Noviembre 10, 2024

Perú, Viernes Santo

El 19 de abril, viernes santo, se dictó prisión preventiva de tres años contra PPK, último Presidente electo del Perú. Seguramente marchará tembloroso al calabozo.

 

 

El ex dictador Fujimori está sufriendo, como él lo ha reiterado, cárcel por atropellos a derechos humanos y corrupción, y ha pedido reiteradamente conmiseración.

 

Lo mismo sucede con su lugarteniente Vladimiro Montesinos, que es una piltrafa humana encarcelada.

 

El ex Presidente Ollanta Humala, hoy semi-libre, estuvo, junto a su esposa, en la cárcel acusados de corrupción.

 

El ex Presidente Toledo está en EEUU huyendo de la fría e implacable justicia peruana y no ha sido capaz de enfrentarse a ella para defenderse.

 

Ayer, también en Lima, se efectuaron los funerales de Alan García Pérez, ex Presidente del Perú en dos ocasiones, que,a los 69 años, se pegó un balazo en la cabeza en su domicilio de Miraflores, barrio elegante de Lima, antes que entregarse a la policía para, seguramente, ser enviado a prisión también acusado de corrupción.

 

Era Viernes Santo en un país profundamente religioso.

 

Alan García se manifestó cristiano y creyente en otra vida en su última entrevista, poco antes de matarse.

 

Es el único Presidente que se ha inmolado en la historia del Perú.

 

Bolognesi en Arica y Grau en los mares de Antofagasta, militar y marino, lo hicieron luchando ante fuerzas superiores chilenas en la Guerra del Pacífico.

 

Alan García fue un hombre pagado de sí mismo, empecinado y altanero. Y buen orador – el mejor de América del Sur y uno de los dos mejores de la América hispana junto a Fidel Castro- Presidente de la República a los 35 años de edad y líder del APRA en los últimos 40 años y, creo, hasta que Acción Popular Revolucionaria Americana ¡vaya nombre! dure en el Perú.

 

Según sus hijos dejó una despedida escrita, que pudo dibujarla en un papel en el presuroso momento en que supo que vendrían por él y el momento en que se destapó los sesos:

 

“Cumplí la misión de conducir el aprismo al poder en dos ocasiones e impulsamos otra vez su fuerza social.

Creo que esa fue la razón de mi existencia, teniendo raíces en la sangre de ese movimiento.

Por eso y por los contratiempos del poder nuestros adversarios optaron por la estrategia de criminalizarme durante más de treinta años, pero jamás encontraron nada y los derroté nuevamente porque nunca encontrarán más que sus especulaciones y frustraciones.

En estos tiempos de rumores y odios repetidos que las mayorías creen verdad, he visto como se utilizan los procedimientos para humillar, vejar y no para encontrar verdades.

No hubo ni habrá cuentas ni sobornos ni riquezas. La historia tiene más valor que cualquier riqueza material…Otros se venden, yo no.

Cumplido mi deber…no tengo por qué aceptar vejámenes.

He visto a otros desfilar esposados guardando su miserable existencia, pero Alan García no tiene por qué sufrir esas injusticias y circos.

…Le dejo a mis hijos la dignidad de mis decisiones; a mis compañeros una señal de orgullo; y mi cadáver como una muestra de mi desprecio hacia mis adversarios porque ya cumplí la misión que me impuse”.

Hasta allí García.

 

Viví en Perú con mi familia, exiliados, desde 1974 a 1978. Recibí la solidaridad del gobierno peruano de la época, del Partido Socialista Revolucionario del Perú, de los más destacados periodistas del Perú, de la dirigencia del Partido Comunista Peruano, de gente que había sido allí demócrata cristiana y de la Iglesia Católica de Lima.

 

Ni yo ni los otros exiliados chilenos que conocí recibimos solidaridad alguna del APRA ni del joven Alan García que en 1973 tenía 23 años. Ellos se mantuvieron lejos de nosotros y nosotros nos mantuvimos críticos del APRA, que había dejado de lado su política popular y antiimperialista de sus primeros tiempos.

 

Pero, en viernes santo peruano, me saco el sombrero y rindo homenaje a un político peruano, ex Presidente, que supo morir con la dignidad que lo hicieron Bolognesi y Grau 140 años antes.

 

No fue un político revolucionario, ni siquiera un progresista -en su primer gobierno fue un socialdemócrata moderado, en el segundo un liberal de derecha- y siempre defendió la democracia formal y elitista como primer valor, y seguramente cayó en la deshonestidad que caracterizó también a otros cuatro presidentes peruanos de su tiempo pero su muerte digna y política creo que lo catapultó a la historia del Perú. En Perú, después de este Viernes Santo, no hubo Sábado Santo ni Domingo de Resurrección.

 

 

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