Caracterizar el ambiente político actual y proyectarlo al futuro, no parece alentador para la alianza ni para la oposición, debido a factores sociopolíticos muy presentes en la sociedad. Uno de ellos dice relación con el decantamiento que asumirán los partidos en las elecciones primarias, las que siendo muy necesarias, irán horadando la poca cohesión de unidad existente en la política actual, y que tomará 2 o 3 meses en recomponerse, y por lo cual Longueira ya expresó su deseo de suspender las primarias.
El otro factor es el fraccionamiento ideológico tanto de la Concertación como en la Alianza. Después que la Concertación perdió el gobierno, surgieron fuertes críticas a la política seguida en los años en que ejerció el gobierno, dando por sentado que fue un continuo en la administración del modelo neo liberal, sin acometer reformas profundas y anheladas por grandes sectores, que al contrastarlas con el resultado, el mayor ingreso y la riqueza se quedó en el estrato más rico y el resto de la población perdió.
La principal consecuencia de todo esto es que, en el transcurso del tiempo se ha ido creando en algunos líderes políticos y en las conversaciones en las redes sociales, expectativas más sentidas que se demandarán al próximo gobierno. Asumiendo que sea elegido un gobierno de la Concertación, surgirá la presión con renovada fuerza en los temas duros, como la reforma a la constitución, la educación gratuita, la salud, mayor regulación del sistema financiero y bancario que evite el abuso, el cobre, el litio, la matriz energética y sus consecuencias ambientales, el aumento de la contribución para la inversión minera extranjera, reforma laboral y sindical, las AFP, el lucro en la educación, el conflicto indígena, los temas valóricos, etc.
Las encuestas dan una mayor preferencia a la expresidenta Bachelet, sin embargo nadie puede garantizar que no pueda seguir gobernando la alianza, a pesar de los roces públicos de sus candidatos. La derecha tradicional usará todo lo que esté a su alcance, incluido los recursos fiscales como bonos, etc. En el caso de la Concertación, la base electoral producto de la evolución en la critica mencionada anteriormente, se aprecia más dispersa y dentro de un clima de cierta odiosidad, donde el debate sigue instalado en pedir cuentas y culparse unos a otros. Es una especie de autoflagelación, que crea una actitud paralizante y puede ayudar a la alianza, impidiendo además la formación de una gran base social de unidad, con reales posibilidades de hacer frente al enorme poder instalado desde 1973.
No existe posibilidad alguna, dentro del marco institucional existente, de acometer reformas que se acerquen medianamente a las expectativas surgidas, sin un marco programático de consenso unitario con capacidad cierta de cambiar el quórum calificado y modificar las leyes de amarre instaladas a sangre y fuego por la dictadura.
A pesar del ambiente externo de grandes protestas y efervescencia social en Europa y también en EE UU, aún en condiciones poco proclives para acentuar el modelo neo liberal, nada ha impedido al neo liberalismo en EE UU y en Europa asumir el control de sus propios desastres financieros y administrar las soluciones que les permita conservar intacta la banca, el capital financiero, y de paso, aumentar la concentración de la riqueza. En Chile un segundo gobierno de la derecha tradicional se verá fortalecido y le quitará al Poder Judicial el escaso rol que ha asumido en ciertas ocasiones, para controlar la voracidad de aquellos proyectos que les permita garantizar la continuidad en la explotación de la riqueza del país.
Algunas señales de inquietud empresarial y la preocupación de la élite chilena, se deben al silencio de Bachelet, para conocer su postura frente a un eventual nuevo gobierno, porque algunos ven un posible giro a la izquierda, y no saben si mantendrá la misma estabilidad económica que se respetó, en los anteriores gobiernos de la Concertación.
Algo parecido ocurre en la alianza, dentro de su dimensión sectorial. Los candidatos Allamand y Golborne, en su afán de ganar popularidad, pueden hacer demasiadas concesiones en sus discursos en materia tributaria, política energética, defensa de los consumidores, y otras que afecte a los poderosos.
Analistas cercanos al liderazgo político, suponen que es la clase media quien colocará los límites a las exigencias “desmedidas” porque su principal característica como tal, es su sentido de moderación frente a un desborde social. En ambos casos, cualquiera sea quién asuma el gobierno, lo más probable es que deberán hacer ciertos aterrizajes en la economía, para enfrentar el mito creado por el actual gobierno y la derecha, de que Chile tiene sus cuentas ordenadas, como dice el Ministro de Hacienda, y que es un líder para seguir creciendo a tasas del 6 % o más, con pleno empleo y altos salarios.
La inversión extranjera materializada en Chile durante el año pasado, ascendió a $ 24.221 millones de dólares (faltando por agregar el mes de Dic.), un 40 % más que todo lo observado en 2011. Se trata de una cifra cuantiosa, que representa el 9,1 % del PIB, y que llega gracias a que las inversiones extranjeras han encontrado en Chile el paraíso de las facilidades para el retorno de utilidades.
Rodrigo Vergara del Centro de Estudios Públicos, dice “El punto es que para crecer a tasas elevadas se requiere una mayor inversión, la que de no estar financiada en su gran mayoría por ahorro interno, lleva más temprano que tarde a un desequilibrio externo con los consecuentes ajustes y eventualmente con crisis de balanza de pagos”. El Banco Central en su Boletín de Febrero 2013, expresa “El mayor crecimiento del gasto interno amplió el saldo negativo de la cuenta corriente, que al tercer trimestre llegó a 2,9% del PIB acumulado en el último año. En el escenario base, se estima que esta cerrará el 2012 en 3,8% del PIB, superior al 3,2% previsto en septiembre”. Y luego el informe agrega, “Hacia el 2013, el Consejo estima que el crecimiento de la actividad se ubicará en un rango entre 4,25 y 5,25%. En este escenario, la demanda interna aumentará 5,7% anual, con lo que el déficit de la cuenta corriente volverá a ampliarse, llegando a 4,6% del PIB.
Con los actuales niveles de ahorro, el déficit en cuenta corriente se acerca peligrosamente al 5% del PIB, lo que parece difícil de sostener, y sugiere que deberá aumentarse la tasa de interés, en un contexto mundial en que las tasas están muy bajas. Es posible que utilicen la tasa de cambio para favorecer al sector exportador, y sin duda, las restricciones se harán en los programas sociales. A mayor cantidad de dólares circulando, menor precio, y viceversa. La situación que vive Chile hoy es, menores exportaciones y mayores importaciones, lo que deja la cuenta corriente con saldo negativo (Ver gráfico al pié), pudiendo aumentar si se cae el precio de los futuros de cobre, en torno a US$ 3,6 la libra.
Las consecuencias de un gobierno empeñado en producir cambios profundos, como una gran reforma tributaria, etc., son obvias, pueden hacer variar la magnitud del ingreso de inversión extranjera, sobre todo, si ello se produce en un contexto de mejoría económica en EE UU y China, porque la inversión extranjera buscará mercados seguros y rentables. Sin embargo, no es tan cierto, que la demanda de cobre de China se mantenga incólume por largos años, ellos debido a la innovación tecnológica que deberán enfrentar para competir fuertemente con EE UU y Europa, cuya solución a la recuperación económica de largo plazo, está centrada precisamente en la innovación tecnológica, aspecto que en Chile está muy lejano, por la mínima inversión e importancia en las políticas públicas y de los privados.
El otro mito que falta despejar se refiere a los salarios, es importante destacar que pese al incremento en el empleo, (mucho del cual es precario) y su consecuente descenso del desempleo, el crecimiento de los salarios a nivel agregado se ha mantenido relativamente acotado.
Mario Briones R.