El desabastecimiento de productos básicos es dramático. No hay harina, no hay pollos, no hay medicamentos, detergentes ni toallas higiénicas. Colas interminables frente a almacenes y supermercados, con sus estanterías semivacías, que se exhiben una y otra vez por los canales de televisión de todo el mundo. El país se muere de hambre. Prolifera el mercado negro para casi todo. Hiperinflación. Huelgas gremiales generalizadas. Torres de alta tensión dinamitadas, que generan frecuentes apagones de luz. Violencia callejera. Los guarimberos de Patria y Libertad enfrentan heroicamente a los brigadistas de la Ramona Parra que los agreden con sus mortíferas brochas.
Frente a este dramático cuadro, la Cámara de diputados toma un acuerdo dirigido a S. E. el Presidente de la República en uno de cuyos párrafos se señala lo siguiente:
“Que es un hecho que el actual Gobierno de la República, desde sus inicios, se ha ido empeñando en conquistar el poder total, con el evidente propósito de someter a todas las personas al más estricto control económico y político por parte del Estado y lograr de ese modo la instauración de un sistema totalitario, absolutamente opuesto al sistema democrática representativo que la Constitución establece.
Que, para lograr ese fin, el Gobierno no ha incurrido en violaciones aisladas de la Constitución y de la ley, sino que ha hecho de ellas un sistema permanente de conducta, llegando a los extremos de desconocer y atropellar sistemáticamente las atribuciones de los demás Poderes del Estado, violando habitualmente las garantías que la Constitución asegura a todos los habitantes de la República, y permitiendo y amparando la creación de poderes paralelos, ilegítimos, que constituyen un gravísimo peligro para la nación, con todo lo cual ha destruido elementos esenciales de la institucionalidad y del Estado de Derecho” ([1])
Si está claro…….no es Venezuela. Es Chile en vísperas del golpe militar.
La palabra desestabilización en el lenguaje político, fue utilizada por primera vez en Chile, para describir las acciones promovidas por el gobierno norteamericano y la CIA, con la complicidad de los sectores opositores chilenos y las grandes corporaciones multinacionales, a fin de derribar el gobierno constitucional del Presidente Salvador Allende. Nixon ordenó: “Hacer chillar la economía. No escatimar nada. Todos los recursos disponibles”.
El proceso de desestabilización Siglo XXI es mucho más sofisticado que el aplicado en 1973 contra el gobierno de la UP. Venezuela es el actual conejillo de indias.
Ante las dificultades para encontrar un Pinochet en las fuerzas armadas venezolanas, Donald Trump y sus lacayos del Grupo de Lima, tratan de llevar al hambre y a la desesperación a los 32 millones de venezolanos por vía de privarlos del acceso a los bienes esenciales, en particular, alimentos y medicinas. Para ello, el gobierno norteamericano ha bloqueado todas las cuentas del Estado Venezolano en EEUU y le ha impedido el acceso a barras de oro avaluadas en miles de millones de dólares, depositadas en bancos europeos. Más aún, ha comenzado a transferir los fondos pertenecientes al Estado venezolano, por la venta del petróleo, a cuentas bancarias abiertas por representantes del autodeclarado presidente Guaidó. En los hechos la denominada ayuda humanitaria a Venezuela, está siendo financiada con los fondos incautados al propio Estado venezolano.
Ahora se anuncia, además, un concierto donde actuarían los cantantes Juanes, Sanz y Fonsi, a realizarse en la ciudad colombiana de Cúcuta, donde se encuentra acopiada la llamada ayuda humanitaria. Se trata de un show financiado por el multimillonario inglés Richard Charles Nicholas Branson.
¡Qué hipocrecía más despreciable!
¿Cuántas nobles causas hay hoy en el mundo que merecerían la atención de dichos artistas?: caravanas interminables de desesperados salvadoreños y hondureños cargando a sus hijos, en busca de una frontera cerrada para sus sueños. Haití en llamas con el 80% de la población auténticamente desnutrida. Yemen, sometido a un genocidio criminal por el principal aliado de los EEUU en el Medio Oriente: la monarquía de Arabia Saudita. En fin, Afganistán, Libia o Irak, destruidos, saqueados y sumidos en el desgobierno, tras las cruentas intervenciones de los EEUU, invocando presuntos peligros a su seguridad nacional.
La estrategia de Trump respecto a Venezuela, es deliberadamente perversa e implacable: se trata de crear un cuadro de desesperación y desobediencia civil que haga inmanejable el país, todo esto orquestado con la complicidad de los medios de comunicación internacionales, a fin de aislar al gobierno de Maduro, dentro y fuera de Venezuela.
¿Qué espectáculo prepara cubrir la televisión internacional para el día 23 de Enero, fecha fijada por el impostor Guaidó para introducir en Venezuela, si o si, la llamada ayuda humanitaria?
¿Quién puede suponer que sea posible distribuir semejante ayuda sin el apoyo de la red de instituciones sociales o de salud establecidas a lo largo de cualquier país, verificando su entrega a quién efectivamente lo requiera y no a cualquier impostor?
No!…… no es eso lo que se busca. Se trata de exhibir a miles de personas disputándose con desesperación un mendrugo, a fin de justificar la intervención militar extranjera, ya sea por razones “humanitarias” o por la vía de sensibilizar a un Pinochet venezolano, dispuesto a restaurar “el orden y la paz” en su país.
No hay salida pacífica en Venezuela sin la presencia del gobierno bolivariano, pero es verdad que Maduro debe estar consciente de la gravedad de la crisis y aceptar incondicionalmente, la constitución de una mesa con supervisión internacional. que otorgue garantía a todas las partes.
Paz para Venezuela, como lo han invocado los mejores artistas e intelectuales chilenos.
Paz para un país hermano, que nos abrió incondicionalmente sus brazos, cuando nosotros fuimos empujados al exilio, por los mismos que hoy conspiran contra el gobierno bolivariano.
Miguel Lawner
[1]ACUERDO ADOPTADO POR LA H. CAMARA DE DIPUTADOS DE CHILE, EL DIA 23 DE AGOSTO DE 1973 Y DIRIGIDO AS.E. EL PRESIDENTE DE LA REPUBLICA.
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