Las obras completas de Virginia Cox Balmaceda (1910-2002) precursora del feminismo chileno han sido publicadas por la Editorial Cuatro Vientos, con el objetivo de rescatar las memorias de una mujer que rompió con varios patrones establecidos.
El volumen contiene dos novelas, diecisiete crónicas de viajes, cuarenta cuentos en tres colecciones y un trabajo autobiográfico cuyo prólogo, fue realizado por su gran amiga la escritora ya fallecida, Virginia Vidal.
Crítica e inquieta, con un intenso sentido de observación, repudio al conformismo, rechazo a la pasividad y a la nula participación protagónica de lo femenino, así era Virginia Cox, y todos estos aspectos están presentes en su obra. Escritora, periodista, política, diplomática y conferencista.
Fue la primera mujer elegida para integrar la junta directiva del partido Liberal. Colaboró en distintos medios internacionales y nacionales, como la BBC y El Mercurio. Fue directora de la Asociación Internacional de Escritores y perteneció a la Sociedad de Escritores de Chile.
Virginia desafió a su propia clase, viniendo de una familia de raigambre aristocrática y católica. En su segundo libro y primera novela Los muñecos no sangran (1969), despojó de sus máscaras a la alta sociedad y expuso la desigualdad social.
“Virginia Cox es un signo de los tiempos. Y no de los más tranquilizadores. El reposo constituye la menor de sus virtudes. […] paciencia. Nuestra autora no la tiene. La prisa la urge. Monta un caballo cuyo nombre es Vértigo”, escribió Alone en el prólogo de Los muñecos no sangran.
Luego de separarse, tras 20 años de casada, Virginia escribió Desvelo impaciente su primera colección de cuentos (1951), que los críticos consideraron “algo salvaje e inclasificable”. Abordó, por primera vez, un tema tabú: el aborto. Para ella, madre de siete hijos, la maternidad responsable era un asunto sagrado, pero no así el dominio implacable del hombre sobre la mujer que combatió desde sus inicios como miembro activo del partido Liberal.
En La Antimadre cuestiona los estereotipos acerca de la maternidad. Como ella misma dijo, no rompió moldes de su época “yo considero que no he roto moldes en el sentido de que nunca me amoldé”.
“Imposibilitada de amoldarse a su época y paralelamente aferrada a ella, Virginia Cox entregó testimonio de lo vivido y a su vez fractura las vértebras de su tiempo, o al menos percibe la falla, es una autora esencialmente contemporánea”, dice Mariana Zegers Izquierdo, compiladora en estas obras completas y además bisnieta de la escritora.