LLOSA Y MARGARET THATCHER
La Fundación Libertad bautizada en Rosario, la porteña Fundación Pensar y la española FAES, son centros de producción política e ideológica cuyo fin es traducir para América Latina y España los dictados de los Estados corporativos imperialistas. Por eso entre los convocados entuvieron los peruanos Mario y (su cachorro) Álvaro Vargas Llosa; los españoles José María Aznar y Esperanza Aguirre; el ministro secretario general de la Presidencia de Chile, Cristian Larroulet; el uruguayo Luis Alberto Lacalle; el boliviano Jorge Quiroga; y el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, entre otros.
“En Latinoamérica es necesario hacerle frente a lo que se ha dado en llamar el socialismo del siglo XXI y a los movimientos populistas, y la mejor manera de hacerlo es con un partido de centro-reformista”, dijo el dirigente del Partido Popular español, Floriano, y “El modelo se inspira en el Partido Popular europeo, el partido de referencia para una mayoría de ciudadanos en Europa”, deliró.
Lo cierto es que al mediodía del 12 de abril, diversas organizaciones sociales y políticas se reunieron en el Obelisco de Buenos Aires para marchar hasta el Teatro Colón donde se realizó la parte final de la cumbre de los encargados de gestión del imperialismo en América Latina y España.
Ante la reciente muerte de Margaret Thatcher (http://www.kaosenlared.net/territorios/t2/internacional/item/52977-… ), el escritor Mario Vargas Llosa declaró que la impulsora fundamental, junto al ex presidente norteamericano Ronald Reagan, del ultraliberalismo antisocial “defendió los valores de la democracia y la libertad ante el avance del comunismo” y añadió que “con las privatizaciones hizo renacer el espíritu empresarial y devolvió la confianza a los británicos”.
“Repudiamos los dichos de Mario Vargas Llosa que homenajeó a la responsable política de la muerte de cientos de muchachos argentinos en Malvinas. Ella representaba a un poder colonialista cuya acción militar aún tiene hondas huellas en nuestro pueblo”, replicó Rubén Verón, miembro del Movimiento Argentino de Solidaridad con Cuba.
“CREAR MUCHOS CHE, MUCHOS SANTUCHO, MUCHOS COOKE, MUCHOS WALSH”
Frente al Teatro Colón se quemó una bandera norteamericana. Nahuel, joven estudiante de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y parte del Frente Estudiantil Revolucionario, afirmó que “este tipo de reuniones son parte de una clara estrategia del imperialismo para Latinoamérica con el fin de dar nuevos impulsos al programa neoliberal. No es casualidad que quien haga de auspiciador sea el jefe de gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri y la Fundación Pensar.”
Liliana señaló que “junto a muchas mujeres agrupadas en el Frente por las Mujeres Perseguidas y Refugiadas y Presas, repudiamos la presencia de la derecha golpista internacional que se junta para seguir ‘pensando’ en cómo explotarnos mejor y en particular, a las mujeres. Son unos personajes nefastos para el planeta.”
Por su parte, César del Frente de Resistencia Nacional ( http://www.rebelion.org/noticia.php?id=165760 ) fustigó la cita, evaluando que “Esta camarilla de ultraderecha es la misma de mata de hambre a los pueblos de América Latina y Europa, y hará acá un examen teórico para continuar planificando con años de anticipación su política económica que desde el fin de la Segunda Guerra Mundial es la misma: hambre y miseria para los pueblos y la concentración de privilegios para unos pocos. Se trata de una estrategia de la clase social opresora. Pero si no nos dejan soñar, no los dejaremos dormir.”
María del medio independiente Resumen Latinoamericano (http://www.resumenlatinoamericano.org/ ) dijo que “Rechazamos a los personeros de la derecha indeseable que se reúne para programar la pobreza de los pueblos. Vienen a la Argentina para desde aquí enviar un mensaje a los gobiernos antiimperialistas de la Región.”
Uno de los oradores principales de la protesta, Rubén Zaccaro, denunció que “En este grupo se concentran los mentores intelectuales de los genocidios contra nuestros pueblos. Son los responsables de todas las masacres en el continente. Cuando hablamos de dictaduras cívico-militares, estamos refiriéndonos a estos personajes. Ellos son los que aplican las recetas colonialistas: son nuestros enemigos que tenemos adentro. No nos queda más que seguir uniéndonos y desenmascarando su campaña”, y agregó, “Pero el domingo 14 de abril, en el corazón de Nuestra América, se dilucida una vez más nuestro destino. Y estamos seguros que el pueblo de Venezuela le va a decir Sí al proyecto de la Revolución Bolivariana”.
Finalmente, Darío Amador (http://www.generacion80.cl/noticias/columna_completa.php?varid=15723 ) de Resistencia analizó que “América Latina viene siendo víctima de ataques permanentes de EEUU y sus aliados en la Región y esta reunión que se realiza en Argentina es coherente con la opinión y postura de ciertos sectores políticos, incluyendo al jefe de gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri, que se identifica ideológicamente con sus invitados. Hablamos de los aliados permanentes del gobierno de EEUU en su política hacia América Latina y el mundo. En el Frente de Resistencia Nacional siempre hemos planteado que los cambios en América Latina vendrán de la mano de los pueblos y no de dirigentes pagados y convencidos de que el destino de nuestros países pasa por las decisiones que toma el Departamento de Estado de EEUU. En ese sentido, EEUU, entre sus múltiples aventuras bélicas en todo el mundo tiene todavía aventuras pendientes en América Latina en función de la ‘recuperación’, según su criterio, y de la apropiación ilegítima, según el nuestro, de los recursos naturales. De esa apropiación proviene la megaminería, la deforestación, una política alimentaria basada en la destrucción intensiva y extensiva del suelo a través del cultivo de la soja, la represión contra los pueblos indígenas en lucha que han estado originariamente en estas tierras. Esa misma resistencia, que lleva más de 500 años, es la que proponemos como bandera para toda América Latina. Y si bien, hoy la situación es distinta a la vivida cuando el Che llamó a crear una, dos, tres Vietnam, la tarea actual consiste en crear muchos Che, muchos Santucho, muchos Cooke, muchos Walsh, y millones y millones de hombres y mujeres capaces de enfrentar y resistir a los planes del imperialismo, que como bien sabemos, no desaparecerá por sí solo.”