La economía estadounidense comenzó 2011 con el arrastre de muchos de los problemas que la agobiaron durante 2010, entre ellos el persistente desempleo y la desconfianza de los ciudadanos. Según un estudio del Instituto Conference Board, la confianza del consumidor de esa nación norteña bajó en diciembre a 52,5 puntos, desde los 54,3 precedentes.
La investigación atribuyó el resultado principalmente a las preocupaciones generadas por la difícil situación del mercado laboral.
Lo cierto es que la cifra decepcionó, incluso a los especialistas más conservadores que habían pronosticado 55,8 puntos, algo muy por debajo de la lectura de 90 necesaria para hablar de una economía sana.
Igualmente la valoración del mercado laboral por parte de los consumidores empeoró, pues el índice de “trabajos difíciles de conseguir” subió a 46,8 por ciento, mientras que el de “trabajos abundantes” cayó a 3,9 por ciento.
Analistas opinaron que la situación es especialmente preocupante en un país donde la actividad de los compradores representa el 70 por ciento de la economía nacional.
Explicaron que la tendencia se mantendrá porque los estadounidenses restringirán los gastos para ahorrar más, pagar sus deudas y mejorar el estado de sus finanzas.
Mientras se mantenga la modalidad de cautela, es difícil tener un crecimiento saludable, apuntaron.
De acuerdo con la Oficina de Análisis Económico de Estados Unidos, resulta preocupante el hecho de que gran parte de la actual demanda se cubra con productos importados.
Precisó que mientras no se recuperen los pedidos de servicios y productos nacionales, es poco probable una reducción significativa del desempleo.
Al respecto, un reporte de la consultora Challenger, Gray & Christmas, Inc, indicó recientemente que el mercado laboral estadounidense sufrirá fuertes recortes de personal en 2011, debido al elevado déficit presupuestario.
La investigación atribuyó las estimaciones a las crecientes presiones del Congreso para disminuir los gastos.
Sobre el tema, analistas de la Universidad de California señalaron que el nivel de desocupación y la incapacidad para generar nuevos puestos de trabajo constituyen las principales dificultades de ese sector.
Agregaron que aunque para este año esperan un crecimiento económico del tres por ciento, la escasez de empleos seguirá siendo el “talón de Aquiles” de la nación norteña.
También el presidente Barack Obama reconoció que la economía no crea los lugares necesarios para enfrentar el alto desempleo, por lo cual consideró indispensable fomentar el crecimiento empresarial.
Reiteró la urgencia de acelerar el avance, mediante los recortes de impuestos a la clase media y la extensión de los subsidios a los cesantes.
Como si fuera poco, algunos expertos estiman que las preocupaciones existentes también se manifestaron en el cambio de voto a favor del Partido Republicano en las elecciones legislativas de noviembre.
Los resultados denotaron una clara falta de confianza en las políticas aplicadas hasta ahora por los demócratas para hacer frente de manera convincente a los problemas económicos del país, afirmaron. A ello se unen los pronósticos del Fondo Monetario Internacional (FMI), que alertó sobre la desaceleración del ritmo del crecimiento económico de esa nación.
La institución explicó que la caída en los precios de las casas, la cual redujo la disponibilidad de dinero de las familias, unido a la elevada cesantía y la reticencia de los bancos a otorgar préstamos, conforman un panorama poco alentador.
En ese contexto, a casi tres años del inicio de la peor crisis desde la Gran Depresión (1929-1942), las dificultades de la economía estadounidense hacen peligrar el llamado “sueño americano”.
Así lo afirmó el presidente estadounidense Barack Obama, quien además admitió que no hay ninguna solución rápida para la recesión.
“La dura verdad es que nuestros actuales problemas se gestaron durante años y va a llevar más tiempo de lo que ninguno de nosotros desearía el reparar los daños”, reconoció.
Analistas consideran que Estados Unidos tiene que depender menos del consumo y disminuir la subordinación al endeudamiento para financiar esos hábitos de compras.
Explicaron que los flujos de capital facilitan el gasto en vivienda y bienes de consumo en general, en lugar de costear inversiones más productivas.
Lo cierto es que desde el comienzo de la coyuntura recesiva, más de ocho millones de personas han perdido su empleo, por lo que los expertos calculan que se necesitan crear unos 150 mil puestos mensuales para absorber el crecimiento natural de la fuerza de trabajo.
Para hacer el panorama mucho más complejo, la administración de Obama tiene como agravante la deuda estatal que llega a 13 billones (millones de millones) de dólares.
Incluso le queda el sinsabor de haber aprobado un programa que no ha dado los resultados esperados.
A esa situación se unen las voces de varios analistas que hablan de los peligros de una segunda recesión.
Sobre el tema, el profesor de la Universidad de Yale Robert Shiller, opinó que las posibilidades de recaer son de más del 50 por ciento, por lo que considera pertinente la implementación de más planes para reactivar la economía.
Expertos de PNG Financial Services apuntaron que seguirán de cerca los acontecimientos en Europa, sobre todo por el impacto que puede tener.
Añadieron que las medidas de austeridad adoptadas por varios países del Viejo Continente podrían provocar otra recesión europea y reducir la demanda de bienes importados de Estados Unidos.
(*) La autora es periodista de la Redacción Económica de Prensa Latina.