Cada día que pasa tiene más sentido todo lo que el movimiento estudiantil hiciera de forma consecuente y con esfuerzo/valor histórico. Chile no es el mismo Chile desde el 2011, así como tampoco fue en vano el esfuerzo/lucha pingüino traicionado por la concertación en conjunto con los que se autoproclaman los dueños del país.
Chile, un país OCDE, donde un sector de la sociedad, justamente, el más pequeño convierte a la educación, entre otros, en un bien de consumo, un derecho fundamental en el mercadeo del modelo neoliberal. Esto es criminalidad pura y dura, delito cometido por notables binominales y pasajeros golondrinas en el Poder Ejecutivo.
Desde el 11 de marzo de 1990 todo el bloque PS/PPD/PDC/PRSD/PC, este último allegado llamando a sostener el bloque en segunda vuelta, permitieron que el modelo se instale y se mantenga cometiendo todo tipo de aberraciones. Algunos merecen la condena de los tribunales y otros sencillamente harían a las llamas subir hasta tocar las nubes.
Como si nada hubiera sucedido en los años pasados, el bloque concertacionista más su nuevo inquilino, descubren que Chile necesita un nuevo andamiaje institucional. Corren las cortinas y descubren que el plebiscito de 1980 fue ilegal, ahora la memoria los lleva reconocer que en esos años no había registros electorales, y que como detalle no menor, Pinochet y las Fuerzas Armadas ejercían una dictadura. Se sacan sus costosas vestiduras y las rompen reconociendo que… han pecado.
Chile es un país donde las instituciones no funcionan, eso dice la calle, y lo evidencian los pactos y acuerdos para entregar la soberanía a la empresa privada. Un país donde las leyes se redactan entre amigos binominales mientras pasean por los pasillos del Congreso. La defensa del modelo neoliberal cruza a todos los binominales, no deja en el margen a ninguno.
Los millones de chilenos endeudados en compras de algunas chucherías/espejitos traídas por los TLC, que los mantienen encadenados a millones y millones de pesos, esperan que el Congreso legisle sobre las tasas de interés que mantienen con los bancos, que reduzca en algunos puntos la desenfrenada avaricia instalada en Chile.
Los binominales no legislan sobre los asuntos mayores, esos que tienen que ver con tocar los intereses de bancos, financieras, aseguradoras, Isapres; les tienen miedo porque no recibirán dineros para su campañas electorales. Bataclanas y bataclanos de todos los pelajes y raleas, salen por estos tiempos a manifestar que en el próximo periodo establecerán instancias para dialogar con los movimientos sociales, como si las deudas de los millones de estudiantes universitarios fueran un saquito de maní.
Y los años no pueden pasar en vano…
No podemos olvidar que este es un territorio donde existen otros pueblos, los originarios, que estaban mucho antes de que llegaran los actuales y por años postergados. A ellos se les visita de manera más constante cuando llegan los periodos electorales, se les dice que sus justas reivindicaciones serán asuntos fundamentales en el Congreso o se les promete una y otra vez sentarse en una mesa coja la que nunca llega a buen final.
Los militares primero, y la concertación posteriormente, esos mixtos tan preocupados del alma de la patria y de la historia, fueron los que les otorgaron patentes de corsos a las madereras, a las grandes empresas forestales, verdaderos depredadores de los recursos naturales que les pertenecen a los pueblos originarios de aquella región y a todos los chilenos. Eso fue posible porque eran los años de plomo y la concertación no tuvo el absoluto interés en poder resolver, muy por el contrario.
La justa reivindicación del Pueblo Mapuche tiene sus muertos con nombres y apellidos. Y los asesinos, que fueron los carabineros, también, los que tuvieron el amparo de los gobiernos concertacionistas. Entonces, no se asombren si los pueblos originarios buscan caminos alternativos usando conocimientos que vienen desde muy antiguo y propongan sentarse en una mesa para que se firme lo siempre exigido: tierra, derechos y paz.
Chile debe dejar de estar en las manos de binominales. Llegó la hora justa, la de las grandes mayorías, hay que apurar el fin de los neoliberales, coludidos, pusilánimes, todos herederos de la dictadura militar. Se avanza con la certeza de que poder arrebatar el gobierno a la ignominia es posible, hay sobradas razones para hacer concretar la victoria de los sencillos.
Chile necesita un proyecto democrático y popular donde se comience a instalar las bases de algo nuevo. Con esas aspiraciones, los que empezaron con cincuenta mil votos llegaron al millón.
Los que levantan la candidatura presidencial de MARCEL CLAUDE, partidos políticos, organizaciones sociales y estudiantiles que recogen las tareas inconclusas de luchadores anteriores en las urgencias históricas como país, proponen las cuarenta medidas del gobierno popular, esa tarea de derribar el muro de la desigualdad que se dará hasta hacerlo desaparecer, y sobre sus restos levantar el Chile justo, libre, democrático y solidario.
En estos tiempos de reformismo/revisionismo/devaneos, en estos meses donde se constatan los coqueteos y de una fiesta de abrazos de los que han abandonado su propia historia, de los que hablan de sus muertos para que sus enemigos les deje caer algo de su miserable dignidad perdida, se levanta desde todos los rincones de la patria voluntades de cambio, hijos de Recabarren y Miguel convencidos, libres del sur y también los del norte freirino, toda esa nueva fuerza que baja alegre desde los cerros de Valparaíso. Están los estudiantes engañados y estafados, los que combaten el lucro y que no aceptarán que les roben sus meses de lucha y combate, ni que se les endose a los molinos concertacionistas.