Las manifestaciones del 15 de mayo marcan el inicio de un ciclo de resistencia al (des)gobierno que existe actualmente en Brasil. Luego de anunciar un corte del 30 por ciento del presupuesto de las Universidades Federales, una onda de rechazo a esta medida se propagó rápidamente por todo el territorio. El propio Bolsonaro viendo la antipatía que causaba esta decisión del ejecutivo, decidió llamar al Ministro de Educación, Abraham Weintraub, para solicitarle que echara pie atrás en esta resolución. Sin embargo, poco después desde la propia Casa Civil se declaraba que la disminución de gastos en educación continuaba vigente.
Un inventario interminable de imágenes que se han difundido por las redes y medios audiovisuales, muestran que las adhesiones a las movilizaciones en defensa de la educación fueron multitudinarias en decenas de ciudades de Brasil. Suman cientos de miles, especialmente jóvenes, los que participaron en las marchas por los diversos rincones del país. No solo las personas se manifestaron en los principales centros urbanos, sino que también hubo concentraciones en localidades pequeñas y apartadas. Bolsonaro dijo simplemente que eran “idiotas útiles, al servicio de una minoría aprovechadora izquierdista”. Está claro que el idiota es justamente aquel que no quiere ver lo que salta a simple vista, la enorme expresión de descontento con los rumbos de la educación y de un conjunto de materias que solo vienen a sumarse al creciente malestar provocado por las políticas obtusas y caóticas de un gobierno que – como señalábamos en otra materia- es una nave que ha perdido el rumbo.
No solo en el ámbito educacional es donde el gobierno actúa de manera errática, sino que su administración completa es un fiasco. Con una total subordinación a los intereses de Estados Unidos, la inserción de Brasil en el plano externo está marcada por la ausencia de soberanía y por un papel intrascendente en los foros internacionales. Lejos ha quedado el proyecto de fortalecer el bloque de los BRICS como alternativa a la hegemonía del eje Estados Unidos-Unión Europea. Su poca amigable política comercial con China, siguiendo las recomendaciones de Trump, va a comprometer indudablemente la capacidad del país de seguir exportando su producción hacia uno de sus principales mercados. En materia ambiental, el país viene experimentando un retroceso evidente en la defensa del patrimonio natural y en la contención de la desforestación de la región amazónica. Y con escasa inversión en el campo de la ciencia y la innovación tecnológica, Brasil se encuentra en un franco retroceso, dependiendo casi exclusivamente de la explotación de sus materias primas sin ningún valor agregado.
En poco tiempo de mandato, el gobierno viene acumulando una cadena interminable de errores que hasta sobrepasa las peores previsiones que se tenían sobre él. Inclusive algunos analistas ya han acuñado el nombre de “República del tiro en el pie” para expresar la tendencia hacia el descalabro intencionado que parece inspirar al ejecutivo. Ello se está reflejando en la sucesión de derrotas que viene acumulando el gobierno en el Congreso, perdiendo sistemáticamente el apoyo de los partidos que formaban su base aliada.
Su última medida ha sido pedirle a la Agencia Brasileña de Inteligencia (ABIN) que investigue la vida de rectores y decanos de las Universidades Federales, generando automáticamente una ola de rechazo por parte de muchas entidades de derechos humanos y de los diversos estamentos universitarios.
Ante este escenario, una nueva manifestación ha sido convocada por la Unión Nacional de Estudiantes (UNE) para el día 30 de mayo y para el 15 de junio se ha programado una protesta nacional contra la Reforma del Sistema Previsional. Es una lucha de largo aliento, pero la tendencia es que la secuencia de movilizaciones, huelgas y paros se vaya robusteciendo en un incesante “in crescendo”, demostrando que es cada vez más vehemente el anhelo de millones de ciudadanos por construir una nación diferente. La derrota en las calles del gobierno de ultraderecha parece, como nunca, un camino sin retorno.
Por Fernando de la Cuadra
Doctor en Ciencias Sociales. Editor del Blog Socialismo y Democracia.