Noviembre 10, 2024

Desafíos del nuevo Celestino de la iglesia de Santiago

 

 

El nuevo encargado de la Iglesia Católica en Santiago de Chile se llama Celestino y reemplaza a Ricardo. Todo por orden de Francisco.

 

 

 

Celestino está viejo como para cambiarse el nombre debido al nuevo contexto. Pobre Celestino.

 

 

 

 

Celestino Aós tiene 73 años y no puede hacerse ilusiones de ascenso en la iglesia porque a los 75 deberá pasar a retiro. El Papa lo sabía antes de nombrarlo. Será un paso breve con grandes desafíos. Después sólo el cielo, o el infierno.

 

 

 

Primer desafío:

 

 

 

Olvidarse de su nombre y cuando llamen a Celestino indicar al Deán de la Catedral y gran celestino del padre Tito.

 

 

 

Segundo:

 

 

 

Pagar de inmediato los 300 millones a las conocidas víctimas de Karadima, sin apelar. ¿Mandará el billete el Santo Padre que vive en Roma? ¿O habrá que recurrir al dinero acumulado en años por el santo Karadima, bien apoyado en su vida por millonarios del barrio alto, y expropiarlo? El lío se armará, señor Aós, mañana cuando los jueces decidan que todas las víctimas de los de Santiago reciban 100 millones cada una (porque no podrán decidir que un abusado vale más caro o más barato que otra u otro) y la suma alcance cifras hoy incalculables, impagables por las limosnas cada día más escasas.

 

 

 

Tercero:

 

 

 

Si le preguntan por sus antecesores Errázuriz y Ezzati, mirar para el techo y decir “Yo vengo recién llegando del desierto nortino”. De todos modos cada noche, antes de dormirse, repasar los cargos que la Fiscalía hace a ambos predecesores por casos de Karadima, de Tito, del  ex canciller Muñoz investigado por abuso sexual y estupro, de Laplange y otros.

 

 

 

Cuarto:

 

 

 

No hablar nunca de abusos sexuales cometidos contra mujeres, niños, monjas, enfermos y adultos normales (incluida gente en situación de calle) . Llamar a todos esos delitos, mirando al techo, “errores”, es decir “conceptos equivocados o juicios falsos”, “acción equivocada” o “equivocación de buena fe”, que así se define en castellano el concepto “errores”. Y Aós es español.

 

 

 

Aós deberá convencerse que fueron acciones equivocadas, cometidas de buena fe, violar a un niño o a un enfermo, abusar de un mendigo o de una mujer.

 

 

 

Y convencerse que esas acciones siguen siendo errores porque si así no lo creyera no podría seguir siendo administrador.

 

 

 

Quinto:

 

 

 

Seguir con la misma prédíca como si la crisis de hoy, por habérseles sorprendido y detectado como degenerados y abusadores de pequeños, subordinados, dependientes e incluso mendigos, fuera similar a la crisis del Concilio de Trento o a la de la virginidad de María.

 

 

 

Sexto:

 

 

 

Seguir juntando $$$

 

 

 

Séptimo:

 

 

 

Seguir proclamando el derecho de la Iglesia a tener colegios y seminarios para niñas y niños, adolescentes y jóvenes, ante la idea que está surgiendo, impulsada por el demonio, en el sentido de que, para frenar los abusos eclesiásticos de pequeños y desvalidos, hay que cerrar colegios y seminarios católicos y mandar a trabajar la tierra, las fábricas, las oficinas y otros centros productivos a obispos, cardenales, sacerdotes, diáconos, coadjutores y etc…, especialmente a aquellos religiosos que tengan hijos o aspiren a contraer el sacramento del matrimonio, cuestión que está estudiando el Vaticano.

 

 

Por Ismael Llona M.

 

 

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