Que las estadísticas no siempre reflejan con fidelidad el tema que abordan, es un hecho cierto. Pero, esas mismas estadísticas, cuando se dedican a recabar opinión política de la ciudadanía, carecen de confiabilidad debido a los sesgos de quienes las construyen. “Sólo confío en las estadísticas que puedo manipular”, afirmó Winston Churchill, y al parecer acá en Chile más de alguna autoridad que habita en la Moneda piensa de manera similar. Por ello y para ello está CADEM.
¿Cómo se puede entender, desapasionadamente, que Sebastián Piñera, presidente de la república, se encuentre atado de manos, entre la espada y la pared, inmovilizado y sin un camino de salida que sea expedito y claro para su tan publicitada agenda de gobierno, si durante más de un semestre ha estado a cargo de la administración del país sin oposición alguna? No es una exageración lo dicho, pues durante la primavera y el verano recién pasados las tiendas partidistas de la supuesta oposición estuvieron absolutamente ausentes, alejadaas incluso de sus responsabilidades políticas comprometidas con su propio electorado.
El gobierno sufre de una fijación ideológica en cuanto a privilegiar siempre –tal vez, exclusivamente- a los sectores más ricos de la sociedad. Todo lo que Piñera ha hecho en su calidad de primer mandatario, y así también todo lo que intenta hacer, apunta directamente a beneficiar al máximo a los dueños del capital. Sus esfuerzos al respecto trascienden nuestras fronteras y hacen camino hacia naciones hermanas, como es el caso de Venezuela, verdadera obsesión enfermiza de nuestro presidente que observa grandes posibilidades de incremento de su fortuna personal si lograra invertir parte de ella en el rico territorio llanero… para eso, por cierto, requiere que el neoliberalismo galope libremente allí con el mismo aire de salvajismo que sopla todavía en nuestro propio suelo.
Le ha ido mal, para qué disfrazar la realidad. Maduro sigue en Miraflores, los estadounidenses han tenido que detener su embestida no bien Pekín y Moscú llevaron su socorro al gobierno socialista bolivariano. Juan Guaidó se desperfila como carta de reemplazo y a los megaempresarios predadores sólo les queda una esperanza para inundar Venezuela con sus dólares y acciones bursátiles: el golpe de estado interno provocado por todas, o por una parte de las fuerzas armadas locales.
En su desesperación, Piñera sale entonces a tomarse la agenda de la prensa nacional para intentar revertir ante la opinión pública su saga de fracasos, mismos que ya han comenzado a inquietar a sectores empresariales que no ven en Sebastián el estadista (ni el presidente) que esperaban y que necesitan. La verdad es que CADEM y ADIMARK no pueden hacer más por ayudarle. Ni la estadística salva al gobierno
El fracaso se huele por doquier. Hay un desorden innegable en esta administración donde la policía se manda sola, el ministro de Justicia intentó testificar a favor de delincuentes, los jueces practican magia negra, los Comandantes del Ejército se reparten los fondos de las FFAA, el Presidente se regala la orilla de un lago, el ministro de relaciones exteriores logra que el ejecutivo otorgue rango diplomático a una funcionaria venezolana que trabaja en nuestro propio ministerio y que ha sido designada ‘embajadora’ por el mismo señor Guaidó que en Europa y Asia no se le reconoce autoridad, etc., etc..
Las estadísticas no lo dicen ni lo dirán, pero es un hecho irrefutable que el gobierno también fracasó en su reciente plan de reuniones con la oposición para alentar su programa de reformas y sus propósitos legislativos. ¿Le ha ido mal en ello a Piñera? Así es, muy mal. Sin mayoría en el Congreso, sin ser escuchado ni atendido por la oposición (que es mayoría en el Parlamento), e incluso sin apoyo férreo y absoluto en su propia coalición, el presidente se encuentra -hasta ahora- inmovilizado.
Y para colmo de males, las tan ninguneadas estadísticas vocean a los cuatro vientos que el mandatario sigue bajando en el nivel de aceptación pública, a la vez que continúa aumentando el rechazo a su gestión (39% y 48% respectivamente). ¿Jaque mate para esta administración, a más de dos años del término de su mandato?
Por supuesto que no. Piñera -y la derecha que aún lo acoge- continúan apostando fuerte a una de las principales “virtudes” de los chilenos: la capacidad de aguante. Esa apuesta no es un despilfarro ni mucho menos, ya que el neoliberalismo logró cambiar radicalmente el alma nacional y hoy la sociedad civil está conformada por personas y ciudadanos que desconfían del otro, que gustan de solucionar sus problemas individualmente, habiéndose perdido el sentido de pertenencia a lo colectivo, a lo grupal, pues nadie le importa a nadie y todos se preocupan y luchan exclusivamente por su metro cuadrado. Es la “sociedad de los de a uno en fondo”.
Luego de doce meses de inacción, de acuerdo a lo publicado por el diario La Tercera, los jefes de bancada de los diputados de la oposición -desde la Democracia Cristiana al Frente Amplio-, lograron finalmente suscribir un documento titulado “La oposición avanza hacia una mejor coordinación” (sic), pretendiendo con ello generar esa ansiada coordinación durante este año legislativo para hacer frente a la agenda del Presidente Piñera en el Congreso. El texto, de hecho, asegura que uno de sus propósitos es “responder al populismo y demagogia legislativa del Gobierno con la promoción de un debate político riguroso”.
Es verdad y no hay duda alguna… al gobierno le ha ido mal en estos meses… su popularidad va en descenso y el rechazo en aumento, pues pese a no haber contado con oposición en serio, nada le ha resultado. ¿Será esto último el responsable del descenso, o será que Piñera está sentado frente a un piano y no tiene dedos, habilidad ni conocimiento para pulsar teclas blancas y negras? Claro, sabe cómo comprarlo (el piano), pero ni idea tiene de cómo usarlo.
La principal (y tal vez única) realidad favorable sobre la que descansa la actual administración sea la existencia de una sociedad civil dormida, disgregada, cooptada por el consumismo y el individualismo. Pero, si esto último es atacado con presteza y cerebro por la oposición, es un hecho más que probable que el gobierno pase a constituirse en un gomero o en un filodendro de la política criolla.
Las cifras no mienten. Faltan solamente los jugadores apropiados.