Bolivia, Cuba, El Salvador, Nicaragua, Uruguay… y México. Esos son los únicos países latinoamericanos que no reconocen al líder opositor venezolano Juan Guaidó como presidente interino tras su autoproclamación el pasado miércoles. Los cambios de gobierno en países como Ecuador o Brasil, ahora en manos conservadoras, han recortado mucho los apoyos de Nicolás Maduro en la región. Pero México, donde por primera vez en décadas gobierna una fuerza de izquierdas liderada por Andrés Manuel López Obrador, juega un papel nuevo y desde la fuerza de una potencia económica y estratégica como la mexicana en América.
Los seis países de América Latina que reconocen a Maduro como legítimo presidente de Venezuela no forman un bloque homogéneo. Algunos como Bolivia, Cuba y Nicaragua muestran una mayor afinidad ideológica con el gobierno venezolano. Sin embargo, México y Uruguay se mueven por otras motivaciones.
En el caso de México su decisión tiene más que ver con la postura del nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador de conformar una política exterior con carácter propio, alejada de la de su antecesor Enrique Peña Nieto, y apostando por diferenciarse de la línea marcada desde EEUU. México apela al principio de no injerencia en los asuntos internos de otras naciones y espera lo mismo a cambio.
El mismo día de la autoproclamación de Guaidó los gobiernos de México y Uruguay dieron un paso más allá que otros países y suscribieron un comunicado conjunto en el que urgieron “a la sociedad venezolana a encontrar una solución pacífica frente al complejo panorama” que atraviesa el país.
El presidente mexicano López Obrador ha indicado este viernes que México podría ayudar a la conciliación para la pacificación de Venezuela siempre y cuando ambas partes lo soliciten, informa mexico.com. En conferencia de prensa en Palacio Nacional, López Obrador señaló que si se ponen de acuerdo y apuestan realmente al diálogo y a buscar una solución pacífica, México, como en otras ocasiones en temas de política exterior, serviría como intermediario, para buscar una salida pacífica. “ No la imposición, no la fuerza, no la decisión de la hegemonía, sino con el diálogo”, pues consideró que se debe pensar en el pueblo venezolano y evitar la violencia.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha aceptado esa intermediación para abrir un diálogo, sin embargo, Guaidó la rechaza. “Es el momento de lograr la presión necesaria para lograr estas tres cosas: cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres", dijo Guaidó en Caracas en un mitin multitudinario, al tiempo que agradeció a México y Uruguay su “buena intención” de mediar en la crisis venezolana.
En lo que respecta a Uruguay, su postura se fundamenta en “una traidición histórica que es tratar de defender y preservar el derecho a la autodeterminación”, pues forma parte del “ADN como política exterior” de esta nación sudamericana, explica a eldiario.es el presidente del Parlamento del Mercado Común del Sur (Parlasur), Daniel Caggiani.
Para Uruguay, una nación de solo 3,3 millones de habitantes situada entre dos gigantes como son Argentina y Brasil, el derecho a la autodeterminación y el respeto a la no injerencia en asuntos políticos de otros países se convierte en una cuestión de máxima importancia. “Los problemas de los venezolanos los tienen que resolver los venezolanos”, asegura Caggiani, diputado del Movimiento de Participación Popular del gobernante Frente Amplio uruguayo.
Asimismo consideró que Venezuela hoy en día “es el centro de operaciones, al igual que ayer lo fue Cuba y mañana puede ser Bolivia”. “Esperemos que los países de la región recobren ciertos grados de independencia y soberanía necesarios para tener posiciones más latinoamericanistas y con una vocación regional más allá de los posicionamientos ideológicos y el peso geopolítico de Estados Unidos”, añade.
Si bien la postura del gobierno uruguayo es muy clara, dentro del Frente Amplio conviven opiniones diversas sobre lo que está ocurriendo en Venezuela. Ciertos sectores cuestionan el accionar de Maduro, pero la mayoría de los partidos que integran la coalición defienden la no injerencia. En ese sentido, la senadora Constanza Moreira asegura que se está produciendo “un golpe de Estado en cámara lenta, impulsado desde fuera ante la imposibilidad de darlo desde adentro, en buena medida por el apoyo de las fuerzas armadas al gobierno de Maduro”, señaló a eldiario.es. Si este apoyo no existiera, añadió, “entre Estados Unidos, Colombia y los militares hubieran echado ya a Maduro”.
Moreira considera que la decisión de Juan Guaidó de autoproclamarse “presidente encargado” de Venezuela no tendría más alcance que ese “si no fuera porque los gobiernos de derecha de la región son muchos, y Argentina y Brasil son los más poderosos”.
“Si no hubiera existido este giro a la derecha en la región esto no pasaría de una triste maniobra parecida a la que se dio con el golpe de Estado en Venezuela y el rápido reconocimiento del gobierno de Pedro Carmona por parte de Estados Unidos, pero en aquel 2002 eso no prosperó porque otros aires corrían en América Latina”, añadió la senadora, quien se refiere al intento de golpe de Estado contra el entonces presidente de Venezuela Hugo Chávez y a que en la década de los 2000 varios países latinoamericanos -incluyendo los más grandes- estaban liderados por gobiernos progresistas.
La situación en Venezuela, añadió Moreira a este medio, “es desesperada como resultado del bloqueo económico y de su aislamiento internacional, (si bien hay) errores infinitos de Maduro que lo han llevado a este aislamiento que también deben ser tenidos en cuenta”.
Además, concluye, para el presidente de EEUU, Donald Trump, “un conflicto con Venezuela lo afirma en la región y seguirá adelante con el apoyo de un Bolsonaro que no consigue salir del marasmo en que está Brasil”.