Diciembre 26, 2024

La venta de armas de Thatcher a Pinochet a meses de la guerra de las Malvinas

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 ventaarmas“A título privado” y “con ropa de civil”. Venía a comprar unos libros en Foyles –la conocida librería británica- y a visitar amigos que dejó tras su paso por la ciudad como agregado de la Fuerza Aérea. Esos eran los objetivos oficiales del viaje a Londres del general Fernando Matthei, Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea y miembro de la Junta Militar chilena, en febrero de 1982.

 

 

“También mencionó que espera contactarse con el Ministerio de Defensa (ventas) para tratar los próximos requerimientos de aviones Hunter”. Pero eso no había que contárselo a nadie.


Sólo lo sabían los ministerios de Relaciones Exteriores y de Defensa, a los cuales el embajador británico en Chile les envió un oficio confidencial anunciando la visita, como consta en un documento desclasificado recientemente por el gobierno del Reino Unido (del que proviene la cita anterior).

Fin del bloqueo

En 1980 y tras la llegada de Margaret Thatcher al poder, Reino Unido levantó el bloqueo de venta de armas a Chile vigente desde inicios del gobierno de facto de Pinochet.


“La llegada de Thatcher fue un cambio fundamental en las relaciones entre Chile y Reino Unido”, explica Francisco Panizza, profesor de la London School of Economics (LSE) y experto en política latinoamericana.


A pesar de que oficialmente Londres intentó mantener de bajo perfil sus relaciones con el gobierno de Augusto Pinochet, éstas no sólo existían, sino que implicaron el cierre de negocios concretos.


Desde que se levantó el embargo en 1980 hasta fines de abril de 1982, Chile le había comprado armamento al Reino Unido por valor de £21 millones, que equivaldrían a unos 110 millones hoy (cerca de US$160 millones).


Buques, aviones, cañones y equipos de comunicación fueron algunos de los productos vendidos en transacciones guardadas bajo siete llaves.


Quedaron respaldadas, eso sí, en los archivos secretos consultados por BBC Mundo.

Matrimonio por conveniencia

Uno de los buques, que zarpó a fines de marzo, fue desviado como apoyo en la guerra de las Falklands/Malvinas, desatada apenas dos semanas después de que dejara Reino Unido.


La transacción por el segundo buque fue realizada el 6 de abril, cuatro días después de que Argentina invadiera las Falklands/Malvinas.


“El conflicto permitió consolidar ciertas afinidades e intereses comunes evidentes entre los dos gobiernos (de Chile y Reino Unido)”, le explica Panizza a BBC Mundo.


Chile fue precisamente el principal aliado estratégico de Reino Unido en la recuperación de las islas del Atlántico sur. Y Matthei, uno de sus principales interlocutores.


“Decidí hablar con los ingleses, pero ellos tomaron la iniciativa. Llegó a Chile por aquel entonces el comandante Sidney Edwards y negociamos la entrega de aviones, misiles antiaéreos y radares a cambio de información (…) Los apoyamos con monitoreo permanente, radares y escuchas con dispositivos electrónicos”, contó Matthei en una entrevista a la prensa chilena en 2005.


Entonces no habló de que las conversaciones existían desde mucho antes, según consta en el archivo desclasificado.


BBC Mundo intentó comunicarse con el general (r), sin embargo no obtuvo respuesta al cierre de esta nota.

El “turista” Matthei

Un mes y medio antes de que estallara la guerra entre Argentina y Reino Unido, la embajada chilena le informaba al ministerio de Relaciones Exteriores británico el número de vuelo, hotel y duración de la estadía de Matthei: del 21 al 26 de febrero.


“Como miembro de la actual Junta, el general Matthei es una figura muy controversial. A pesar de que su visita no es oficial, no podemos asegurar que no se haga pública. Si eso pasa, cualquier reunión con miembros de alto cargo del gabinete británico será sin duda fuertemente criticada por las agrupaciones de Derechos Humanos”, advertía un memo confidencial del ministerio de Relaciones Exteriores.


La instrucción era clara: ningún ministro o alto cargo de gobierno podía participar en actividades sociales o reuniones con Matthei.


“Sin embargo, no se debe objetar la participación de funcionarios de segunda línea del ministerio de Defensa u oficiales de alto mando en reuniones para discutir ventas de defensa”, advertía el comunicado.


“El gobierno británico siempre ha sido bastante reacio a mezclar las relaciones económicas con las políticas. Lo que importa son los intereses, no las ideologías”, le dice Panizza a BBC Mundo.

Visitas no tan ilustres

Matthei no era el primero en planear una visita de “incógnito” a Reino Unido.


“La posición es similar a las pasadas visitas a Londres del General Benavides, exministro de Defensa y hoy miembro de la Junta y creo que también del Almirante (José) Merino, la cual entiendo que se realizó antes de que yo asumiera”, concluía el informe confidencial del embajador británico en Chile a sus superiores.


Es decir, Matthei era, al menos, el tercer miembro de la Junta Militar en visitar territorio inglés como mando activo del gobierno de facto liderado por Pinochet.


Pero el historial de visitas extraoficiales de altos mandos de la era Pinochet se remonta a mucho antes.


Hacia julio de 1977, en plena administración laborista de James Callaghan, cuatro ministros de Pinochet habían pasado por Reino Unido en visitas “privadas”, según consta en un documento restringido de la época del Ministerio de Relaciones Exteriores.


Sergio Fernández, ministro del Trabajo, pasó dos días a mediados de febrero. Su par de Relaciones Exteriores, el almirante Patricio Carvajal, estuvo entre el 3 y el 8 de marzo, de vuelta de una conferencia en Ginebra.


Otro que usó Londres como parada a la vuelta de una conferencia en París fue el ministro de Minería Enrique Valenzuela. Por entonces la capital británica no era escala para ningún vuelo comercial –o privado, según la explicación de las visitas- con Chile.


Pero el más polémico fue el ministro de Hacienda, Sergio Castro, quien visitó la capital inglesa entre el 29 de junio y el 3 de julio, en busca de inversionistas interesados en poner su dinero en ese boyante y neoliberal país del fin del mundo llamado Chile.


En plena crisis económica, Castro visitó Bonn, París, Bruselas y Londres, donde se reunión con altos ejecutivos de la banca y la industria privada.


Incluso Canning House –organismo encargado de fortalecer las relaciones entre el mundo hispano y Reino Unido- ofreció un almuerzo en su honor. “Privado” y no oficial, según se apresuraba a explicar el ministerio de Relaciones Exteriores.


También fueron tratadas en secreto las visitas de los ministros de Economía y Agricultura.

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