Noviembre 23, 2024

Los “Estados Generales” del rey Emmanuel Macron I

Los militares y los banqueros son las dos pestes del mundo contemporáneo. El ministro de Louis XVI, Jacques Necker, aconsejó al rey convocar a los Estados Generales, es decir, reunir a los tres Estados: nobleza, clero y Estado y Estado llano (burguesía). Necker, al igual que el Presidente actual de Francia, eran banquero el primero y empleado de estos  el segundo .

 

 

 

Una de las características de la época era el paso de la propiedad inmobiliaria, (feudal), a la mobiliaria, (financiera), de los castillos a la Banca. Louis XVI – al igual que Macron – estaba convencido de que con el voto nominal del clero y de la nobleza conseguiría el apoyo para seguir endeudando al país, pero la estrategia le falló abriendo camino a la Revolución Francesa. Por culpa del abate  cojo Sieyes quien decía “¿qué es el tercer Estado? Nada, pero puede ser todo…”  y del corrupto noble Mirabeau fue posible la instalación del voto nominativo, dando paso a la instalación de la Asamblea Constituyente, prometiendo mantenerse unidos  hasta dar una Constitución  a Francia.

 

 

La rebelión de los “chalecos amarillos” cumplió el 2 de febrero reciente su doceavo sábado consecutivo de protestas, la más grande convocatoria popular conocida en la historia de Francia. Desde el 15 de noviembre de 2018, fecha de su inicio y hasta hoy ha tenido períodos de alta convocatoria, como otros más bajo – con ocasión de las fiestas de fin de año -.

 

 

Macron ha recurrido a distintos métodos a fin de detener o bien, someter por cansancio, a los manifestantes, pero ha fracaso rotundamente:

 

 

En primer lugar, empleó la represión violenta, cuyo balance, hasta ahora, muestra a diez personas casi ciegas, cerca de 100 mutilados y otros tantos por distintas heridos como efecto del uso de armas letales, (bombas lacrimógenas, los bolones de acero y otro tipo de armamento que si golpea la cabeza podría provocar graves daños, incluso, la muerte) El poder es   el  monopolio de la coerción es decir poder dar muerte a los ciudadanos. Por eso según Weber el político pacta con el diablo al usar la ética  de la responsabilidad

 

 

En segundo lugar ha optado por las concesiones de tipo económico, como el de aumentar en un 10% el sueldo mínimo.

 

 

En tercer lugar, el diálogo político, como el llamado a discutir sobre el destino de Francia en 2019.

 

 

Macron está convencido – al igual que el rey Louis XVI – de que los ciudadanos – antes súbditos – son fácilmente manipulables, en este caso, por periodistas de los medios de comunicación comprados por los bancos. Los partidos políticos, las autoridades electas y los altos funcionarios del Estado pertenecen a una casta alejada de la sociedad, por consiguiente, ya no representan a nadie.

 

 

No hay que confundir la democracia electoral con la representativo, pues cualquier demagogo podría obtener una alta votación, pero al poco tiempo ser rechazado hasta por sus propios electores. Macron dice ser Presidente legìtimo porque obtuvo màs del 50% de los votos en la segunda vuelta de las presidenciales, pero no considera que  sólo el 20% le pertenecía, pues el 30% votó por él como un mal menor, frente al temor de su ultraderechista contrincante, Marine Le  Pen, (es el mismo caso de Jacques Chirac, en 2001, cuando obtuvo el 80% de los sufragios en la segunda vuelta contra Jean Marie Le Pen, el padre de Marine Le Pen). Las elecciones no son sinónimo de democracia, se celebran también en dictaduras.

 

 

Los pueblos en el mundo están cada menos tontos: los franceses, por ejemplo, ya captaron que los convocan a votar cada cinco años por “un rey” que siempre los traiciona, y de una Asamblea Nacional, que es la vía para convertirse en nuevo rico a costa del pueblo, (en Chile, un diputado o senador puede ganar más durante 20 años de reelección segura, que cualquier gran premio de la Lotería).

 

 

La democracia representativa no sólo debe cumplir con varias condiciones, entre ellas el equilibrio de poderes y la separación de funciones de cada uno de ellos, el respecto de las garantías constitucionales, (libertad de expresión, locomoción, peticiones y manifestación <huelgas, paros, protestas >) pero muy pocas democracias cumplen con estos principios básicos.

 

 

Es preciso diferenciar entre democracia formal y democracia real, es decir, podría existir la libertad en un país donde la desigualdad es casi absoluta  – Chile y México, por ejemplo -, y la democracia real, que junta la igualdad con la libertad, que sería la rousseauniana, por la cual el representante debe cumplir el mandato imperativo para el cual fue elegido por sus representados, que sería revocable cuando un grupo mayoritario de ciudadanos lo decida. Hoy, sin revocación de mandato no hay democracia, pues los elegidos son, en la mayoría de los casos, seleccionados por las grandes empresas, los bancos y otros grupos económicos,  (es el caso de Mauricio Macri, Sebastián Piñera, Emmanuel Macron, y otros). Nunca hay que confundir legalidad con legitimidad, elección con representación.

 

 

Macron ha podido resistir el largo período de rebelión de los “chalecos amarillos”, que representan al pueblo de Francia, gracias al poder represivo del Estado, pero las bayonetas sirven para todo, menos para sentarse sobre ellas, por consiguiente, la convocatoria a “Los Estados Generales” tengan el mismo resultado que el llevado a cabo por Louis XVI, en 1789, que abrió las puertas a la República.

 

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

 

03/01/2019           

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