Si el representante estatal de Texas Tony Tinderholt hubiera logrado su cometido, las mujeres que decidieran realizarse un aborto en ese estado podrían recibir la pena de muerte. Afortunadamente, su proyecto de ley no pasó más allá del comité. Sin embargo, en Alabama, un proyecto de ley que condena a los médicos que realizan abortos a cadena perpetua acaba de ser aprobado y promulgado por la gobernadora. Si se ratifica, entrará en vigor dentro de seis meses.
La Dra. Yashica Robinson, directora médica del Centro de Mujeres de Alabama para Alternativas Reproductivas, habló sobre la severa ley en una entrevista para Democracy Now!: “Esto implica que tendré que elegir entre mi libertad y evitar la cárcel o hacer lo que sea mejor para mis pacientes… Como proveedora de servicios de salud para mujeres, entiendo lo importante que es el acceso al aborto”. La única excepción contemplada por la prohibitiva la ley de Alabama es cuando la vida de la madre está en riesgo. Al respecto, dice la Dra. Robinson: “Bajo nuestro punto de vista, esto nos pone entre la espada y la pared. Si aceptáramos la ley y la cumpliéramos, aun así podríamos enfrentar demandas de pacientes y sus familias si llegaran a sufrir algún daño. Podría dejarnos en una situación donde nos viéramos obligados a dejar a las pacientes al borde de la muerte, muy enfermas, y que se termine perjudicando su salud antes de poder proceder cómodamente a hacer lo mejor para estas mujeres”.
Proyectos de ley contra el aborto tan extremos como estos se están aprobando en legislaturas estatales a lo largo y ancho de todo Estados Unidos, con el fin de prohibir el aborto o convertir a esta práctica médica en algo prácticamente inaccesible. El aborto es un procedimiento legal en Estados Unidos y los gobiernos estatales no tienen la facultad de prohibirlo. Pero los “cruzados” en contra del derecho a decidir abortar en estados con gobiernos de mayoría republicana, como Alabama, Georgia, Ohio y Missouri, están aprobando estas leyes de todos modos. Los impulsores de las leyes anticipan las apelaciones judiciales, con la esperanza de que el juez de la Corte Suprema Brett Kavanaugh propine su tan esperado voto decisorio para anular el histórico fallo de la Corte Suprema de 1973 conocido como Roe contra Wade, que legalizó el aborto en el país.
Esta epidemia de leyes anticonstitucionales ha desatado una ola de oposición. Si bien la mayoría de las legislaturas estatales han aprobado restricciones sobre los abortos, la mayoría de los estadounidenses están a favor del aborto legal. El martes se llevó a cabo un día nacional de acción para defender el derecho de las mujeres a un aborto seguro y legal, con más de 500 eventos en los 50 estados, Washington D.C. y Puerto Rico. Más de 80 organizaciones colaboraron en la organización, como Planned Parenthood, NARAL Pro-Choice America, la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles y grupos de base más pequeños como All* Above All y SPARK Reproductive Justice Now, cuya sede está en Georgia.
La presidenta de Planned Parenthood, la doctora Leana Wen, hizo las siguientes declaraciones ante las cientos de personas que se estaban manifestando frente a la Corte Suprema de Estados Unidos. “Primero, Trump y Pence llenaron los tribunales de jueces dispuestos a darles el poder y control sobre los cuerpos de las mujeres a los políticos. ¡Y lo estamos mirando a usted, Brett Kavanaugh! Segundo, lanzaron una campaña de desinformación, donde fabricaron una crisis para encubrir lo que estaban haciendo realmente: aprobar prohibiciones extremas con el objetivo de revocar el fallo de Roe. ¿Podemos permitir eso?”. La multitud respondió con un rotundo “¡No!” al unísono.
Elizabeth Nash, del Instituto Guttmacher, que defiende el derecho al aborto, publicó el miércoles un artículo en el que da cuenta de la escala del ataque contra este derecho. Nash escribió: “Entre el 1 de enero de 2019 y el 20 de mayo de 2019 se han introducido 378 restricciones sobre el aborto en todo el país, y el 40% han sido diferentes tipos de prohibiciones. (…) En lo que va del año, se han promulgado 17 prohibiciones al aborto en 10 estados”. El caso de Alabama parecería ser el más grave: se prohibe el aborto en casi todos los casos, incluso en los embarazos causados por incesto o violación.
Randall Marshall, director ejecutivo de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles de Alabama, declaró: “Al firmar este proyecto de ley, la gobernadora y sus colegas de la legislatura estatal decidieron desperdiciar millones de dólares de los contribuyentes de Alabama en la defensa de un proyecto de ley que es simplemente un esfuerzo político para revertir 46 años de precedentes que han seguido el caso de Roe contra Wade de la Corte Suprema. No permitiremos que eso suceda, y los veremos en los tribunales. A pesar de que la gobernadora haya promulgado este proyecto de ley, las clínicas permanecerán abiertas y el aborto seguirá siendo un procedimiento médico seguro y legal en todas las clínicas de Alabama”.
Es irónico que el Partido Republicano, que condena a los gobiernos que se atribuyen amplios poderes de intervención, sea el que apruebe las leyes que obligan a las mujeres a tener hijos contra su voluntad: en Alabama, las obligaría a llevar a término el embarazo provocado por su violador. También, irónicamente, la mayoría de estas leyes han sido escritas, debatidas, votadas y aprobadas por hombres. La gobernadora de Alabama es mujer, pero en el Senado de Alabama la votación fue de 25 contra 6; los 25 eran hombres blancos.
El miércoles, la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, en respuesta a la ola de leyes contra el aborto que azota la nación, simplemente dijo: “Hombres, hombres, hombres, solo hombres blancos… Yo digo ‘no agonicemos, organicémonos’”.
Y eso es lo que está haciendo la gente a nivel nacional, desde las ciudades más grandes hasta las localidades más pequeñas: organizarse para garantizar que no regresemos a los abortos inseguros y clandestinos que causaron la muerte de tantas mujeres antes del histórico fallo en el caso “Roe contra Wade”. Nunca más.
© 2019 Amy Goodman
Traducción al español del texto en inglés: Inés Coira. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org