Augusto Pinochet murió en su cama el 10 de diciembre de 2006 sin una sola condena por sus crímenes. El diario Clarín había muerto y no pacíficamente 33 años y tres meses antes, el 11 de septiembre de 1973. Con casi 250.000 ejemplares diarios, el que entonces era el rotativo de mayor circulación en Chile fue ocupado, desmantelado y ejecutado por su línea progresista la misma madrugada del golpe.
Pero su propietario, el español Víctor Pey, sobrevivió. Y, tras un pleito de casi 16 años, ha logrado ahora vencer al fantasma del dictador. El triunfo se lo acaba de deparar la juez de Madrid que ha dictado el embargo de bienes del Estado chileno hasta casi cuatro millones de euros -4.975.630 dólares más intereses vencidos-. para compensar parcialmente al empresario por el expolio.
Chile sacude la decisión judicial
El paso inmediato tras el decreto dictado por la juez de primera instancia número 101 de Madrid es conseguir que el Estado chileno se dé por enterado del embargo. El primer intento –una notificación a la embajada- ha resultado fallido. Fuentes jurídicas sostienen que la legación chilena actuó dentro de sus facultades al rechazar la entrega de los papeles. “Los convenios internacionales obligan a España a tramitar la notificación a través del Ministerio de Justicia y del de Exteriores”, explican las citadas fuentes. El trámite, como ocurre con la mayoría de las solicitudes internacionales de índole judicial, se prevé lento. Según la Agencia EFE, el Gobierno chileno sostiene que la decisión del juzgado español “no tiene ningún asidero legal”.
Doblemente exiliado –a Chile en 1939 a bordo del mítico carguero Winnipeg tras la guerra civil española; a Venezuela, tras el golpe de 1973-, el David que ha ganado esta pequeña batalla al Goliat andino habla por teléfono desde Chile con entusiasmo o determinación insólitas en quien ya ha cumplido los 97. Y no parece que la edad opere en su caso como elemento disuasorio. Porque este auto, dictado el 6 de marzo y que ordena ejecutar el laudo impuesto a Chile en 2008 por el Ciadi -Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones, la corte arbitral ligada al Banco Mundial- es solo el primer paso, asegura el editor. En el polo opuesto, Chile desacredita la decisión judicial bajo el argumento de que el Ciadi no se ha pronunciado de forma definitiva sobre el monto de la compensación que el Estado debe pagar a Pey.
En otras palabras, el embargo de bienes chilenos solo servirá para satisfacer las costas del dilatado proceso. “Otro tribunal deberá justipreciar la indemnización por los daños causados”, avisa Pey con el tono de quien ni se plantea tirar la toalla. O con el de que mantiene intacta la esperanza: “La idea fue siempre reabrir el diario en papel”. Con el conservador Sebastián Piñera como presidente de Chile –su hermano fue dos veces ministro con Pinochet-, no se vislumbra en el horizonte un acuerdo pacífico para resolver ese segundo pleito por daños morales y lucro cesante. Máxime, con el precedente de la respuesta dada al decreto de ejecución dictado por la juez de Madrid.
Con la Fundación Española Presidente Allende como codemandante, Pey ha ido todos estos años de la mano del abogado Juan Garcés, que preside la ONG cuyo nombre rinde homenaje al político derrocado por Pinochet.Dos líneas paralelas cruzan el pasado de ambos. Una es de carácter meramente geográfico: ambos nacieron en España. La otra está marcada por el compromiso y la huida.
Tras el golpe, Pey logró refugiarse en la embajada venezolana y alcanzar ese país gracias a un salvoconducto y casi literalmente con lo puesto. Luego pasó a Francia, recaló en España “cuando Franco agonizaba”, saltó más tarde a Estados Unidos y regresó a Chile. Garcés, afincado actualmente en Madrid, fue el asesor de Salvador Allende a quien el presidente chileno conminó a escapar del Palacio de la Moneda mientras las bombas caían a plomo sobre el edificio, sede del Gobierno y símbolo de un martirio de casi dos décadas que dejó tras sí miles de muertos, desaparecidos y torturados. Garcés fue el letrado que promovió el fallido proceso a Pinochet lanzado por el ya exjuez Baltasar Garzón.
Desde Santiago, Pey aún recuerda cómo “bandas armadas” tomaron las tres sedes de Clarín en Santiago, Concepción y Viña del Mar. “Destruyeron todo lo que pudieron y tomaron presos a quienes encontraron allí”, evoca el empresario, un ingeniero civil que en 1972 cambió el acero por el papel con la compra del Clarín. El director del periódico -El Gato Gamboa, dice Pey porque es su apelativo el que mejor recuerda- y el subdirector –Alejandro Arellano- acabaron, como buena parte de los detenidos, en el tétrico Estadio Nacional. Pero, al igual que su patrón, sobrevivieron. Como ellos, otros 60 periodistas participaron la tarde y la noche del 10 de septiembre de 1973 a los preparativos del que -entonces no lo sabían- terminaría siendo la última edición de Clarín. Ahora, un digital ha tomado el relevo. Oyendo a Víctor Pey y su historia de formidable tesón se diría que se trata de un relevo solo provisional.