Noviembre 24, 2024

Juan Guaidó: “el capitán Araya” venezolano

Juan Guaidó es como aquellos ingenuos que creen que sus amigos de Facebook van a asistir a su entierro;  por desgracia en el mundo real las cosas ocurren de otra manera, y se termina la vida con dos dientes, dos amigos y dos millones de deudas.

 

 

Cual pésimo e improvisado tenor, cada vez acuden menos ciudadanos  a sus llamados a las concertaciones políticas, (la última, el sábado 11 de mayo, en el barrio Las Mercedes, el más elegante de Caracas), y se contabilizan algunas 60 personas, seguramente, menos cantidad de los amigos del facebook del diputado Guaidó, (basta ir a Youtube y ver el video correspondiente).

 

Por mucha buena voluntad que yo le  ponga, no logro convencerme de Guaidó sea el presidente interino de Venezuela, pues el cargo le queda muy grande y sus discursos son la monotonía misma, unidos a su falta de creatividad. En la última manifestación  anunció que pedirá la cooperación del ejército de Estados Unidos.

 

Como el lenguaje cantinflero, siempre hay que interpretar el significado de las frases del diputado, en este caso debiera interpretarse cooperación y no invasión.

 

Por lo demás, da la impresión de que Donald Trump prefiere atacar a Irán que hacerlo con Venezuela, pues le traería más dividendos para sus ambiciones presidenciales en el año 2020. Si comparamos a Trump con los imbéciles que lo asesoran, es decir Pompeo, Bolton y Abrams, Trump sería un “intelectual y con mucho sentido común” .

 

Es cierto que a los gobernantes yanquis les importa muy poco el respeto a los derechos humanos y a los organismos multilaterales, ni siquiera el Congreso norteamericano, y son capaces de invadir un país saltándose las instancias constitucionales y las de derecho internacional, pero al parecer, Trump no se atreve a saltarse el Acuerdo de la  Cámara de Representantes, que se ha pronunciado claramente en contra de una invasión militar contra Venezuela.

 

Guaidó es como el “capitán Araya, que llama a la gente y la deja en la playa”: Nicolás Maduro ha ordenado la prisión para sus principales asesores, entre ellos el primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, Edgar Zambrano, y Guaidó sólo se limita a reclamar.

 

En cualquier país del mundo un ciudadano que llame a una potencia extranjera a invadir su país sería condenado a cadena perpetua por el delito de alta traición.

 

Los “halcones” que llaman a la invasión no saben las consecuencias que acarrearía para Venezuela y los demás países de América Latina  una invasión yanqui.

 

En primer lugar, habría que saber qué modalidades tendría, por ejemplo, una  operación quirúrgica rápida que exigiría el factor sorpresa. En segundo lugar, el ejército venezolano no es comparable al de Grenada y de Panamá, (la invasión a este último país  duró tres meses), y la de Venezuela podría extenderse fácilmente  hasta por cuatro años.

 

En tercer lugar, geográficamente Venezuela tiene selvas y montañas donde puede asentarse una guerrilla que dure medio siglo, además de atentados urbanos que hagan la vida imposible a los gobiernos en las grandes ciudades.

 

En tercer lugar, los países vecinos sufrirían una invasión de inmigrantes que complicaría a esos gobiernos, con las secuelas de racismo y xenofobia.

 

En cuarto lugar, Estados Unidos tendría que recurrir a ejércitos mercenarios – Black Water, sumado a los de Colombia y Brasil – a fin de evitar, como ocurrió en Vietnam, la aparición de cadáveres de soldados norteamericanos en bolsas de basura.

 

En quinto lugar, tanto la invasión como la reconstrucción posterior, costaría billones o trillones de dólares.

 

En sexto lugar, si alguien quiere buscar un símil respecto a una posible invasión venezolana tendríamos que recurrir a la de Siria: los norteamericanos despreciaron al dictador Al Hassan, y han terminado por dejar a este país en manos de los rusos, (nada más  insensato que el creer que Maduro es un lego en materia táctica, y sobre  todo, minusvalorar la asesoría cubana y rusa).

 

En séptimo lugar, tanto Maduro como Guaidó podrían caer fácilmente en su propia trampa y creerían en las mentiras de la guerra psicológica: en el caso de Guaidó, cree que las mentiras de Pompeo y Bolton eran verdades cuando el día 30 de abril reciente Guaidó sería seguido por la rebelión del ejército, comandado por Vladimir Padrino López, (algunos creen que fue una trampa tendida por Maduro). En el caso de Maduro, creyó en su propio Servicio Secreto, el SEBIN, cuyo jefe se pasó al bando de Guaidó, y que hoy, asilado en Estados Unidos,  canta mejor que un ruiseñor).

En octavo lugar, en la guerra un aspecto es la planificación y otra  la realidad: en la primera guerra mundial se pasó de la guerra rápida a las barricadas, que duraron varios años.

 

Guaidó además de ser un “capitán Araya” es un mentiroso compulsivo e irresponsable, pues va a conducir a su país a la desolación y muerte.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

 

12/05/2019                     

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