Pocos deben recordar la foto de Piñera en La Moneda, en aquellos primeros días como administrador del actual modelo junto a sus invitados, desde la extrema derecha hasta Boric, todos sonriendo. Todavía estaba fresca la pintura de los tiempos mejores. Un fracaso anunciado con el desafinado coro progresista le creyeron las mentiras al pinochetista Piñera.
Se escucharon muchas razones para justificar la presencia en aquel convite, algo como una cocina fallada que se daba al margen de lo republicano, es decir, los asuntos serios se tratan en parlamento. Por aquellos días el Sename era un caballo de batalla que daba inicio en teoría para ganarlas todas.
Sólo se han cerrado algunos centros sencillamente porque era insostenible su permanencia, pero se siguen manteniendo los mismos mecanismos en otros. Todos los días ingresan niños consecuencia directa de las profundas fisuras que tiene el modelo neoliberal.
No puede un país OCDE mostrar esos colgajos de miseria extrema especialmente en población infantil, miles de excluidos del sistema educacional o del que han desertado, sin conocer verdaderamente las razones para que aquello sucediera.
Los niños fueron definidos como uno de los ejes fundamentales en el programa de su campaña. Todo Chile conocía el drama de lo que sucedía en el Sename. Esa realidad extremadamente dura y violenta que llegó incluso que una parlamentaria comunista llorara en el hemiciclo, mientras pedía clemencia para tanto dolor.
Nada ha cambiado desde ese día
La calle sigue acogiendo a los cisarros que su futuro bajo el actual modelo llega seguramente hasta las siete de la tarde. La lentitud de las reformas para un nuevo modelo de atención para niños/adolecentes transita entre las penurias de la lentitud, y el siniestro/perverso aprovechamiento político que hace Piñera/ministros sobre los niños pobres, porque esos son, pobres.
Piñera no es la solución, es el problema, y el problema de Chile es el modelo.
Más de once mil colegios tiene el país y de todos, miles de niños los abandonan al no existir en su familia o el entorno cercano, reales condiciones para que el proceso enseñanza aprendizaje se desarrolle en forma correcta. Una educación municipal precarizada y otra entregada a las leyes del mercado, un lugar “para invertir” como sostiene Piñera, hace que los más débiles sean empujados a la marginalidad y la imperiosa necesidad de sobrevivir al sistema que les vende descarnadamente los caramelos y espejitos.
Control preventivo desde los catorce años es una agresión.
Es no entender la naturaleza humana, es no querer ver y comprender que es el sistema que genera las condiciones. Familias viviendo en guetos con salarios paupérrimos y en las mismas poblaciones que llegaron a ocupar sus antepasados en aquellos tiempos de las “callampas”.
A la derecha no les interesa avanzar en una solución que resuelva estos casos en su gran mayoría. Se lanza en una campaña populista en busca de votos y tinta mercurial. Piñera se sube a un carro de carabineros, una policía con violadores, traficantes de armas y de drogas, la más corrupta de todo el continente para llenar los noticieros sin obtener resultado alguno, mientras sus proyectos se caen a pedazos sin haber dado aún el primer paso en el Congreso. Muchas e insospechadas son las consecuencias de lanzar a la policía para la caza al niño/hombre y lo harán en las poblaciones, a la salida de los colegios de las comunas casi sin recursos. Se instalará la estigmatización una vez más, en resumen el desprecio por la vida de los sencillos, los invisibles.
No veremos a la policía corrupta en las cercanías de algún colegio en el barrio alto pidiendo identificarse, eso no lo harán porque allí viven los que dictan las normas del modelo, a esos no se les molesta y se les perdona todo, hasta el no pago de impuestos.
Fácil es proponer mecanismos contra los débiles y no todos andan dando portonazos. Los hay quienes trabajan con sus padres en la informalidad, los que no están en los índices del INE, pero que sienten la necesidad de comer dos veces al día. El intento de legislar para controlar a los niños desde los catorce años constituye una agresión a sus derechos básicos. Colocarlos en la mira de la sospecha cuando ya sus padres lo están por ser pobres es agresivo.
Poco se puede esperar de un gobierno que representa sólo al 26% de votantes inscritos. Al que la policía se ríe y le miente como el caso Huracán. Que sorpresa puede traer cuando el sobrino de Piñera está condenado en el caso Caval. Que puede asombrar cuando el 2018 quebraron 1800 empresas en Chile y hay 62.000 en cesación de pagos. Tanta parafernalia de millones de dólares para el Plan Araucanía que se cayó a pedazos con el asesinato de Marcelo Catrillanca.
Fracasó Piñera, y se cae sólo, sencillamente porque no hay oposición. Un primer año regalado a su antojo donde hasta un músico se pregunta cómo fue posible que ganara y ellos tampoco saben cómo llegaron a ganar. Una oposición fraccionada sin liderazgo. Algunos aparatos partidarios nuevos y viejos que practicarán el ritual de ponerse de acuerdo para campaña de alguna cosa. Una mayoría en el parlamento absolutamente precaria y deslavada.
Se recuerda la foto y la forma del Ministro de Justicia piñeirano defendiendo a Paul Scheffer y su intento por ser testigo de Orpis senador UDI, procesado por cohecho y fraude al fisco, el mismo que le pagaba un salario.
No existe ninguna cifra certera donde se confirme que la criminalidad haya aumentado entre menores de edad. La viajera Ministra de Educación no ha dado a conocer las razones de los miles de abandono de niños del sistema educacional.
Piñera no logrará la victoria contra los cisarros.