Septiembre 20, 2024

La primera semana de la revolución neoliberal y ultraconservadora de Jair Bolsonaro

En su discurso de toma de posesión, el pasado 1 de enero, el nuevo presidente del Brasil, Jair Bolsonaro, hizo una serie de guiños a su base electoral. Con impronta fuertemente ideológica y envuelto en una épica fundacional de “nueva era”, lanzó una declaración de intenciones de la agenda que pretende inaugurar.

 

“Me dirijo a ustedes como presidente de Brasil y frente a toda la nación, en este día en que el pueblo comienza a liberarse del socialismo, de la inversión de valores, del gigantismo estatal y de lo políticamente correcto”, dijo.

 

Prometió respetar las religiones, “especialmente las tradiciones judeo-cristianas” y enumeró como objetivos prioritarios proteger la familia y unir al pueblo, al que consideró “víctima de la ideología de género, que promueve su división”. En el plano educativo se comprometió a “priorizar la preparación de los hijos para el mercado de trabajo y no para la militancia política”. Y asumió la defensa de la posesión de armas por la población civil, como método para combatir el crimen y la violencia. Remató agregando que no se guiará por pautas ideológicas en las relaciones exteriores, a pesar de que al día siguiente abría la posibilidad de ofrecer el territorio brasileño para la instalación de una base militar estadounidense.

 

(Los congregados) “…gritaban: “¡Whatsapp, Whatsapp, Facebook, Facebook!”, así como “¡Globo lixo!” y “¡Folha lixo!” [lixo = basura], dejando en evidencia la cualificación que les merece la prensa oficial

Ese mismo día, unas 115.000 personas se concentrada en la Explanada de los Ministerios, en Brasilia. “¡Whatsapp, Whatsapp, Facebook, Facebook!”, gritaban, así como “¡Globo lixo!” y “¡Folha lixo!” [lixo = basura], en referencia a dos de los medios tradicionales brasileño. Bolsonaro bramó: “Fui electo con la campaña más barata de la historia”, mientras la multitud coreaba “¡Mito, mito!” y “¡Yo vine gratis!”. La escena confirmaba la singularidad del vínculo establecido entre el excapitán y su base electoral, a través de las redes y sin utilizar los medios tradicionales. Un método parecido al utilizado por las iglesias evangélicas. A diferencia del catolicismo, que impone a sus fieles los ritos tradicionales —intermediación sacerdotal, confesión, misa y comunión—, los pastores neopentecostales activan un vínculo directo y catártico con “el Señor”. Mediante la lectura de pasajes bíblicos y performances musicales —con instrumentos electrónicos— consiguen un clima más próximo de la alegría del góspel que de la severidad católica.

 

POLÍTICA EXTERIOR

Al día siguiente, Bolsonaro se reunió con Mike Pompeo, secretario de Estado estadounidense y enviado especial de Donald Trump. El presidente de Brasil aseguró haberse comprometido a aumentar la cooperación en el área de negocios y en seguridad, “y en el combate a regímenes autoritarios, como el de Cuba y Venezuela”, diciéndose también preocupado por lo que describió como creciente relación militar entre Venezuela y Rusia. Como broche de oro sentenció: “Según lo que pueda acontecer en el mundo, tal vez tengamos que discutir en un futuro la posible instalación de una base militar de Estados Unidos en suelo brasileño. Mi aproximación con los EE UU es económica, pero puede ser bélica también”.

 

“Mi aproximación con los EE UU es económica, pero puede ser bélica también”

 

 

Sin embargo, no todas las voces del establishment parecen sintonizar con tanto protagonismo belicista. Tras la asunción, el expresidente Fernando Henrique Cardoso publicó un artículo en el que afirmaba: “En economía este gobierno es liberal, en las costumbres, reaccionario y, en su visión del mundo, esencialmente anacrónico. ¿Por qué tomar partido ante un eventual conflicto de intereses entre China y los EE UU, o de quién quiera que sea?” También manifestó su extrañeza la portavoz del Ministerio de Defensa, Sylvia Martins, que declaró que el presidente no había discutido esa propuesta con los altos mandos.

 

CONFORMACIÓN DEL EQUIPO DE GOBIERNO

El gabinete cuenta con 22 ministerios, frente a los 29 de la estructura anterior, y exhibe un sesgo marcadamente neoliberal y derechista, tanto por los perfiles de sus integrantes, como por el hecho de que seis de ellos son militares, así como el vicepresidente, el general Hamilton Mourão. Sin contar con la presencia —a distancia— del aspirante a ocupar la embajada brasileña en EE UU, Olavo de Carvalho, filósofo, astrólogo y gurú ideológico de Bolsonaro. Comparte con este —entre otras convicciones— el negacionismo sobre el cambio climático y la valoración de que la dictadura militar brasileña en vez de torturar a 20.000 personas, debería haberlas matado. Olavo de Carvalho fue el artífice de la designación de dos ministros fundamentalistas de ultraderecha: Ricardo Vélez Rodríguez, en Educación, y Ernesto Araújo, en Relaciones Exteriores. 

 

 

 

 

ECONOMÍA y TRABAJO

Con el nombramiento de Paulo Guedes, un superministerio de Economía empieza a tomar forma en Brasil. La cartera concentra las funciones que antes desempeñaban tres carteras diferentes: Hacienda, Planeamiento e Industria y Comercio Exterior. El economista liberal es un defensor radical de la privatización de las empresas públicas en un país como Brasil donde se conservan un gran número de ellas, herencia de una historia  desarrollista con apoyo estatal.
 
 
Guedes ha montado un equipo de Chicago boys brasileños, economistas formados en la universidad de esta ciudad de Illinois, templo del pensamiento económico neoliberal, del que Milton Friedman fuera máximo gurú y cuyas recetas el dictador chileno Augusto Pinochet comenzó a aplicar en los años 70.

Con semejante perfil, la designación [de Paulo Guedes] fue bien recibida por los inversores y en la primera sesión de 2019 el principal indicador de Bolsa se disparó…

El ministro amasó su fortuna en el mundo de las finanzas, a través de su participación en numerosas empresas de inversión. En su asunción, aclaró: “Vamos a abrir la economía, a simplificar impuestos, a privatizar, a descentralizar recursos para los Estados [equivalentes a las  autonomías españolas] y municipios”.
 
 
Con semejante perfil, la designación fue bien recibida por los inversores, y en la primera sesión de 2019 el principal indicador de la Bolsa brasileña se disparó, con una espectacular subida de 3,5%. La euforia también hizo retroceder la cotización del dólar frente al real.

 

Bolsonaro ha confesado no entender nada de economía y deposita su absoluta confianza en Guedes. Sin embargo, no está claro hasta dónde se dispone a apoyar la masiva privatización de empresas públicas, aspiración estratégica de su piloto económico.

“Fíjense en los Estados Unidos, allí casi no hay derechos; nuestra idea es profundizar en la reforma laboral iniciada por Temer”

A pesar de su asumida ignorancia en la materia, el presidente prometió las recetas neoliberales de praxis: “Reformas estructurales para la salud financiera y sostenibilidad de las cuentas públicas”. Unas fórmulas que en tantos países del mundo se han traducido en recortes al por mayor y reducción de los compromisos del Estado en la protección de los derechos de los más desfavorecidos. Bolsonaro afirmó también que el país no gastará más de lo que recauda y que “las reglas, los contratos y las propiedades serán respetados”.

 

En lo relativo al ámbito laboral tampoco dejó lugar a dudas. “Brasil es el país de los derechos laborales excesivos —sentenció— pero faltan empleos. Fíjense en los Estados Unidos, allí casi no hay derechos; nuestra idea es profundizar en la reforma laboral iniciada por Temer”. Al límite de la audacia, en diciembre pasado había calificado de “tormento” la situación de los empresarios, afirmando que la legislación del trabajo tendría que aproximarse a la informalidad, para que se pudieran generar empleos.

 

La defensa de la precariedad laboral de la mayoría de la población solo puede entenderse si se tiene en cuenta el sesgo racista y excluyente del modelo social brasileño. Un amigo carioca lo definía muy bien: “Si en EE UU ves a un negro bien vestido y al volante de un Mercedes, puede tratarse del chófer de un millonario, un segurata, un narcotraficante o un deportista, pero también de un profesional liberal, un profesor e incluso un empresario. En Brasil estas tres últimas hipótesis están descartadas”.

 

En cuanto a las pensiones, el superministro es partidario de suprimir el actual sistema de reparto, en el que las jubilaciones se pagan con los aportes de los trabajadores activos, sustituyéndolo por otro basado en las cotizaciones individuales, en el que cada persona se garantiza sus propios aportes; un modelo similar al adoptado por Pinochet. Durante el gobierno de este dictador, Guedes fue profesor universitario en Chile.

 

En el actual marco de desaparición del trabajo formal y aumento del desempleo y la precariedad, es fácil imaginar a dónde llevaría la aprobación de esta propuesta. El ministro es consciente de que tendrá grandes dificultades políticas para aprobarla. Ante ello, amenaza con la mayor: si no se acepta su proyecto de reforma de las pensiones, será inevitable —afirma— desvincular las obligaciones sociales del presupuesto; el Estado ya no se vería obligado a cubrir los gastos en salud y educación, por ejemplo. 

 

AMENAZAS A LAS ONG Y MOVIMIENTOS SOCIALES

No menos desalentador es el panorama en el ámbito del activismo y el tercer sector. En alusión a los movimientos sociales, en especial al Movimiento de Trabajadores Sin Tierra (MST) y al Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST), Bolsonaro afirmó que “es urgente acabar con la ideología que defiende a bandidos y penaliza a la policía”. En este sentido, el Gobierno habilitó, vía Medida Provisoria, a la Secretaría de Gobierno —que cuenta con rango ministerial— a “supervisar, coordinar, monitorear y acompañar acciones hechas por organismos internacionales y ONG”.
 

“[Hay que] acabar con el activismo en Brasil y la acción de ONGs nacionales y extranjeras, que explotan y manipulan a parte de la población”

En esta categoría difusa podrían encuadrarse misiones de observación de la ONU, la OEA y campañas de entidades ambientalistas y de derechos humanos. El mandatario alega, sin tapujos, que se propone “acabar con el activismo en Brasil y la acción de ONG nacionales y extranjeras, que explotan y manipulan a parte de la población”. 
 

SOBRE LA POSESIÓN DE ARMAS

El presidente también promulgará un decreto que facilite la tenencia de armas para todos los ciudadanos que no tengan antecedentes criminales y otorgará la licencia definitiva, actualmente limitada a cinco años. Se trata de una antigua promesa de campaña. Su decisión contraría la consulta publicada recientemente por Datafolha, que apunta a que el 61% de los brasileños está en contra de esta medida. Al mismo tiempo, analistas especializados informan que el Estatuto de Desarme —actualmente vigente— que restringe el acceso a las armas de fuego, habría evitado la muerte de 160.000 personas, desde el 2003 —año de su promulgación— al día de hoy.

 

LA “EDUCACIÓN MILITAR”

Bolsonaro no sólo reivindica la existencia y procedimientos de las dictaduras que asolaron el país en la década de los ´70; es también ferviente defensor del papel de las fuerzas armadas en la articulación de la sociedad y les atribuye un papel de destaque en la enseñanza básica. Entre sus promesas de campaña, en caso de ser electo, está la de poner en funcionamiento –hasta 2020- al menos una escuela de perfil militarizado en cada capital del país. En consonancia con esta inspiración ideológica el titular de educación, Ricardo Vélez Rodríguez, afirmó que irá a combatir el “marxismo cultural” en la enseñanza básica y superior, para lo que se propone desarrollar un programa específico.

 

 

Según un decreto gubernamental, “las escuelas municipales podrán convertirse en centros educativos ‘cívico-militares’”

 

El 2 de enero, un decreto presidencial detallaba la nueva estructura del ministerio, en la cual se crea la Subsecretaría de Fomento de las Escuelas Cívico-Militares. El artículo 33 de la Medida Provisoria no entra en detalles, pero el funcionario dijo que, en caso de que así lo deseen, las escuelas municipales podrán convertirse en centros educativos “cívico-militares”. 

 

MINISTERIO DE LA MUJER

Damara Alves, abogada y pastora evangélica, estará al frente del recién creado Ministerio de La Mujer, la Familia y los Derechos Humanos. Entre sus promesas, afirmó que “ningún hombre va a ganar más que una mujer que desarrolle su misma función. Eso ya es ley y el Ministerio Público está ahí para fiscalizarlo”. Respecto de sus competencias en derechos humanos, la funcionaria dice no esperar ningún conflicto con los pueblos indígenas que, sin embargo, el jueves 3 de enero se manifestaron exigiendo que dichas atribuciones permaneciesen en el ámbito del ministerio de Justicia. Damara se considera cualificada para el tema, al dar como bueno y suficiente el antecedente de haber participado de una comisión pericial en 1990. Sin embargo, a través de una ONG que fundara, canaliza una visión racista de los pueblos indígenas y dedica ingentes esfuerzos a denunciar la diversidad sexual y afectiva. Su eslogan de reciente creación se ha viralizado: “Una nueva era se inicia en Brasil: niño viste de azul, niña viste de rosa”.  

 

 

PUEBLOS ORIGINARIOS Y AGRONEGOCIO

El presidente Bolsonaro ha dejado siempre clara su oposición a demarcar nuevos territorios para la autoorganización de las comunidades indígenas y afirma que hay que “integrar a los indígenas al resto de la sociedad”, permitiendo la venta y arrendamiento de sus tierras, algo prohibido por la legislación actual. Acaba de retirar a la FUNAI (Fundación Nacional del Indio) las competencias sobre demarcaciones y se las ha asignado al ministerio de Agricultura, encabezado por Teresa Cristina. Entidades de defensa de los derechos de los pueblos originarios criticaron este cambio de orientación y, previsiblemente, se abrirá un frente de fuertes conflictos entre el Gobierno y los movimientos sociales.

 

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