Parto del hecho de que los problemas permanentes de la educación, desde hace mucho que están siendo desatendidos por los órganos políticos del Estado. No sólo están siendo desatendidos, sino que las acciones que se definen en los planos ministeriales, desde hace mucho también, vienen ejerciendo una tendencia que profundiza los problemas que manifiesta el sector y aumentan el distanciamiento entre los trabajadores de la educación y el Estado.
Hoy, la vida de los chilenos se desenvuelve en la insistencia de una sociedad regulada estatalmente, para mantener una insoportable tendencia a la acumulación extrema del mundo privado y en la falta de equidad participativa sobre los recursos de la economía, que refiere a la forma y posibilidad de acceder al arco completo de los beneficios de su productividad: bienes de consumo, servicios y todo tipo de derechos, incluidos los derechos básicos que deben ser supuestamente garantizados.
Mientras un pequeño grupo de privilegiados extremos, acceden a todos los beneficios imaginables por la productividad económica, el 50% de la población activa obtiene salarios inferiores a 350 mil pesos. El 40% percibe el sueldo base y el 30% oscila entre el deseo de sentirse clase media y las deudas y algún pasar relativamente cómodo a un costo tal que no quieren saber qué hijos están criando, ni qué familia están conformando. Una sociedad campeona en suicidios y abandono.
No sólo eliminar Historia y Educación Física, en el currículo obligatorio de 3ro y 4to medio se muestran como evidencias de la manipulación tendenciosa de la educación formal. La Jornada Escolar Completa y sus reales alcances prácticos y sus reales motivaciones; las estandarizaciones de los procesos de evaluación y su sentido orientador del currículo; el espíritu patológico de competencia a ultranza, el exitismo y el reduccionismo de los contenidos en parcelas temáticas sesgadas. Se suma el discurso fraudulento de un grupo de tecnócratas y mercenarios que articulan argumentos incoherentes y sin fundamentos, haciendo ver como que los esfuerzos políticos se orientaran hacia los estándares de los modelos más exitosos del mundo, en el área de la pedagogía, mientras se socaban todas las bases sociales que permiten dichos modelos y se diseñan todas las acciones necesarias para que ello no ocurra jamás. Se suma a esto la lucha del Estado por mantener el carácter excluyente de los procesos de acceso a la educación y el esfuerzo permanente por cuidar el reducto de la educación privada, que asegura el acceso de las elites a la reproducción del modelo que se desprende de sus elecciones sobre la calidad de las relaciones internas de la sociedad. Y por supuesto, a todo ello y más, se suma la permanente identificación por parte del Estado, del personal docente y asistente de la educación, como una contraparte con la que mantiene una relación de profundas contradicciones, como si administrara una fábrica de los albores de la revolución industrial.
Chile necesita recuperar su educación, en un sentido integral. Chile necesita, con urgencia, entrar en el debate respecto de la sociedad que debe construir. Chile necesita contar con un aparato estatal que recupere un proyecto para el conjunto de la sociedad y no sólo para mantener los privilegios de pequeños grupos de poder. Chile necesita un MINEDUC que sea capaz de proyectar desarrollo social y no el simple abastecimiento a empresas de una economía profundamente privatizada. Sin perder de vista la importancia de construir empresas, ellas tienen que –preferentemente- actuar como ejes del mejoramiento de la sociedad y no como manipuladoras de una cantera de mano de obra barata y servicios funcionales a un modelo de profundización de la marginalidad, frente a la extrema acumulación del capital.
La actual Ministra Cubillos ha demostrado no contar con el perfil de sensibilidad social necesaria, para sobrellevar la responsabilidad de dirigir el futuro de nuevas generaciones, porque de eso hablamos; no cuenta con las “competencias” para articular un camino hacia una sociedad inclusiva y de justicia social.
El nuevo conflicto docente recoge de modo explícito, algunos problemas urgentes que están bloqueando la posibilidad real de avanzar hacia mejores estándares. Esperamos que en su desarrollo, la plataforma de peticiones del profesorado y de los trabajadores del sector, que impulsa el paro del magisterio, se abulte debidamente, integrando la infinidad de problemas que no están siendo considerados y que resulta necesario abordar.
No puntualizaré sobre los detalles del pliego de peticiones en conflicto, pero este paro nacional docente, que se legitima con un 95% del profesorado colegiado y no colegiado, debe iniciarse sobre una exigencia básica para la negociación: el gobierno debe colocar un interlocutor válido. La actual Ministra Cubillos ha demostrado no contar con el perfil de sensibilidad social necesaria, para sobrellevar la responsabilidad de dirigir el futuro de nuevas generaciones, porque de eso hablamos; no cuenta con las “competencias” para articular un camino hacia una sociedad inclusiva y de justicia social. La ministra Cubillos que siendo adulta y en todos sus cabales, reconoce su admiración por un dictador inscrito entre los genocidas del mundo, porque según ella le distinguió su profunda preocupación por los pobres del país. Una ministra que justifica la utilización de la imagen de un niño en una acción de propaganda política, sin autorización de sus tutores, refugiando en resquicios legales la posibilidad de actuar sin ninguna ética, vulnerando derechos de la niñez. Una ministra que sin siquiera advertir la vergüenza, de modo truculento trata de reivindicar procesos de exclusión, poniéndose como obstáculo de las políticas inclusivas. El Magisterio chileno no puede tolerar la aceptación de una interlocutora cuyos antecedentes y conductas se riñen con lo esencial de la vocación constructora de sociedad y cultura.
Este paro nacional docente debe apuntar hacia la internacionalización del conflicto, más allá de los trascendidos mediáticos. El Magisterio debe instalar en organismos internacionales el conflicto de la educación chilena, en los aspectos que resulte posible, denunciando la violación de derechos laborales y derechos de la niñez. Esto, porque los profesores de Chile no entendemos el proceso de educación formal como un fenómeno aislado del conjunto de relaciones sociales en que se inscribe el proceso pedagógico y porque entendemos la importancia de sacar el velo de mentiras, sobre las que se proyecta un nivel de desarrollo inexistente, manipulado a partir de indicadores de exclusivo orden productivo, desvinculados de la vida real del grueso de los ciudadanos.
Este paro nacional docente debe -sobre todo- iniciar una ofensiva hacia la socialización efectiva del conflicto y emplazar a gremios y sindicatos de toda la sociedad. El problema de la educación en Chile no es un problema sectorial, resulta un problema de orden global y es de especial importancia para los trabajadores de Chile, en tanto sus conflictos permanentes y crecientes afectarán directamente sus vidas, a corto, mediano y largo plazo; afectará la vida de sus hijos y toda su descendencia. Los gremios y los sindicatos chilenos deben tener una posición frente al problema de sus hijos y su futuro. Al colegio de Profesores le corresponde hoy, a bordo de esta coyuntura, propiciar con urgencia un discurso que inste a la rearticulación de los gremios y sindicatos en torno a cuestiones que resultan transversales a toda la sociedad: hablamos de educación, hablamos de salud, de previsión social, de acceso a la justicia y hablamos principalmente de desarrollo personal pleno de los sujetos, recuperando un camino hacia la felicidad.
El paro nacional docente que se inicia este 03 de junio de 2019 cuenta con toda la razón a su favor. La sociedad en su conjunto debe comprender y comprometerse con lo que el profesorado de Chile persigue, porque de ello depende que podamos reencausar, paso a paso, el extravío de las claves fundamentales de la prosperidad social y la convivencia de los diferentes sectores. Ya está la grave luz de alerta: nuestra sociedad se descompone y si a alguien le interesa una sociedad descompuesta, no es ni al profesorado ni a las grandes mayorías del país.
Por Marcos Uribe Andrade