Noviembre 21, 2024

A cincuenta años de la fundación del MAPU

La juventud es una enfermedad pasajera, sin embargo, todos los partidos políticos tratan de conquistarla. El grito de La Falange era “Juventud chilena adelante”. La  juventud democratacristiana era la joya de la corona de ese Partido, que tuvo todas las federaciones universitarias, previo al triunfo de Eduardo Frei Montalva.

 

 

El gobierno de Frei había desplegado su programa de gobierno, fundamentalmente, la promoción popular y la reforma agraria, pero al poco andar comenzaron a surgir las voces críticas debido a la lentitud con que se implementaban los cambios: en primer lugar lo hizo el senador Alberto Jerez, a quien siguieron Julio Silva Solar, Jacques Chonchol y Rafael Agustín Gumucio, entre otros; en los últimos años del mandato de Frei se unieron rebeldes y terceristas para elegir una directiva crítica del gobierno, que encabezaba Rafael Agustín Gumucio y también integraba el tercerista Bosco Parra, además del apoyo de la juventud, liderada por Rodrigo Ambrosio – una de las personas brillantes de la política chilena, que murió en accidente de  automóvil.

 

Los oficialistas no podían soportar que los partidarios de la unión con la izquierda chilena detentaran el mando del partido democratacristiano, por consiguiente solicitaron una reunión de la Junta Nacional, en la localidad de Peñaflor, en la cual participó el Presidente de la República; en su discurso se lamentó de que en su propio Partido surgieran voces críticas, y mi padre le respondió de igual a igual, y con mucha vehemencia a su compañero de curso en la universidad catolica, Eduardo Frei Montalva. Después de ambos discursos, Frei fue a reposar a la casa de un camarada en esa misma localidad, pero volvió cuando se iba a decidir la mantención o la salida de la directiva. Gracias a la presión moral del Presidente los obedientes funcionarios votaron contra la directiva, que salió derrotada por un magro margen de diferencia de votos.

 

Posteriormente, Gumucio Vives renunció al Partido que había fundado considerando que la DC se había aburguesado, por consiguiente,  se hacía imposible la unidad social y política del pueblo. Radomiro Tomic intentó por todos los medios a su alcance que los rebeldes permanecieran en la Democracia Cristiana, sosteniendo que la  rectificación era aún posible.

 

La juventud también renunció siguiendo a los líderes rebeldes, y se decidió fundar un nuevo partido político, el MAPU, (Movimiento de Acción Popular Unitaria), que evocaba el vocablo “tierra” en lengua mapuche. Como ocurre en todos aquellos que abandonan el reformismo, hastiados muy pronto pasan al izquierdismo revolucionario: Ambrosio planteaba  “El Frente de Trabajadores”, integrado por los partidos más radicales de izquierda y eliminando a los reformistas, entre ellos los radicales. Para el recién fundado Partido, el MAPU, las críticas a la izquierda tradicional eran un tópico.

 

A comienzos de los años 70 se fundó la Unidad Popular: cada partido tenía derecho a presentar dos candidatos a la presidencia de la república, y el MAPU  lo hizo con Jacques Chonchol, quien ofreció  su segundo voto a Pablo Neruda, pero Luis Corvalán – secretario general del Partido Comunista – con buen sentido común, pidió a los integrantes del MAPU que, por favor, no lo hicieran, y que votaran e cambio por el candidato socialista que, posteriormente, recayó en la persona d Salvador Allende.

 

Rodrigo Ambrosio había estudiado en Francia con su mentor, Louis Althusser, en ese tiempo un comunista que escribía libros donde negaba el humanismo de Marx. Ante la desesperación de Salvador Allende, quien pretendía un partido cristiano revolucionario y no un quinto partido marxista-leninista, los dirigentes del MAPU adoptaron el leninismo barato que desgraciadamente predominó durante el período de la Unidad Popular.

 

En 1971 los terceristas abandonaron el Partido Democratacristiano dando la oportunidad a los fundadores, Julio Silva Solar, Jacques Chonchol y Rafael Gumucio Vives, de unirse a los cristianos de izquierda.

 

El MAPU, con la ausencia de los viejos fundadores, empezó a padecer las diferencias de las dos posturas de la Unidad Popular: “avanzar sin transar” y “consolidar para avanzar”; un sector, liderado por Jaime Gazmuri, adoptó el “consolidar para avanzar”, del Partido Comunista; otro sector, el “avanzar sin transar”, de la izquierda socialista y el MIR, encabezada por Óscar Guillermo Garretón – hoy patrón de patrones -. El primero se denominó Mapu Obrero Campesino y, el segundo, Mapu, a secas.

 

(En mi caso personal, he tratado de no asumir las categorías del estalinismo, todas totalitarias, como las desviaciones de izquierda y derecha suponiendo que la  directiva del Partido Comunista siempre tiene la razón).

 

En el exilio, el MOC, (Mapu Obrero Campesino), fue recibido como el tercer partido marxista, lo que permitía a sus dirigentes un trato privilegiado respecto a sus camaradas, además del apoyo directo de los gobiernos del socialismo real.

 

El MAPU, en sus dos fracciones, fue absorbido por el Partido Socialista de Altamirano, y muchos de sus dirigentes han terminado como lobistas y empresarios, muy partidarios del neoliberalismo y con un amor al dinero, muy típico de aquellos que en su juventud fueron jacobinos y en el ocaso de su vida se han convertido en conservadores.

 

El epílogo de esta historia es que hay que creerle poco a aquellos ultra-revolucionarios, muy valientes y gritones de consignas cuando no hay peligro, pero listos para acechar el reino del dinero cuando consideran el triunfo del neoliberalismo es irreversible. Enrique Correa, Óscar Guillermo Garretón y otros cuantos ex revolucionarios integran la caterva de los nuevos ricos, producto de la usura del poder.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

23/05/2019                  

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