Noviembre 22, 2024

En Polonia, una deslucida cumbre climática

Cuando los delegados de los 200 países que suelen asistir a las cumbres sobre el clima designaron a la ciudad de Katowice, en Polonia, para la reunión de este año (la COP24), seguramente sabían que era el sitio ideal para mostrar cómo no se cumplen los compromisos internacionales para disminuir la generación de gases de efecto invernadero, causantes del calentamiento global. Destacadamente el Protocolo de Kyoto (1997) y el Acuerdo de París, firmado hace tres años. Y es que dicha ciudad y toda Polonia brillan entre los 27 países que forman la Unión Europea (UE) por su negligencia en hacer realidad lo acordado en las cumbres climáticas.

 

 

Es el caso del uso del carbón como energético. Polonia es el más dependiente y no cuenta con un programa para dejar de serlo pues no sabe en qué ocupar a los miles de trabajadores que laboran en dicho sector. Tampoco Alemania, el segundo consumidor de carbón de la UE. Los países vecinos se quejan de la contaminación atmosférica que les causa, en especial en las áreas boscosas. Otros países, como Rusia, Arabia Saudita, Kuwait y Estados Unidos, insisten en seguir dependientes del petróleo, el gas y el carbón porque mueven su economía. En el caso de los tres primeros, el petróleo y el gas son fuente importante de divisas e influencia geopolítica. Los cuatro países mencionados cuestionaron en Katowice, el Informe Científico de Naciones Unidas (IPCC, por sus siglas en inglés) elaborado por los especialistas más calificados en la materia, en el que afirman que el planeta se está calentando más rápidamente que nunca y los países no están haciendo todo lo necesario para cumplir las metas propuestas para evitarlo.

 

El sábado concluyó la COP24 en Polonia, la más importante desde la de París en 2015, pues sirvió para hacer operativo a partir de 2020 el acuerdo firmado en la capital francesa, en el que la comunidad internacional se comprometió a frenar el aumento de las temperaturas por debajo de dos grados. Lo destacado de la COP24 es que se pudieron sellar las reglas que permitirán aplicar el acuerdo parisino. Y hacer efectiva, pero muy flexible, la transparencia al informar cada país de los logros en la materia. Sin embargo, no se tomó como primordial el informe del IPCC donde se recalca la necesidad de tomar medidas más radicales y urgentes pues la temperatura del planeta aumenta más de lo previsto. De no hacerlo, para 2100 será mayor a dos grados, límite máximo acordado en París.

 

En la Cumbre de Polonia, además, se hizo evidente que los grandes productores de petróleo, gas y carbón carecen de un plan alternativo para ocupar a la masa trabajadora que quedaría sin empleo si cumplen con los acuerdos climáticos. El colmo es la declaración del presidente Trump contra la General Motors por sus planes para tener a la venta el próximo quinquenio 20 modelos de coches eléctricos y de esa manera garantizar cero emisiones de contaminantes. Trump dice que han cambiado todo el modelo de General Motors. Han ido a todo eléctrico, y todo eléctrico no va a funcionar… al entrar en este modelo que se está tomando, creo que es un error. El anuncio de la trasnacional lo acompañó de su decisión de cerrar cuatro plantas en suelo estadunidense. Pero reubicará a los 15 mil trabajadores de esas plantas en otros complejos.

 

La nueva ruta de la General Motors es acertada y no descarto que la poderosa trasnacional tomara como ejemplo a China, la principal emisora de gases de efecto invernadero, fruto de su acelerado crecimiento industrial. La dirigencia china aprobó hace dos lustros cambiar radicalmente la tecnología tradicional de sus plantas automotrices ante la imposibilidad de competir con el resto del mundo y, de paso, para frenar la contaminación. Apostó entonces por los coches eléctricos. Este año, producirá más de 1.5 millones de unidades, más que el resto del mundo.

 

¿Y en México? Malas señales, con políticas en pro de mayor uso del carbón, el petróleo y el gas. Con el incremento del transporte contaminante en las ciudades y las carreteras. Y 48 por ciento menos presupuesto en 2019 para el medio ambiente.

 

 

Con un abrazo para Carlos Payán

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