Diciembre 26, 2024

Uso y abuso del poder de TVN

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 24horas_tvnLejos de sorprendernos, el estudio que el Observatorio de Medios Fucatel publicó en noviembre confirma nuestras percepciones: la información en la televisión abierta, que muchos hace tiempo dejamos de ver, es, además de farandulera, tendenciosa. Un análisis realizado sobre el principal informativo de la televisión pública mide y ordena lo que nuestra mirada ya sospechaba. Es necesario reforzar con una metodología científica los motivos de nuestro alejamiento de la televisión.

 

Como datos duros, numerales, el informe nos revela que el noticiario entrega una alta cobertura relacionada con el fútbol y seguridad ciudadana, con un 36 y 21 por ciento, respectivamente. Estas dos áreas temáticas, como vemos, abarcan más de la mitad de todo el tiempo informativo. Hay una tercera área, un híbrido que soporta cualquier cosa y abarca el 17 por ciento de los contenidos. El estudio lo ha ordenado bajo la denominación “temas sociales”, o lo que antiguamente en los periódicos se llamaba crónica nacional, entre los que podemos hallar desde temas relacionados con la salud, la educación, el medioambiente o los pueblos originarios. Con solo estas tres grandes áreas ya tenemos cerca de los tres cuartos del espacio de noticias de TVN.


La percepción que tenemos los espectadores en cuanto a perder el tiempo ante una larga serie de materias bastante accesorias e irrelevantes, queda confirmada con este estudio. Bien sabemos que aquella “temática social” es una denominación bastante más cercana a la ficción melodramática que a la información, generalmente una pieza pergeñada con un testimonio sesgado cuya finalidad es simplemente impactar a la audiencia. En esta área, pero también en todas las otras, se cocina muy bien el espectáculo televisivo.


Un cinco por ciento del tiempo lo dedica el informativo central de TVN a la política. Al ahondar un poco más, el análisis no destaca sorpresas, sino que hace confirmaciones. El espacio de la política en los informativos es para reforzar un poco más el statu quo binominal. En el caso de TVN, difundir las políticas gubernamentales, lo que aleja a este medio de su función pública y lo acerca más a los órganos de comunicación de los gobiernos. El cinco por ciento dedicado a la política se reparte principalmente entre las actividades presidenciales y ministeriales, pues una escasa cobertura reciben el Parlamento, los municipios y los partidos políticos. Entre los que aparecen con mínimos ridículos están los movimientos sociales y la Izquierda extra Concertación.


La televisión pública, que en muchos países va un paso más adelante que los gobiernos y la clase política, en Chile lleva un ritmo inercial. Si el sistema político chileno adolece de representatividad, la televisión lo que hace es aumentar carencias y sesgos. Lo que sí parece representar bien son las oblicuidades, desigualdades y prejuicios, que van desde la amplificación de las imágenes de las elites económicas, sociales y políticas hasta la creación de nuevos enemigos, como ha sido la complicidad de la televisión para difundir bien montadas campañas de ficción terrorista.


El estudio detecta que los noticiarios de televisión, tal como en otras latitudes, tienden al “infoespectáculo”, que es cuando la información pura pierde sus atributos a favor del espectáculo. Si ello es preocupante en las sociedades más cultas e informadas, en Chile conforma una nefasta realidad: según el Consejo Nacional de Televisión, este medio no solo es el principal vehículo de información para gran parte de la población, sino que para muchos es también el contacto más “real” y próximo con la realidad social y nacional.


TVN se publicita a sí misma como “el canal de todos”, eslogan que es una abierta falsedad y una insostenible contradicción. Por una parte no mantiene en el espacio de noticias un equilibrio entre las apariciones de los diferentes actores políticos con la representación en su directorio, pero tampoco deja lugar para acoger la voz de la sociedad civil. Descartando la caricatura y la imagen folclórica, la televisión pública ha marginado a los representantes de los pueblos originarios y de otros sectores que claman mayor inclusión. En suma, TVN no representa a nadie más que a sus avisadores. Es una entidad pública contaminada con lo peor del mercado.


La situación es de una extrema gravedad al considerar el enorme poder que tiene la televisión en las mentes y actitudes de las personas. La televisión crea la ilusión de diversidad, que en este caso sería de un falso pluralismo. Todo el deporte, toda la farándula, todas las noticias, sus fuentes y versiones, toda la entretención, ilusión de diversidad y pluralismo no va más allá de la exhibición de “su” mirada al deporte, de “su” versión de las noticias que es, finalmente, la puesta en escena de su gran espectáculo. Aquí, y no sólo aquí, la televisión se hace para y sobre sí misma. Es una ficción con intereses muy oscuros.


TVN, pero no sólo la televisión pública, carga con la responsabilidad de decidir qué ven los ciudadanos. Un poder que le ha otorgado el Estado y los gobiernos del escasamente representativo sistema binominal, que utiliza a su arbitrio para confundir y desinformar. Un poder con el cual le resta a las personas su derecho a la información y su capacidad de tomar decisiones. Un poder que será necesario restarle en una futura sociedad más democrática, surgida mediante una Asamblea Constituyente.

 

Publicado en “Punto Final”, edición Nº 773, 21 de diciembre, 2012

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