¿Ustedes creen que a Mike Pompeo le importa que los venezolanos carezcan de medicamentos, arepas, vestuario y que los hospitales estén desmantelados, que la inflación sea de 1 millón 800.000%, que niños y ancianos mueran cotidianamente de inanición…? Para Trump las caravanas son marchas de delincuentes que provienen de “países de mierda”, pues siempre los yanquis han despreciado a los latinoamericanos. Antaño, se salvaban los asquerosos milicos, tipo el “Sapo con Banda”, Marcos Pérez Jiménez, Gustavo Rojas Pinilla, Augusto Pinochet, Rafael Videla, Alfredo Stressner, la familia Somoza, Rafael Leónidas Trujillo, y otros, estos sarna-perrosa han pasado a “mejor” vida.
Llegó la hora de los Bolsonaros, ex militar cruel y despiadado, quizás más cerdo que los anteriores, que ha logrado, como ocurrió en 1964 con la dictadura en Brasil, atraer a empresarios atrasados mentales, pero muy hábiles en finanzas, entre ellos Mauricio Macri, Sebastián Piñera y Pedro Pablo Kuczynski, (este último, afortunadamente defenestrado), cuyos juegos económicos están en el límite de lo legal.
Hoy no se hace necesario protagonizar golpes de Estados, menos bombardear las sedes gubernamentales, (en el caso de Chile, La Moneda). Ahora, para derrocar a un gobierno progresista sólo basta tener periodistas vendidos a grandes empresas de medios de comunicación, parlamentarios comprados por las grandes multinacionales y, sobre todo, electores que no merecen el título de ciudadanos, pues eligen a los Macri, a los Piñera a los Bolsonaro, a Duque. Si la democracia fuera sinónimo de elecciones estaríamos perdidos: en la mayoría de los comicios, cuando el voto es voluntario, eligen a representantes que desprecian la democracia, entendida como el gobierno del pueblo, para el pueblo y con el pueblo.
Para Estados Unidos los latinoamericanos no somos ni siquiera yanaconas: no necesitan comprarnos para que los Piñera y los Macri votaran siempre a su merced. Los despreciables canutos fanáticos que fundaron esta nación tuvieron que aniquilar a los indios, (los sobrevivientes sólo sirven con extras en las películas, incluidas las plumas).
Los yanaconas latinoamericanos son simpáticos, acogedores si se les compra con una “hamburguesa y su respectiva Coca Cola”, además, les encanta veranear en Miami, usar la misma corbata de Ted Cruz, (gusano republicano), y hablar un inglés más ridículo que el de Cantinflas; antes, un cura jesuita los llamaba “clases herodianas”.
Las generalizaciones son, por lo regular, estúpidas: por ejemplo, no todos los curas son pedófilos, ni los Presidentes ladrones, ni los parlamentarios corruptos, ni todos los funcionarios públicos se venden, pues en cada una de estas profesiones y actividades hay personas valiosas, incluso ejemplares. Ante tanto Presidente lacayo de Estados Unidos existen hoy estadistas valiosos, entre ellos Andrés Manuel López Obrador, de México, y Tabaré Vásquez de Uruguay, (este último el más democrático de América Latina).
A las oligarquías latinoamericanas les importa muy poco la vida o la muerte de los venezolanos, incluso, el Presidente de Ecuador, Lenin Moreno, postula la xenofobia contra los refugiados venezolanos, y otros más hipócritas, caso Piñera, de Chile, los recibe con el nombre siútico de “Visa Solidaria”, si tienen dinero, profesión y, además, se declaran fachos.
Como al trío Trump-Pompeo-Pence, (canuto de pocas luces y que podría, como vicepresidente reemplazar a Trump), les importa sólo los negocios, y el poder es la mejor vía para acrecentar sus ingresos personales. Venezuela es un país potencialmente rico, así ahora padezca un desastre económico culpa, entre otras causas externas, de la mala gestión del Presidente Nicolás Maduro. Este país posee la mayor reserva de petróleo del mundo que, sumado las minas de oro, son fundamentales en la disputa por la hegemonía mundial.
Estados Unidos es una potencia mundial, pues puede darse el lujo de imprimir dólares a su gusto, y hoy el billete no es más que un papel al cual se asigna valor nominal en la compra del petróleo. Basta que los países del mundo establezcan un acuerdo en pagar petróleo y gas natural en sus respectivas monedas nacionales, o bien en euros, para que el dólar se convierta en papel confort. Cabría preguntarse por qué a Estados Unidos le interesa más Venezuela que los países que Trump llama “de mierda”, (Honduras, Salvador Guatemala, no así, por ejemplo, Panamá, que es un paraíso fiscal; hoy, invadir estos países sería ridículo, y basta con disparar a mujeres y niños que pretendan penetrar sus fronteras).
A los países de Sudamérica no les da, ni siquiera, para “patio trasero”, pues en la práctica son el coto de caza de los millonarios Presidentes, elegidos por los fachos pobres que se hacen llamar ciudadanos.
La lucha entre Maduro y Guaidós es un aspecto superficial dentro del verdadero problema geopolítico actual, es decir, de un mundo tripular, (Rusia-China- Estados Unidos), por el dominio del petróleo, el gas natural y el oro. Estamos muy lejos del dominio de las grandes plazas financieras que arrastró a mundo a la crisis suprime. Materias primas como el litio, los subproductos del oro jugarán en la nueva tecnología un papel fundamental. (En el caso de Chile, se está perdiendo una gran oportunidad al entregar el gobierno a un especulador financiero).
Por la única razón que llorarían Pompeo, Trump, Pence es por el peligro de perder el dinero del cual puedan apropiarse en América Latina, y para los fanáticos canutos, su dios no es más que el dinero.
Para la potencias en las relaciones internacionales no hay ideales solo intereses
El único poder es el de las armas
Con Salvador Allende murió la relación entre la ética y la política .El socialismo y los sueños despiertos
Rafael Luis Gumucio Rivas, (El Viejo)
27/01/2019