Desde el momento que los aviones atacaban La Moneda encontrándose en su interior el presidente Salvador Allende que había sido elegido democráticamente en septiembre de 1970, el uso de la violencia bajo la forma de resistencia popular se constituye en un acto de legítima defensa a ejercer durante todo el periodo de la dictadura y cuyo modelo se mantiene hasta los tiempos actuales. La Constitución cívico/militar de 1980 es lo más evidente.
Se debe dejar constancia que la defensa del palacio presidencial aquella mañana del ataque no llegaba a cincuenta personas, siendo la mitad de ellos los compañeros del GAP, funcionarios de investigaciones, ministros y médicos. Lejos de lo que los golpistas mercuriales han dicho para justificar. No había ni existió un ejército de extranjeros extremistas como vociferó sin dar hasta hoy ninguna muestra la derecha.
El ejército era poseedor de un alto poderío militar como demuestra las condiciones en que quedó el edificio presidencial luego de terminado el ataque por aire y tierra que ejecutaron los golpistas. Señalar a la aviación que nunca ha participado en alguna batalla pero que tiene un largo historial de criminalidad.
El presidente Salvador Allende junto a la guardia personal intentan defender la estabilidad de un gobierno que no había quebrantado la legalidad de Chile. Que había respetado absolutamente los derechos fundamentales y la libertad de prensa. Salvador Allende deja en la historia un país nacionalizando los recursos naturales que hasta el ascenso de la Unidad Popular, se encontraba en manos de empresas norteamericanas.
Para el imperialismo yanqui encabezado por Richard Nixon este es sin lugar a dudas una razón fundamental para comenzar la preparación un golpe militar con toda una campaña preparatoria que durará casi tres años. Pero es verdad que los norteamericanos debían detener el proyecto popular chileno ante la posibilidad que se expandiera por una parte relevante en el continente.
Desde los Estados Unidos llegaban miles de dólares para financiar radios y diarios, así como también a los partidos políticos contrarios al gobierno popular, Partido Nacional, Partido Demócrata Cristiano y también la ultraderecha Patria y Libertad, Comando Rolando Matus, estos dos últimos desataron toda una actividad de carácter armada a nivel nacional en el proceso de desestabilización del gobierno democrático. Jaime Guzmán Errázuriz formaba parte de la dirección nacional de Patria y Libertad junto a un ex yerno de Pinochet.
El cierre indefinido del congreso, la proscripción de los partidos políticos, el cierre de radios, diarios y revistas junto al encarcelamiento y asesinato de periodistas, la declaración de ilegalidad de todas las organizaciones sociales, sindicales y profesionales generan las condiciones históricas para comenzar con una respuesta militar que nace desde la resistencia popular.
Pero no todos los partidos de la izquierda se sumarán para dar estas batallas. El PC no se sumó al combate contra la dictadura desde sus primeros sangrientos días, intentó establecer una política de acuerdos con el Partido Demócrata Cristiano y un plan común contra la dictadura fascista como se decía en esos primeros tiempos.
Muchos militantes comunistas y cuadros obreros se integraron a la tarea de reorganizar la izquierda pero no como orden de partido, sencillamente por su compromiso de clase. Recordaremos que el diario El Siglo dejó como portada: “Todos a sus puestos de combate” en su edición del día 11.
Lejos de entender el PC cuáles habían sido los errores cometidos, la falta de visión estratégica, la confianza en la constitucionalidad militar, hacen público un documento vergonzoso: “El MIR caballo de Trota del imperialismo”. Nada entendieron del último discurso de Miguel en El Caupolicán, absolutamente nada.
Fueron muchos los años de dictadura. Mucho dolor de miles de compañeros masacrados, encarcelados, desaparecidos y por ellos sucede esa valiente Huelga de Hambre de los presos en los campos de Puchuncavi de la cual el PC se restó al considerarla una provocación. Nada más digno fue el denunciar que los desaparecidos en las listas de los 119 habían sido vistos en los centros de tortura de la DINA.
Hay muchas formas de entender el surgimiento del FPMR.
Podría ser alguna de ellas hacer uso de la violencia para posteriormente hacerse un espacio en la Asamblea de la Civilidad, pero no fue así. El FPMR no levantaba la dictadura del proletariado, el enemigo era la dictadura cívico/militar y todo su valioso aporte y lucha así lo deja demostrado. La CNI los golpeó muy duro, y jamás olvidaron a sus compañeros, es por eso que no dejaron caer en el olvido ni pasar de lado cuando llegó la hora justa de Fuentes Morrison, o Fontaine y otros más. Para ellos era una lucha sin cuartel.
El PC no se militarizó, era más políticamente necesario crear un aparato y responder a la represión, sencillamente porque no estaba en su proyecto político hacer y ganar una revolución, basta mirar a lo que quedó de la URSS y de los países aquellos de la cortina de hierro.
Pero los años de combate del FPMR no podían terminar sencillamente con un PC bajando las cortinas de la política de Rebelión Popular para sumarse a la batalla del NO. Quedaba mucho camino a recorrer aún como el de conocer toda la verdad y la imperiosa urgencia de justicia.
Alto valor tienen las palabras de Palma Salamanca a quien Francia le dio asilo político. No es el tiempo de los tiros y nadie podría sostener que es ahora un reformista, sencillamente cobra vigencia la izquierda revolucionaria que allá por los años sesenta condenaba la invasión a Praga, cuestionaba el burocratismo soviético desde la propuesta de un Poder Popular. Que era un fracaso invadir Afganistán.
No viene del ultrismo sostener que en la historia de Chile existe un proceso político inconcluso. Allí está el recorrido de un sector de la izquierda desde 1990 en adelante. Para algunos esas campañas presidenciales llamando a votar por el mal menor en segunda vuelta, fue dar muestra de conducta política para que le dieran sus tres primeros espacios para llegar al parlamento bajo el formato binominal. Para los otros era volver a reorganizar a la izquierda que nunca se rindió, que insiste tozudamente que siempre será posible. El que no existe el fin de la historia.
Hacerle el juego a la derecha es Boric pidiendo disculpas por una simple camiseta. Condenando al fuego eterno lo que se aplaude en silencio. Vestirse de indigno con el valor de lo ajeno es Santibáñez vociferando que bien muerto el perro está y a reglón seguido pedir disculpas, sin tener el valor de defender sus propias palabras. Algo más de dignidad se pide por estos días para no traicionar la memoria. Palma Salamanca no es único que debió pasar años en la clandestinidad y que a pesar de aquello han logrado construir familia, para almorzar los domingos con los nietos. Están los retornados clandestinos, sus hijos y sus nietos.
Que Piñera en Chile y Bolsonaro en Brasil, que el FNLN haya perdido las últimas elecciones presidenciales, o que el FSLN haya sido expulsado de la Internacional Socialista, que de aquello nada tiene. No es la última página escrita de la historia. De todo se aprende, las lecciones están para ser entendidas.
Sabido queda que siempre existirán urgencias para hacer avanzar las ruedas de la historia y colocar en su lugar a los rendidos.
Sostener que Palma Salamanca piensa lo que piensa por una excesiva carga sicológica de sus años clandestinos en Chile desde el partido que canjeó a su dirigente máximo en un intercambio con espías rusos, es extremadamente liviano, por decir lo menos.
Por Pablo Varas