Hoy se ha informado que el reciente incendio ocurrido en el sector de Rodelillo y Cerro Los Placeres de Valparaíso, arrasó con 284 viviendas.
El sector tuvo su origen en un asentamiento espontáneo, instalado desde hace años, sobre la singular topografía porteña caracterizada por una sucesión de cerros y quebradas, rodeando la bahía como un collar multifacético.
El poblamiento de Valparaíso es un caso muy singular, obra del ciudadano común, ejecutada con escasa asesoría profesional, frágil, es verdad, pero con mucha dosis de imaginación sacando partido a los caprichos del terreno y a los escasos recursos materiales disponibles.
Así lo ha valorizado la Unesco que declaró patrimonio de la Humanidad a un importante sector de la ciudad.
El incendio del Domingo 18 de Febrero puso al descubierto, una vez más, la extrema vulnerabilidad que afecta a decenas de miles de porteños, establecidos irregularmente en laderas escarpadas donde levantaron viviendas construidas en su mayoría con materiales ligeros, desprovistas de cortafuegos, rodeados de una forestación que nadie mantiene, con grifos donde no sale el agua y varios etcéteras.
El presidente Piñera se constituyó en terreno para anunciar hoy día un plan de reconstrucción, que establece lo siguiente: 117 viviendas se construirán en Rodelillo Alto, en un plazo de 16 meses; subsidios para comprar en otro lugar viviendas nuevas o usadas; subsidios de arriendo por un valor de $ 100.00 mensuales durante 10 meses, mientras se encuentra una solución definitiva, subsidios para la adquisición de viviendas prefabricadas o para adquirir materiales de construcción a quienes deseen reconstruir en su sitio propio.
Debo llamar la atención una vez más, que las soluciones propuestas desestiman la posibilidad de aprovechar la catástrofe para mejorar el entorno y beneficiar de verdad a las familias afectadas. Esto ocurre porque se vuelve a optar por una solución individual: el perverso subsidio personal, que hace imposible la solución colectiva.
Se requiere la existencia de una entidad técnica que asuma la planificación del conjunto, que aproveche de regularizar las divisiones prediales y la vialidad, diseñar los muros de contención y los movimientos de tierra necesarios para garantizar la seguridad de todo el asentamiento, y reestudiar la vialidad, las redes de los servicios de agua, alcantarillado y electricidad. En suma, se trata de recuperar una disciplina sepultada por el actual modelo económico: la planificación física.
Tengo entendido que está vigente la CORMUVAL, Sociedad Mixta formada por la ex CORMU y la Municipalidad de Valparaíso. Dado que los SERVIU fueron herederos de las atribuciones de Cormu, basta reconstituir la CORMUVAL con la participación del SERVIU y la Municipalidad de Valparaíso.
Esta Sociedad, integrando a los representantes de las Juntas de Vecinos, debe administrar un fondo común destinado al estudio y la construcción de las obras de infraestructura señaladas más arriba.
De no proceder así, cualquier reconstrucción quedará siempre expuesta a los riesgos de situaciones como el reciente incendio.
El plan presentado por el presidente Piñera no dice una palabra al respecto, porque para llevar a cabo estas obras se requiere de la acción directa del estado o de los municipios y no hay voluntad de enfrentar así la catástrofe. Jamás las empresas inmobiliarias las acometerán y obviamente no pueden descansar sobre las familias afectadas. En consecuencia, el repoblamiento del sector volverá a reproducir su actual vulnerabilidad.
También la renacida CORMUVAL debiera administrar los fondos destinados al subsidio de las familias interesadas en levantar sus viviendas en su sitio propio, que estoy seguro constituyen la inmensa mayoría.
No tiene sentido pensar en soluciones de viviendas prefabricadas. dada la naturaleza del terreno. Cada caso es diferente y se requiere un traje a la medida.
Al observar las imágenes del siniestro, se puede observar que en muchos casos han quedado en pie muros de albañilería, radieres, cimientos o sobrecimientos; existen las conexiones a los servicios públicos; más de algún damnificado alcanzó a rescatar planchas de techo o materiales diversos.
Todo es aprovechable si se actúa con un mínimo sentido de rentabilidad.
Con el auxilio del Servicio de Asistencia Técnica del Colegio de Arquitectos de Valparaíso, se puede conformar una brigada de jóvenes profesionales que asumirán con gran entusiasmo los proyectos respectivos preservando la singularidad del entorno y su valor patrimonial, desarrollando un proyecto de arquitectura para cada caso, resuelto en conformidad con las aspiraciones de cada damnificado.
Es una tarea solidaria de verdad. No la que pregona la donación de ropa o alimento. No se trata de ofrecer a las familias afectadas un mendrugo, sino que otorgarles un beneficio al cual tienen el más pleno derecho.
Miguel Lawner