Caracas.- No hay, en las palabras de Javier Biardeau –un eurodescendiente que se reconoce parte de una minoría en el campo chavista, por su fenotipo– ninguna duda sobre el triunfo de Nicolás Maduro en la elección de este domingo. Pero ese hecho no significa que Biardeau, un intelectual respetado en los dos bandos irreconciliables de Venezuela, ignore los dilemas de su país una vez pasado el trago electoral.
Esto es como un cuadrilátero con tres peleadores. Y ahorita hay que darle a uno, a la derecha. Si no se le da bien a la derecha, corremos el riesgo de que gane. Y si se pospone el otro debate, corremos el riesgo de que la transición al socialismo sea simplemente una bandera vacía. Primero tenemos que sacar a Henrique Capriles del cuadrilátero. Y después vendrá una pelea interna entre los sectores de izquierda y los moderados, indefinidos, de derecha o no sabemos qué, dentro del chavismo. Esa es la segunda pelea, dice el sociólogo y profesor de la Universidad Central de Venezuela.
–Se refiere a lo que la izquierda chavista llama la derecha endógena.
–O boliburguesía, o los enchufados, como les llamó Capriles en la campaña, apropiándose de términos del debate interno del chavismo, porque, efectivamente, hay una crítica permanente de las bases hacia ciertos liderazgos y grupos que se han enriquecido de manera grosera, con el pretexto del socialismo.
–Vayamos primero con el candidato opositor. De ganar, sería un presidente con el Congreso, el resto de los poderes y 20 de 23 gobernadores en contra, sin contar al chavismo en las calles. ¿Una victoria de mierda como llamó el presidente Hugo Chávez a su única derrota electoral, en 2007, con el referéndum constitucional?
–Siempre existe la posibilidad de la implosión, dado que la cohesión del chavismo es fundamentalmente emocional. Y la oposición puede pensar en la posibilidad de ensayar un segundo intento de desmoralización. El primero fue a partir de la lectura de que tras la partida física de Chávez la situación dentro del chavismo era de implosión y de derrota moral, que la debilidad se iba a hacer evidente y ostensible. No sucedió, porque hubo un proceso de metabolización.
–Decían que iba a estallar la guerra interna.
-Una guerra fratricida, sí, porque se suponía que lo que mantenía unido al chavismo era la conexión emocional con el presidente, que no había nada programático.
–Igual que la unidad de la oposición era estar contra Chávez.
–No. Ellos sí tienen ciertas ideas y fuerzas que no son sólo el rechazo a Chávez. En los pasados dos años la oposición intentó, con relativa eficacia, posicionar la idea de la alternativa, no tanto el antichavismo visceral. Pero en este caso lo interesante es ver cómo ellos tratan de posicionar una estrategia de confusión, utilizando muchas de las banderas políticas del chavismo. Llamaron a su comando (equipo de campaña) Simón Bolívar y hay camiones de sonido que pasan por la calle con el mensaje de si quieres patria ven con Capriles. Esa era una frase de Chávez. También tienen a Bolívar, cabalgando sobre el mapa de América del Sur como telón en todas sus ruedas de prensa. Hay una triangulación tanto de mensajes como de banderas y símbolos, se han dedicado mucho a explotar la lucha simbólica y tratado de ubicar a Nicolás Maduro en el entorno ineficiente de la revolución bolivariana. Ellos se asumen como la continuación y el mejoramiento de los logros de la revolución. Evidentemente es una táctica de triangulación.
–Tras la muerte del presidente, y al anunciar su segunda postulación, Capriles no se dirigió a sus electores, sino a los chavistas.
–En el chavismo nadie quería asumir una agenda política sin Chávez. Nunca se pensó en renunciar a él, a pesar de que gente con cálculo frío decía que era más oportuno hacer unas elecciones más cerca del mes de diciembre, porque había ventaja. Pero la decisión se pospuso a la espera de saber si el presidente se recuperaba. Puede sonar idealista o romántico, pero creo que el chavismo renunció a renunciar a Chávez, a hacerlo anticipadamente. En la historia se sabrán las razones finales de esa decisión. Desde el lado de la oposición hubo muchos ataques a esa posición, que fue reinterpretada por Capriles, el 10 de marzo, como un simple cálculo electoral para esperar el momento preciso, y ese mensaje afectó mucho, negativamente, a los chavistas.
Biardeau se refiere al discurso en que Capriles puso en duda que la muerte de Chávez hubiese ocurrido en la fecha anunciada e insinuó que tanto los poderes del Estado como su familia eran cómplices de un engaño a la nación.
Fue un discurso sin escrúpulos, dirigido a sellar la unidad de la oposición, a demostrar a sus seguidores que sí era capaz de confrontarse con el chavismo. Y a la gente de oposición le gustó, es un punto de quiebre, de inflexión respecto de las elecciones de octubre. A mí me pareció muy negativo como discurso de campaña, porque uno no sabe cuáles son los acontecimientos que puede desencadenar ese tipo de estrategia: violencia política y costos humanos innecesarios.
–En esta campaña, otro de los ejes de Capriles ha sido la descalificación del árbitro.
–Los efectos de la derrota del año pasado generaron riesgos muy altos de fractura de la unidad opositora. En el informe de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) las críticas estuvieron muy alineadas al discurso de los sectores más radicales de la oposición.
–Decían que no criticó lo suficiente al Consejo Nacional Electoral.
–Que fue muy suave. Ese informe marca el punto de inflexión para que la campaña de Capriles haya sido rediseñada, porque incluso llegó el momento en que se puso en duda que él fuera a ser el candidato nuevamente. De ahí que haya restructurado su equipo de campaña, incorporando a los sectores que se presentan como de izquierda socialdemócrata, por ejemplo. Si se mira la actual composición de los factores de la oposición, lo que hizo Capriles fue incorporar parte de la agenda radical para efectos de cohesión de la base opositora, sobre todo por el resultado de las elecciones de diciembre. No se puede explicar que tú hayas tenido 10 por ciento de desventaja frente a Chávez el 7 de octubre y sólo ganas tres gobernaciones dos meses después.
De sectarismos y exclusiones
–Una de las respuestas de la campaña del chavismo ha sido poner en el centro el tema de la violencia delincuencial.
–Para mí fue sorprendente. No sé hasta qué punto tenga penetración electoral utilizar la lucha a favor de la seguridad. Efectivamente es una demanda muy sentida, pero hay cierta conciencia generalizada de que la solución de ese problema no es a corto plazo. Creo que trataron de robarle una bandera a Capriles, que utilizó el tema en octubre, cuando dijo que en 100 días iba a reducir el delito.
–¿Maduro ha sido reactivo? Por ejemplo en el tema del aumento salarial.
–No. En los pasados 10 años el incremento salarial se anuncia en el primer trimestre del año.
–En algún texto habla de la necesidad, para el chavismo, de aprender a construir mayorías democráticas, pero ahora parecemos estar frente a un asunto de sobrevivencia.
–Es de lamentar que, discursivamente, se haya manejado la victoria de Chávez en octubre pasado como una victoria apabullante. Si uno analiza los datos históricos, es el peor resultado que Chávez tuvo en toda su trayectoria electoral. Hubo una disminución de la brecha y un crecimiento de la oposición. Entonces no puedes cantar una victoria contundente ni pasar por alto que hay un debate pospuesto dentro del chavismo, que es eso que correctamente llamas construir mayorías, y eso no lo puede construir un discurso en el que en algunos momentos han predominado el sectarismo y las divisiones incluso excluyentes, tanto con los aliados como con la base social de apoyo. Además de que en muchos casos la agenda de demandas de la oposición no es exclusivamente de demandas oligárquicas, sino también demandas sentidas por los sectores populares.
–¿El pecado original es la creación del Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) como partido único?
–Es un tema poco estudiado a profundidad. En un texto de Chávez, el Discurso de la Unidad, prácticamente el discurso fundacional del partido, llama a estructurar una suerte de partido unitario, Mucha gente, incluso dentro del PSUV, en un error de interpretación creyó que era un partido único de la revolución. Entonces, sectores como Podemos, PPT, PCV y otros colectivos, mostraron cierta suspicacia. Pero la propuesta de Chávez no tenía esa sola lectura.
–¿Nunca existió la idea de partido único?
–No, porque había muchísimas corrientes dentro del PSUV que llamaron al reconocimiento de los aliados, aunque ciertamente hubo otras que se han mantenido bajo un criterio más o menos fariséico de unidad monolítica. Del lado de Chávez hubo un cambio gradual, con señales minúsculas que no se percibían. Por ejemplo, cuando transformó el decreto de la creación de la vicepresidencia ejecutiva, y hubo un cambio en la composición del gabinete. Fue un primer intento, muy tímido ciertamente, pero creo que tuvo conciencia de que era importante crear un Estado mayor, por lo menos del gobierno, que no recayera exclusivamente en su figura personal. Y la gente no leyó en ese momento esa posibilidad.
“Por otro lado, hay que recordar que el partido nace con unas elecciones primarias, lo cual es bastante contradictorio para un partido único, pues suelen hacerse con elecciones de segundo grado o cooptación.
Lo que le reclamo más al PSUV no es que Chávez haya asumido un liderazgo preponderante, sino que la dirigencia del segundo anillo no tuviese el coraje suficiente para hablar con voz propia, definir planteamientos fuertes frente a las posiciones de Chávez. Hubo personajes, que lamentablemente desaparecieron, que defendían con voz propia sus diferencias con Chávez.
Políticos y militares
–¿A qué se refiere Maduro cuando habla de la dirección político-militar de la revolución?
–Es un manejo de crisis política para tratar de proyectar la tesis de que es un discurso de gobierno, de Estado, donde la dirección del gobierno y las fuerzas armadas tienen cohesión. Utiliza esa expresión para señalar algo que ha sido un rompecabezas para aquellos que tienen entronizadas las nociones democrático liberales, que dicen que esta es una revolución pacífica, pero no desarmada. Eso ha generado un ruido tremendo, porque la gente que es muy constitucionalista, en el sentido clásico del término, dice que las fuerzas armadas deben estar completamente fuera de los asuntos partidistas y electorales. Chávez de alguna manera estaba pisando una delgada línea entre lo constitucional y lo revolucionario cuando planteaba que las fuerzas armadas apoyaban la revolución bolivariana, cuando la oposición veía que la constitución no estaba hecha a la medida del proyecto bolivariano, mientras que el chavismo reclama que esta es un proyecto básicamente bolivariano en contra del bipartidismo histórico. Para decirlo en palabras más sencillas, creo que hay mucha gente que interpreta el papel de las fuerzas armadas con el guión ideológico de la IV República, mientras otros lo hacen con el de la V, donde la unidad cívico-militar es un eje clave del proyecto. Por eso genera ruido.
Socialismo, ¿qué es eso?
–El socialismo es un plato que muchos en el chavismo no quieren probar.
–No voy a decir los nombres. Pero cuando regresaban del Foro de Porto Alegre en 2004, algunos personajes del alto gobierno pidieron a asesores de Chávez: Bueno, ahora ustedes nos van a tener que explicar qué es eso de socialismo, porque ya el comandante dijo que por ahí vamos, pero nosotros no sabemos qué es eso.
Sucede como con la tensión cívico-militar. La tensión sobre el socialismo del siglo XXI made in Dietrich o made in Atilio Borón o cualquier otro que surja por ahí. Esa discusión en profundidad no se ha dado para efectos políticos. Se ha dado sólo para efectos de la red de intelectuales y artistas o el premio Simón Bolívar, pero no para un programa político. De manera simplista se dice que socialismo fue lo que dijo Chávez.
–¿Se ha tocado un pelo al Estado burgués?
–Siendo rigurosos, si el capitalismo de Estado es una variante del Estado burgués, eso es lo que hay. Y por eso es importante hacer una discusión profunda, ajena a la retórica, de las realizaciones prácticas, de las políticas de transformación con relación al socialismo. Uno no puede decir que Chávez no hizo un gobierno de justicia social, pero es mentira decir que aquí hay un gobierno socialista. Creo que Chávez lo reconoció en el Plan de Independencia y Patria Socialista. Incluso yo critiqué que dentro del entorno se le denominara simplemente Plan de la Patria y se desapareciera la palabra socialista.
“Si llamamos a esto una revolución bolivariana, democrática y en transición al socialismo, estamos metiendo palabras que implican una responsabilidad de formación de conciencia política dentro del movimiento. Porque hasta ahora hay escuelas de cuadros y de servidores públicos, pero la formación se ha quedado en el papel. Me parece un error fatal que no hemos dado el debate sobre el socialismo. Es una imagen, un símbolo.
Hay prefiguraciones del debate, pero lo que debió la expresión legal de una movilización de fuerzas sociales y políticas que están a favor del socialismo, se convirtió en un dispositivo legislativo que puede terminar en lo que Bolívar llamó, en el manifiesto de Cartagena, en una república aérea, en este caso un socialismo aéreo. Hablamos de socialismo, pero cuando nos dicen que definamos o conceptualicemos cómo se come el socialismo todo el mundo se queda sin palabras. Creo que eso se va a poner en la mesa después del domingo.
Más cerca de Cárdenas que de Perón
–La vertiente del chavismo que apuesta por la profundización de la ruta al socialismo, ¿tiene la posibilidad de imponerse?
–Tiene la fuerza para demandar, no para imponerse. No es una expresión orgánica que tenga peso específico dentro de la dirección del PSUV. El Estado comunal, las comunas, avanzar en las leyes del poder popular son, para algunos dirigentes del partido, distractores. Y esa va a ser la discusión después del domingo 14. Quién efectivamente asume el proyecto de transición al socialismo que planteó Chávez en una práctica política consecuente, coherente.
–O si se impondrá la agenda electoral, o bien las urgencias de la crisis económica, de la crisis eléctrica, de los conflictos sociales.
–Hay protesta obrera y también conflictos derivados de haber represado demandas sociales, que pueden ser parte de un cuadro social más complicado. Pero esos son temas de confrontación interna.
–Dice usted que Chávez estuvo más cerca de Lázaro Cárdenas que de Perón.
–En Perón las expresiones de derecha fueron más claras que la evolución hacia la derecha que tuvo el PRI en México. Se trata de posicionar una discusión que no se ha dado en Venezuela, alrededor de un texto de Teodoro Petkoff, El chavismo como problema. Petkoff es amigo de Jorge Castañeda y de Joaquín Villalobos, y los tres han posicionado la teoría de las dos izquierdas, para tratar de meter una cuña de división entre la izquierda buena y la izquierda mala. La argumentación de Teodoro inclina a Chávez al lado de Perón, porque le conviene crear un criterio de demarcación del chavismo con la izquierda. Es una operación retórica que tiene una eficacia política. Si tú te pareces al peronismo, entonces a mí me huele más que tú eres más de izquierda autocrática, como fueron los montoneros, o de derecha vinculada a lo peor del militarismo latinoamericano. En cambio si hablas de Velasco Alvarado o de Cárdenas colocas a Chávez en la familia de la izquierda, así sea populismo militar de izquierda.
Hay que dar ese debate y, en el camino, la izquierda bolivariana tendrá que organizarse y hegemonizar el campo bolivariano. Si no lo hace va a quedar como la izquierda testimonial argentina, ahí sí derivaríamos hacia un populismo peronista.