Sucede algo inusitado: El Mercurio y sus columnistas se han asustado. ¿Quién podía prever semejante cosa? Nadie. Y sin embargo así es, la Asamblea Constituyente les quita el sueño. Ya ven de cerca a la guillotina, ven rodar sus cabezas y se ponen a temblar y a invocar a la democracia.
Eso hace El Mercurio, el más antidemocrático, el más golpista, el más pinochetista y el más hipócrita de los diarios y de los personajes siniestros que hay en este país. Quienes pisotearon la democracia ahora se quieren esconder detrás de ella.
Los que han luchado durante años por la Asamblea Constituyente, a veces desfallecían, a todo el mundo le puede pasar. Pero ahora que ven temblar a El Mercurio no sólo comprueban que tenían razón, sino que se llenan de alborozo porque habría que ser un santo para no tenerle tirria a El Mercurio.
Hay un señor* –por desgracia homónimo de un insigne poeta fallecido- que afirma en un editorial de comienzos de febrero que no se puede realizar una Asamblea Constituyente porque nadie tiene facultades para convocarla: ni el parlamento, ni el presidente de la República, ni el pueblo reunido, ni nadie, absolutamente nadie. Cualquier cosa que tenga tufo a Asamblea Constituyente es sedición pura y simple.
Y ahí comprobamos nuevamente que don Jaime Guzmán –que en paz descanse- era un genio: intentó hacer una Constitución pétrea, inamovible, que reflejara al dictador por los siglos de los siglos, aún después de su muerte y de la muerte de todos sus cómplices. Una Constitución fascista que rigiera a los chilenos por generaciones y generaciones.
Pero no es posible que se sostenga semejante Constitución, felizmente. Las Constituciones las aprueba el poder soberano, y el poder soberano radica en el pueblo. Este es un concepto muy antiguo que casi no vale la pena defender ahora porque ha sido aceptado y reconocido por todas las sociedades modernas y democráticas desde la revolución francesa para adelante, pasando por la Declaración Universal de Derechos Humanos, que proclama en su artículo 21 que “La voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público…”.
¿Y son estos señores, que propiciaron, apoyaron y defendieron el golpe militar contra un gobierno democráticamente elegido, que aplaudieron los asesinatos, las torturas y las desapariciones de miles de personas y el exilio forzoso de cientos de miles, los que nos vienen a hablar ahora de democracia?
¿Y son estos señores los que nos acusan de querer dar un “golpe de estado”? Pues si usted, apreciable lector, no ha leído el editorial de El Mercurio, no va a creer esto, pero es cierto. Sostienen que la Asamblea Constituyente trae aparejado un golpe de estado. Pero tranquilícense, señores de El Mercurio. La mejor prueba de que no queremos dar un golpe de estado es que no los hemos contratado a ustedes como asesores. Con eso está todo dicho, porque es imposible dar un golpe de estado en Chile sin el respaldo; qué digo, sin que éste sea dirigido por El Mercurio.
La verdad es que no conocemos al autor del editorial de marras. Pero por la foto que sale en El Mercurio se ve bastante joven, en todo caso no lo suficientemente viejo como para haber participado directamente en todas las fechorías del decano. Aunque escribir en El Mercurio, ser uno de sus columnistas habituales, indica que concuerda con sus posiciones, las actuales y las anteriores.
Tenemos que agradecerle al columnista sus consejos; se ve que ha estudiado con bastante cuidado el asunto de la Asamblea Constituyente. Pero obviamente no le vamos a contestar con argumentos jurídicos ni políticos, porque no le reconocemos a El Mercurio ni a sus paniaguados ninguna autoridad moral ni la más mínima respetabilidad como para discutir de igual a igual con personas decentes. Los argumentos que justifican plenamente la realización de una Asamblea Constituyente representativa de todo el pueblo de Chile, se han expuesto exhaustivamente en todos los documentos del Movimiento Nacional por una Asamblea Constituyente.
En todo caso, se ve que el susto de El Mercurio es grande, porque de otro modo no se detendría tanto en este tema.
Pero no se preocupe, señor columnista. La responsabilidad penal que les puede caber a los civiles autores del golpe, a usted no lo va a alcanzar. Y gracias a la nueva Constitución que va a dictar esta Asamblea que tanto lo alarma, no va a tener que pagar por la educación de sus hijos, si es que los tiene en edad escolar; no va a tener que sufragar los gasto del cuidado de su salud ni la de su familia; no va a temer quedarse sin trabajo el día que El Mercurio quiebre. Porque eso sí, va a quebrar el decano, pues en la nueva Constitución se va a establecer que los avisos de gobierno se repartirán equitativamente entre todos los diarios y periódicos del país, los presentes y los futuros, al contrario de lo que hicieron todos los gobiernos de la Concertación. Pero eso a usted no lo va a afectar porque tendrá una muy decorosa jubilación.
En suma, va a vivir usted en un país decente. No vamos a implantar la guillotina, señor editorialista; tampoco vamos a asesinar, torturar ni hacer desaparecer a nadie. Despreocúpese, que no somos vengativos.
Margarita Labarca Goddard
*El columnista es el abogado Gonzalo Rojas, miembro del Opus Dei. No es la primera vez que escribe sobre esta materia. (Nota de la redacción)